Y continuamos con este apartado que busca recordar aquellos compositores mexicanos que gracias a su legado musical han marcado nuestra identidad cultural. Porque hay que ver y escuchar la música como un lenguaje complejo en el que podemos conocer aspectos mucho más profundo de una época en concreto; puntos tanto económicos, políticos, sociales y culturales a través de las notas.

La historia nos ayuda a entender nuestro presente y nuestras ambiciones a futuro, conocer nuestra identidad cultural nos recuerda cómo era México hace unos años, qué aspiraban nuestros padre o abuelos, qué los conmovía, de qué hablaban y cómo se expresaban, identidad que a decir verdad es amenazada por la monstruosa industria musical que nos rodea hoy en día pero que podemos mediar al menos siendo conscientes de quiénes fuimos y somos ahora.

Agustín Lara

Y esta ocasión es turno de Agustín Lara, uno de los compositores e interpretes más célebres que hemos tenido, y que no sólo ha sido homenajeado o celebrado en nuestro país, sino que logró conquistar países de Centroamérica, Sudamérica, El Caribe y España, pero también rebasó fronteras en idiomas y logró reconocimientos en países como Estados Unidos, Italia y hasta Japón.

 

 

Conocido como “El músico Poeta” y “El Flaco de Oro”, su música acompañó a toda una generación, logrando ser uno de los más reconocidos dentro del género.

Respecto a su fecha de nacimiento hay mucha controversia. Él declaró que había nacido en Tlacotalpan, Veracruz el 30 de octubre de 1900, pero él era un mentiroso empedernido así que muchos no tomaron confianza en esa declaración. Muchas personas afirman que realmente nació en la Ciudad de México y otros más en Puebla. Y bueno, a decir verdad no somos wikipedia y eso no tiene tanta relevancia, lo más importante es su música.

Desde pequeño Agustín Lara mostró talento tras el piano, trató de estudiar en el Liceo Fournier pero tuvo que abandonar sus estudios para sustentar su hogar, fue así que a la edad de 12 años trabajó en clubes nocturnos y cabarets a escondidas de su familia quienes creían que tenía turnos nocturnos en telégrafos. Fue en ese mundo donde Agustín Lara comenzó a demostrar talento tras la composición, allí compuso la canción “Marucha”, escrita en honor a uno de sus primeros amores.

 

 

Por ahí dicen los rumores que su música logró hasta generar discusiones entre las mujeres, y de hecho hasta una corista llamada Estrella lo atacó con una botella rota que le causó una cicatriz en su rostro que llevó hasta su muerte.

El caso es que este mundo nocturno logró afinar la contemplación artística de Agustín, quien logró ver aquellos detalles de la vida diaria, el sentir de la gente y lo plasmó de una forma tan sincera a través de sus letras que toda persona indudablemente podría identificarse de una u otra forma.

Ese mismo talento y tan sublime visión lo hizo ser todo un romántico, fue muy reconocido por sus múltiples amores como con Esther Rivas, Angelina Bruscheta, Clarita Martínez, etc. pero quizá uno de sus amores más relevantes fue su matrimonio con María Félix, a quien le dedicó canciones icónicas en su carrera como “María Bonita”, “Aquel amor” y “Noche de ronda”.

 

 

Su música también le otorgó reconocimientos sumamente importantes como el que le hizo el dictador español Francisco Franco, quien en 1965 le obsequió una casa en Granada (España) gracias a las canciones que el compositor dedicó a Toledo, Granada, Sevilla, Valencia, Madrid y Murcia; lo más gracioso es que Agustín Lara no conocía España cuando compuso esas canciones.

El legado de Agustín Lara es sumamente extenso, pero a través de éste nuestros sentimientos lograran una empatía en la que una nostalgia nos invadirá y en la que indudablemente nos pone a imaginar cómo habrá sido vivir en aquella época en donde su música sonaba a través de los fonógrafos y las parejas de enamorados eran cautivados con las cartas que tardaban en llegar casi una semana a su destino.

La música de Agustín Lara nos muestra la sensibilidad de una época, y deja en claro en cómo era concebido el amor, las ciudades, las calles, la vida nocturna, etc.

Agustín Lara falleció el 6 de noviembre de 1970 después de entrar en coma por un derrame cerebral. Por orden presidencial fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón de Dolores en la Ciudad de México. Desde entonces un sinfín de artistas tanto nacionales como internacionales siguen recordándolos a través de homenajes de sus canciones que indudablemente forman parte de nuestra identidad cultural.

 

 

T: @hreveh

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