Por: Álvaro Cortés

Fotografía: Santiago Arau

Hace 15 años, cuando era joven, mucho más joven de lo que soy ahora, vi por primera vez a Paul McCartney. De esa ocasión recuerdo formarme todo un día en el Palacio de los Deportes para comprar el boleto. La lluvia de esa tarde. La emocionada plática de una mujer contando cómo se volvió loca cuando pasaron A Hard Day’s Night en el cine y cómo entre sus hijos se cooperaron para lo de su boleto.

De otro señor recuerdo cómo contó cuando hizo bailar “Michelle” a su hija en sus XV años. El cansancio, el frío, compartir la comida, las canciones en coro. La alegría de todos al tener el boleto en mano. Escuchar en la radio la crónica del primer concierto.

“Mañana me toca”. Mi lugar, de los más baratos, pero en el centro. Ver que había gente (y por mucho) más fanática a The Beatles que yo. Los “sargentos pimienta” preparados para entrar al Palacio. “Hello, Goodbye”, “Maybe Im Amazed”, Abe Laboriel luciéndose en la batería y en los coros de “She’s Leaving Home”. Paul detrás del piano del “Magical Mystery Tour”. Los ojos bizcos en “The Fool on the Hill”. El final, con él diciéndome a mí (y otras miles de personas) “… and thank you to you, and you, and you… AND YOU”.

Ayer, 15 años después de eso, no hubo travesía para comprar boleto. Pero seguro recordaré cómo entre más me acercaba en bicicleta al Estadio Azteca, más sonreía. Cómo creía que todos sabían que iba para allá. No sé por qué. Es algo que se presiente. En el cruzar de miradas y saber que ese otro también irá o se quedó con las ganas de ir. La alegría, la emoción. Creer que me estaba perdiendo de “algo”, aunque llegué hora y media antes.

Pisar la cancha del Azteca. Oírlo todo retumbar cuando sonó “The Backseat of my car” (especialmente la línea We may end up in Mexico City…”). Bailar y corear “Say, Say, Say” con desconocidos.

Trataré de no olvidar cómo una voz dio la bienvenida a “la ceremonia”. Escuchar por 40 minutos – y a todo volumen – música de The Beatles. Los enormes cilindros con intensidad psicodélica en los que iban pasando las imágenes de Paul, John, George, Ringo. “Mira, ahí está de niño”. “Ahí con su mamá”. Wings, Linda McCartney. “¡Salud!” con un señor de casi 70 años, acompañado de su hija. El vertiginoso remolino de “A Day in the Life” con el que llegó la hora”. El emblemático bajo Hofner en gigantesco tamaño. Sir Paul McCartney. Un guitarrazo. “A Hard Day’s Night”, la primera de la noche.

Cómo a las 9:20pm el sonido parecía bajo. No sé si lo aumentaron o el oído se acostumbró. O quizás fue que los gritos y coros de las miles de personas compensaron. “Save Us” y atrás unos niños de seis-siete años. “¡Qué chingón que tu primer concierto sea Paul McCartney!”.

“Can’t Buy Me Love” y una señora chiflando a todo y su hija grabándola. “Letting Go”. Luego mi favorita: “Got to Get You Into My Life” con los gráficos del Rock Band. “I was alone, I took a ride, I didn’t know what I would find thereeeee”.

Claro, también hay cosas que no recordaré… por suerte. Porque, chale, siempre tiene que pasar algo: un tipo quería madrearse al señor de 70 años. No pasó nada, por suerte. Para “Let Me Roll It” el don ya estaba otra vez bien emocionado. Y Abe Laboriel revolviéndose en la batería y todavía con tiempo de quitarse y ponerse el micrófono que tenía adaptado.

Pero espero nunca olvidar cómo Paul McCartney no dejaba de causar gracia. Es un tipazo. Naturalito. Ya lo dice Whoopi Woldberg en The Beatles: Eight Days a Week: uno siente como que puede ser su amigo. “Todo mundo es bienvenido”. Y sí: los que estuvieron ahí con muchos esfuerzos y a los que ni una quincena les costó. Niños, jóvenes, adultos y más que adultos. Todos gritando, riendo, bailando y aplaudiendo los intentos de español del exBeatle.

