Fotos: Lulú Urdapilleta / OCESA

Mucho se puede decir del concierto de Gorillaz pues, para nuestra fortuna, México fue el lugar elegido para que esta banda liderada por Damon Albarn terminara su gira que durante dos años emprendió y en la cual promocionó dos discos –Humanz y The Now Now-, mismos que, respectivamente, salieron después de siete y ocho años del lanzamiento de The Fall y Plastic Beach (2010).

Desde que Damon arribó a tierras aztecas su emoción fue evidente pues se tomó un respiro y disfrutó de las atracciones mexicanas, se tomó fotos con sus fans y, una vez que estuvo en el escenario, también se tomó su momento para disfrutar de las reacciones de todos y cada uno de los presentes en el Palacio de los Deportes, de aquellos que desde temprano se reunieron a las afueras del recinto para tener el mejor lugar y ver muy de cerca.

Bien dicen por ahí que no es bueno comparar, pero es inevitable cuando una banda del calibre de Gorillaz viene dos veces el mismo año a México. Entonces, con esto como base, podemos decir que su presentación en el Vive Latino fue estupenda, sin embargo, muchos se quedaron con ganas de escuchar más, de tener frente a sus ojos unos visuales reminiscentes a los videos y en sus oídos las letras y sonidos clásicos. Anoche, en el concierto con el que este colectivo se despedía para tomarse una pausa, tuvieron eso y más.

De entrada fueron seis canciones más que su setlist pasado y, aunque el audio en un principio sonó bastante malo, tuvo que pasar medio show para comenzar a escucharse mejor. Esto, principalmente, debe atribuirse a los ingenieros de sonido. No obstante, a la gente que estaba ahí y que esperaba con ansias pareció importarle poco. Y con esto no quiero decir que sea molesto, sino más bien, que la euforia colectiva hizo más llevadero lo “malo” del concierto.

Ahora bien, en cuanto a performance se refiere, no hay más que decir excepto que Damon sabe elegir muy bien sus proyectos y sobre todo, a sus músicos. Él, más allá de ser un buen compositor, productor y músico, también gusta de otros géneros musicales y para su fortuna, en Gorillaz encontró la manera de juntar varios de ellos. Por eso es que en sus primeros discos escuchamos melodías un poco más lentas y que incluso tienen un poco de son cubano. Después está la parte de hip hop y rap, luego un poco más de electrónica y por supuesto, su clásica melódica que en más de una canción es la protagonista.

En esta ocasión, Gorillaz eligió muy bien su setlist. Tuvimos mucho de lo nuevo pero también de lo viejo. La única que podríamos decir que faltó, fue “DARE”, que ni en el Vive ni el otras partes del mundo se pudo escuchar. De ahí en fuera, desde un principio comenzó a sacar las armas poderosas con “Rhinestone Eyes”, “Tomorrow Comes Today”, “19-2000” y “On Melancholy Hill”. Además, como dije en un principio desde que todo comenzó Damon se tomó su tiempo o mejor dicho, sus pausas, para poder respirar, relajarse y seguir disfrutando de algo que durante años ha venido haciendo y de lo cual no parece cansarse. Por eso es que de vez en cuando invitaba a otros artistas -bastantes talentosos y con una voz excepcional, por cierto- para que cantaran parte de las canciones o bien, para que animaran mucho más al público que en realidad, no necesitó mucho para mantenerse en éxtasis.

Las canciones sonaban una tras otra, casi no habían pausas. Los visuales no eran en tercera dimensión o algo parecido, sino algo mucho más sencillo y por supuesto, se enfocaba en los videos de las canciones. De ahí fue que vimos cómo Ace tocaba la guitarra con “Tranz” o los visuales para “Strobelite”, una canción que en esta ocasión fue altamente cargada por sintetizadores y secuencias que atiborraban los oídos. Para aquellas canciones que no contaban con clip oficial, entonces se colocaba al fondo del escenario una imagen que permanecía a lo largo del track mientras que en los costados, las pantallas mostraban qué es lo que hacía Damon y el resto de la banda. Por eso fue que se veía cómo es que él se aventaba al público, como si quisiera dejarse llevar por la corriente y también, cómo es que tomó una bandera de México para envolverse en ella y pasearse de un lado al otro del escenario.

Gorillaz termina su tour: el día en que Damon Albarn reverenció a México

El Palacio también se iluminó de luces de celular. Gorillaz ni siquiera lo pidió pero la gente, de una manera automática, lo hizo. La emoción era mucha, las palabras sobraban. Damon tampoco decía mucho pero su cara lo expresaba todo. Estaba conmovido: “Muchas gracias. Los amamos”, dijo para la mitad del set y, ya al final, después de haber tenido una dosis incansable de Gorillaz, un punto en el que la gente quería más, Damon invitó a Jamie Hewlett al escenario.

“A todos los que están aquí les digo: sigan sus sueños. Si ustedes tienen ganas de dibujar y luego guardan esos dibujos en su buró créanme, algún día harán cosas maravillosas. Eso fue lo que hizo Jamie. Ven aquí”, dijo Damon mientras que Jamie, muy tímido, salió, saludó a todos, abrazó a Albarn y se fue. Fue en ese momento, como una carta de despedida, que Damon reverenció a todos y cada uno de los presentes, reverenció a México. Se tiró de rodillas al piso e hizo una reverencia en varias ocasiones. “Estoy muy feliz de estar aquí. México es el mejor. Lo amo mucho. Observen todo esto, porque pasará mucho tiempo para que lo vuelvan a ver. Hemos estado en el camino durante dos años y, prácticamente todos y cada uno de los que están sobre el escenario son mi familia. Los amo mucho a todos. Gracias”.

Gorillaz termina su tour: el día en que Damon Albarn reverenció a México

Tras estas emotivas palabras de Damon y con “Demon Days” de fondo, todos se reunieron sobre el escenario, hicieron señal de gracias y la gente, sin poder creer que esto estaba pasando, aplaudía, gritaba, grababa con sus celulares y se mostraba agradecida. Pero no solo la gente, sino todos los que estuvimos ahí. Hubo cosas malas como el audio, o los cheleros gritando a cada rato y entrometiéndose en la vista, sí. Pero las reacciones fueron evidentes. Incluso muchos decían que este concierto había valido cada peso porque los minutos, las horas que pasaron ahí, quedaron para la historia. Concuerdo con ellos. Tal vez Gorillaz no haya tocado “DARE” o “On Melancholy Hill” con mariachi o haya dado alguna otra sorpresa, pero cierto es que si las palabras de Damon son ciertas, pasará mucho, en verdad mucho tiempo antes de que podamos ver de nueva cuenta a Gorillaz. Así que hoy, con un gran sabor de boca, solo puedo decir “Gracias”.

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