Después de la Segunda Guerra Mundial, ante la invasión de productos culturales provenientes de occidente, en Alemania los jóvenes comenzaron la búsqueda de identidad, una reacción a la oscuridad creada en torno al superado nazismo. En lo que respecta a la música, deconstruyeron estructuras musicales para crear un sonido propio. Así, por la maquinaria alemana pasó el jazz, la psicodelia, el rock progresivo y cuanta música imaginable que cupiera en el eclecticismo de la época, para después mezclar lo procesado con el ruido de una nación en reconstrucción. Surgió el Krautrock.

El sábado por la noche, unos cuantos tuvimos el privilegio de ver en acción a uno de los pilares del movimiento krautrock e integrante de legendarias bandas alemanas como Kraftwerk, NEU! y Harmonia: Michael Rother. Con no mucha difusión, pero sí gran respuesta, el concierto tuvo lugar en el estacionamiento del Instituto Goethe, como parte de la Noche Electrónica Alemana-Mexicana (NEAM). Antecedido por Vía Láctea y Marbeya Sound, Rother subió al escenario para, por más de hora y media, crear paisajes sonoros con base en ritmos concretos: todo sonido enmarcado en melodías de engañosa invariabilidad, lo cual remarcaba lo alucinante de sus rompimientos.

Acompañado por el genial Hans Lampe (exintegrante de La Düsseldorf, grupo del fallecido Klaus Dinger) y Franz Bargmann, el exKraftwerk abrió con “Neuschnee” de NEU!, para después seguir con todo un un set compuesto por música de las bandas de las que ha sido parte, así como de su repertorio como solista. Engañosa la austeridad de instrumentos: dos guitarras y una batería, a simple vista… sin embargo, las sonoridades evidenciaban que era más complejo el asunto. Distorsiones, percusiones sofocadas y finamente alteradas, sintetizadores y demás artilugios que Rother manipulaba detrás de una mesa en la que destacaba su laptop con el sticker de NEU!

Aunque muchas veces evocando el ruido de maquinaria pesada o cayendo en falsa automatización, lo hecho por Rother llevó al público al frenesí que ahora puede verse en raves. Evidencia de la innegable influencia que él y todos los miembros del movimiento krautrock tienen en la escena electrónico, así como bandas y músicos que tienen en lo experimental su carta de presentación: David Bowie, Sonic Youth, en su momento y, hasta la fecha, Radiohead.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania – vista como la gran perdedora – parecía condenada a la destrucción y al olvido. Sin embargo, el krautrock  es sólo una muestra de cómo esa sociedad logró sobreponerse e incluso satíricamente alimentarse de sus verdugos. Triste coincidencia: las deconstrucciones musicales de Rother en esta ocasión sirvieron de para recaudar fondos para México, un país que, tras los terremotos de septiembre pasado, se encuentra en vías de reconstrucción. Algo deberíamos retomar de la experiencia alemana.

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