“Hoy voy a tratar de hablar un poquito de español”. Unas palabras de memoria y otras escritas. Unas antes, otras después de las canciones. Unas más largas y otras sólo frases cortas. Las últimas, las más efectivas: “¡Son a toda madre!”. “¡Fuerza México!” Y un poco de “The Backseat of my Car”, después de “My Valentine”. Las canciones con dedicatoria. La de George Martin, “Love Me Do”. La de John Lennon, “Here Today”. La de su carnalito, George Harrison, “Something”. El nudo en la garganta cuando la canción explota. Cuando deja el ukulele y toma el bajo. Cuando suena el solo de guitarra mientras en las pantallas se ven imágenes de los cuatro juntitos. Caer en cuenta que ahí está ÉL (quizás por última vez).

En “Maybe I’m Amazed” se nota que McCartney tiene ganas, pero la voz ya no le da como antes. Pero todo se va compenzando. El público lo hizo en “In Spite of All the Danger” con el monumental coro, en “You Won’t See Me” con su breve explicación de cómo escribe canciones: “ésta comenzó con este riff”. “A Day in the Life” con el remate de “Give Peace a Chance”. “Being for the Benefit of Mr. Kite!”. Rifadísimos Brian Ray, Paul Wickens y Rusty Anderson. Con esta banda McCartney ha tocado más en vivo que con los mismísimos Beatles.

¿Cuántas se echó de jalón? Uffff. Sólo hasta después de poner a cantar o todo el Azteca con “Hey Jude”, se tomó un pequeño descanso. Ondearon las banderas de México, Reino Unido, Estados Unidos y la LGBT.

Y así como en el Abbey Road “Golden Slumbers” anuncia el final del disco, lo mismo pasó “Ayer”: “Why he had to go, I don’t know…” Y casi todos gritaron y se emocionaron cuando en “The End” cantó sabiamente “And in the end, The love you take is equal to the love you make”, pero a mí no dejó de apachurrárseme el corazón.

¿Será lo último que recuerde de Paul McCartney en vivo? No fui el único que se lo preguntó. “Pero dijo que va a regresar”, consoló un señor a una chica que se soltó a llorar. Increíble lo que provoca. Indescriptible. “Es una sensación escalofriante, porque sabes que es un fenómeno único en su tipo”, dijo en su momento el periodista Larry Kane, después de acompañar a The Beatles en gira. Hace más de 50 años de eso y McCartney en solitario sigue produciendo lo mismo y, quizás, de manera monstruosamente superior.

Y también recordaré los cánticos en los túneles del Azteca y que, mientras regresaba en bicicleta a mi casa, no podía sacarme de la cabeza “Only One More Kiss”. No sé por qué. Espero que la toque cuando regrese.

Setlist:

1.- A Hard Day’s Night

2.- Save Us

3.- Can’t Buy Me Love

4.- Letting Go

5.- Got to Get You Into My Life

6.- Let Me Roll It

7.- I’ve Got a Feeling

8.- My Valentine

9.- Nineteen Hundred and Eighty-Five

10.- Maybe I’m Amazed

11.- We Can Work It Out

12.- In Spite of All the Danger

13.- You Won’t See Me

14.- Love Me Do

15.- And I Love Her

16.- Blackbird

17.- Here Today

18.- Queenie Eye

19.- New

20.- Lady Madonna

21.- FourFiveSeconds

22.- Eleanor Rigby

23.- I Wanna Be Your Man

24.- Being for the Benefit of Mr. Kite!

25.- Something

26.- A Day in the Life

27.- Ob-La-Di, Ob-La, Da

28.- Band on the Run

29.- Back in the USSR

30.- Let It Be

32.- Hey Jude

ENCORE

33.- Yesterday

34.- Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band

35.- Helter Skelter

36.- Birthday

37.- Golden Slumbers

38.- Carry That Weight

39.- The End

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Hola, soy Álvaro. Estoy en sopitas.com desde hace algunos años. Todo ha sido diversión, incluso las críticas de los lectores. La mejor de todas: "Álvaro Cortés, córtate las manos".

Comentarios

Comenta con tu cuenta de Facebook