Si hay una cosa que el mundo ha perdido, es la autenticidad. Ahora todo se ve a través de una pantalla, se buscan hacer “relaciones públicas” para poder tener salir adelante no solo laboral, sino socialmente. También están las redes sociales que, como medio de comunicación, son útiles, pero también una cortina de humo para forjar una imagen que en realidad no conocemos. Al menos no de fondo. La sociedad, sus demandas y constantes mutaciones exigen que cada vez estemos actualizados, con información almacenada en la cabeza que realmente no sabemos si en algún punto de la vida la llegaremos a usar pero que ahí está. Cada quien tiene su propia carga y sabe hasta qué punto está dispuesto a soportarla.

Pero hay una banda. Una banda que sigue vigente, que sabe lo que es tener esta carga pero con un contexto completamente distinto. En aquel entonces, por el año de 1976, los jóvenes se encontraban recargados pero de dolor, de resaca por la Segunda Guerra Mundial, por el desempleo, por una sociedad que estaba llena de pobreza, de mentiras del gobierno y cansada de tanto luchar por una meta que no se sabía si en algún punto se podría alcanzar. A partir de esto, Buzzcocks buscó la forma de plasmar un poco de este hartazgo pero haciendo arte o mejor dicho, de la forma más sana posible: la música.

A la par que Sex Pistols, The Clash y Joy Division, que después se convertiría en New Order, Buzzcocks se abrió paso dentro del género punk rock. Sus letras, más allá de ser revolucionarias, en realidad presentaban escenarios verdaderos, puros y directos. No se detenían ante nada y con esos ritmos rápidos, de guitarras imparables, los jóvenes encontraron un poco de identidad pero sobre todo de libertad. Es por esto y mucho más, que tuvimos oportunidad de platicar con Steve Diggle, el segundo vocalista de la agrupación y encargado del bajo. Él, así como el resto de la banda, ha visto generaciones pasar, ha escuchado un sinfín de discos, ha expresado su manera de pensar, lo ha transformado en arte y ahora, vuelve junto con el resto de la banda para ofrecer un show como parte del Festival Marvin 2018, seis años después de su presentación en el Auditorio Blackberry.

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“No esperamos ser tan famosos, solo queríamos hacer música y mostrar nuestra postura. De la noche a la mañana nuestra música le dio vuelta al mundo. A la gente le gustó y pensó que estábamos salvando al mundo porque ellos se podían identificar. Buzzcocks tenía un estilo diferente en ese entonces. Por esas fechas salieron grandes filmes y también grandes discos”, comienza a relatar Steve cuando le preguntamos si en algún punto la banda imaginó estar donde está. “Para nosotros estar a la par de The Clash y Sex Pistols fue algo bastante retador y lleno de cambios. Fue increíble porque con ellos creamos mucha magia. También cambiamos a toda una generación de personas, las inspiramos”. 

En cuanto a la modernidad, la complejidad de una sociedad que así como a finales de los 70 y principios de los 80 ahora también se encuentra cansada, Steve fue directo y conciso, no sin antes destacar esas virtudes que en su tiempo probablemente no se tenían, porque durante la plática, si algo dejó en claro este músico tan talentoso, fue su optimismo ante la vida: “El mundo ha sufrido muchos cambios y sigue cambiando. Creo que ahora hay mucha más cultura y también más música, eso es bueno pero también ayuda a abrir la mente y a reflexionar, a darnos cuenta de lo que está sucediendo con el gobierno y la sociedad. El mundo se ha vuelto muy complejo pero los seres humanos siguen siendo confiables y lo suficientemente inteligentes para desmenuzar a través de la música cuán importante es estar vivos y ver cómo afectamos a nuestro alrededor”.

Ahora bien, como lo mencionamos anteriormente Steve ha visto generaciones pasar una y otra vez. A su manera, trata de reflejar su propia visión y percepción del mundo, así que de manera general y directa, este es el mensaje que tiene para todos los jóvenes: “Confíen en la gente y  sean conscientes de lo que sucede a su alrededor. Dense cuenta de cuán increíble es la música y lo que puede provocar en sí mismos”. 

Y si pensabas que el punk estaba muerto, para el bajista de Buzzcocks, para los Buzzcocks mismos y sus fans: el punk no está muerto. Creo que la gente sigue interesada en el punk es un género muy popular. La gente lo ve para abrirse la mente y éste está alrededor del mundo y la música sigue revelándose a través de todo lo que está a su alcance. Todo surge y sigue sin hacer pregunta alguna. Nosotros ya somos viejos, pero el punk siempre busca la manera de mantenerse joven, a diferencia de nosotros”, comentó.

Por esto último es que Buzzcocks no morirá, seguirá vigente junto con esa libertad, esa saturación de información, ese amor por la música pero sobre todo, mucho punk: “Cada vez que tocamos es muy poderoso. Los conciertos son increíbles y maravillosos. Cada show, cada vez que tocamos debe ser algo muy fuerte, muy poderoso. Así que esa es una buena razón para seguir haciendo punk. Especialmente porque la gente viene a escucharlo, la gente se sabe las canciones, la gente viene a los conciertos buscando esa inspiración y ese sonido tan natural dentro de la música, viene a sentirse libre”. 

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