Decir “soy fan” de una banda va mucho más allá de una simple colección de discos, de ir a todos sus conciertos, de saberte todas sus canciones. Para mí, ser fan de la música de algún artista o agrupación, significa que con cada una de sus letras te mueve hasta la última fibra de tu ser, que cuando escuchas la melodía, los sentimientos que a veces no puedes expresar, toman algún sentido, un significado, un encauce. Interpol es de esas bandas que a mi parecer, es seguida por muchas, muchas personas, pero no de verdaderos fans. Es el “mame” del momento, como tantas otras veces lo hemos visto.

Sin embargo, anoche en su primer concierto en la CDMX, los que alcanzaron boleto, los verdaderos fans —y sí, uno que otro poser— se dieron cita desde temprano en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris para regocijarse en ese post-punk que los neoyorquinos bien saben hacer pero sobre todo, ejecutar.

A diferencia de sus presentaciones pasadas, ahora Paul Banks y compañía no necesitaron de un gran escenario; de un recinto que tuviera tecnología de punta. Optaron por algo sencillo, nada complejo, por un lugar donde se sintieran cómodos, como si fuera su “lugar de ensayo” y de paso, aprovecharon para tocar todas las canciones inimaginables.

Interpol en la CDMX
Foto: Chino Lemus

La cita era a las 8:30, sin embargo, las puertas se abrieron desde las 7:00 pm. Poco a poco la gente se acomodó en sus lugares. Estaban cómodos, tomándose fotos, charlando, poniendo todo en perspectiva, esperando… Así fue hasta que el teatro, como buen lugar que es, anunció la “tercera llamada” para luego apagar las luces y generar un tiempo de espera para que Interpol saliera al escenario.

Como ya había dicho antes, si de algo goza un lugar como el Teatro de la Ciudad es de buena acústica, de una colocación de butacas en las que no te pierdes de absolutamente nada. Ni siquiera del más mínimo detalle. Por eso fue que los que estábamos allí, mirando a esos chicos vestidos de negro —Daniel Kessler era el más formal de todos con su traje negro y camisa blanca— acompañados de luces que iban a tono con los riffs de guitarra y bajo o bien, con los golpeteos intensos de la batería, fue una especie de éxtasis instantáneo. Precisamente por esto, por el “efecto Interpol”, es que a pesar de que ellos querían que la gente estuviera cómoda y disfrutara de un buen show, no los mantuvo quietos. Todo lo contrario, una vez que tocaron “C’mere” la compostura quedó atrás. Todos se pararon, brincaron como pudieron y se mantuvieron expectantes a lo que acontecía ante sus ojos.

Interpol en la CDMX
Foto: Chino Lemus

Algunos dirán “qué aguados. Ni se mueven”, pero es mera percepción de alguien que no estuvo allí. Los que nos encontrábamos dentro, sentíamos esos guitarrazos, esa voz intensa de Banks, esa complicidad banda-público. Además, debido a que es un teatro, el personal del mismo se encargaba de que “todo estuviera en orden” y por lo tanto nadie se saliera del lugar al que pertenecía. Es una forma de civismo que en otros países es normal, pero en México es sinónimo de “aburrido”, “ni siquiera son fans los que están ahí”.

En mi caso, habían pasado siete años desde que no veía a Interpol. Cuando los vi, una de mis primas acababa de fallecer. Tenía mi edad. Murió por negligencia médica y casualmente, cuando me enteré de su gravedad, estaba en Six Flags viendo a Friendly Fires. Días después murió y luego tenía mi boleto para Interpol. Lo quise vender, pero mi madre me vio tan mal que me dijo “ve, distráete”. Desde entonces Interpol pasó de ser una de “mis bandas favoritas” a “ya no puedo escucharlos”. Los tuve “vetados” durante siete años y anoche, que los tuve en frente, que los escuché y sentí, me di cuenta que ya no soy la misma, pero que ese efecto, esa emoción al escuchar una de tus rolas favoritas se mantiene latente, sin importar qué.

Foto: Chino Lemus

En 2011 no tocaron “Pioneer to The Falls”. Ayer sí. Eso, justamente eso fue lo que me hizo recordar ese amor perdido, esa admiración hacia su música, sus letras, hacia esa ejecución casi perfecta. Hoy digo “Interpol… son muy buenos, de verdad muy buenos”, pero no lo digo a la ligera; lo digo con un tono de admiración y sobre todo, de impresión.

Con ese mismo asombro fue que miré al resto de los que estaban ahí, moviéndose, desgañitándose, levantando las manos, observando, cantando hasta la última estrofa de cada canción, imitando los movimientos de Kessler, Banks o Sam Fogarino.

Como ya lo habían dicho tantas veces, México es la segunda casa de Interpol. Anoche se aseguraron de confirmarlo… una vez más. Ellos estaban muy cómodos sobre el escenario, se equivocaron en una ocasión pero no les importó. Siguieron y lo hicieron muy bien. También tocaron temas de su nuevo disco, Marauder, pero sin caer en el exceso y en el típico error de todas las bandas o artistas que promocionan un nuevo álbum y prácticamente su setlist se basa en ello.

Foto: Chino Lemus

Paul incluso bromeó: “Esta canción se llama ‘Number 10’, es un nombre que nos costó mucho trabajo. Fue difícil. No sabíamos si ponerle ‘Number 9’ o ‘Number 8’….”. Además se tomó el tiempo para hablar casi en todo momento en español, agradecer a todos por su presencia y entusiasmo, por su amor. También introdujo a la banda y a sus nuevas canciones. Algunas las presentaba Kessler, quien también daba algunas especificaciones sobre tal o cual canción. Por ejemplo con “If You Really Love Nothing”, que era la primera vez que la tocaban en vivo al igual que “Number 10”.

Casi al final de la noche, Paul aseguró que México les era muy especial, que la vibra de los fans era cálida, muy buena al punto de hacerlos regresar en menos de un año, de instalarse sobre el escenario de un teatro y dejarse llevar. Fue la noche perfecta, Yam perfecta que para algunos culminó con “Obstacle 1”, que para mí hubiera sido catártico si hubiera escuchado “Untitled” —otra de mis canciones favoritas—, y que para otros no fue suficiente. Fue tan insuficiente que incluso cuando prendieron las luces y pusieron música de fondo para desocupar el teatro la gente siguió mirando al escenario, pidiendo más, anhelando más.

Setlist

1. Public Pervert

2. All The Rage Back Home

3. If You Really Love Nothing

4. C’mere

5. Leif Erikson

6. The Rover

7. Roland

8. The Scale

9. Success

10. Number 10

11. Evil

12. Lights

13. Anywhere

14. Now You’ve Seen Me At Work

15. Slow Hands

ENCORE

16. Pioneer

17. Mammoth

18. Obstacle 1

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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