Por @hombregratis
Auditorio Nacional 24 horas después de Flaming Lips en #TAGDF, uno de los eventos más instagrameados de la historia, Alondra de la Parra dirigió su Orquesta de las Américas musicalizando en vivo West Side Story. No por nada el Auditorio Nacional es el recinto número uno del mundo por cantidad de eventos al año, por encima del Radio City Music Hall de Nueva York.
El musical West Side Story se monta en Broadway en 1957 para después convertirse en película en 1961. Es una adaptación moderna de Romeo y Julieta ambientada en Nueva York con música de Leonard Bernstetin. En vez de los Capuleto y los Montesco, West Side Story trata de la rivalidad entre dos bandas callejeras. Por un lado los Sharks conformada por Pueltoliqueños y por otro los Jets, quienes sienten que son los verdaderos estadounidenses a pesar de ser hijos de inmigrantes Polacos. Lleno total en el Auditorio con un promedio de edad proporcional a la antigüedad de la película.
Yo sinceramente nunca había visto West Side Story y es impresionante como es base a múltiples referencias de cultura popular. Por ejemplo, la primera escena es una coreografía de ambas bandas disputando el territorio, me recordó cuando Bart Simpson y compañía se internan en Shelbyville para recuperar el limonero. La parte donde Bart grafitea “Springfield Rules Suckers” es tal cual. Los bailables son predecesores de Vaselina y las peleas callejeras te traen a la mente a los Warriors “come out and play”. Uno de los mejores números son los Puertorriqueños discutiendo si hay mejor vida en América a.k.a Estados Unidos que en su tierra natal. De esa canción los Fabulosos Cadillacs sacan el intro de su rola “V Centenario” que dice “Quiero vivir en América, Quiero morir en América, Quiero ser libre en América, Me van a matar en América”. Finalmente, en West Side Story un policía llamado Officer Krupke que está intentando evitar violencia entre los Jets y los Sharks. Hay un capítulo de Curb your Enthusiasm donde Larry David conoce a un oficia de apellido Krupke. Larry no lo puede creer, está emocionadísimo de conocer al verdadero oficial Krupke. Desafortunadamente el policía, como yo, no había visto West Side Story por lo que no entiende nada. El episodio es del 2009 por lo que solo me tomó 6 años entender el chiste.
La experiencia de West Side Story con orquesta en vivo tiene un par de años que se ideó y ha dado ya la vuelta al mundo. Fue todo un tema ya que las partituras originales de Leonard Bernstein estaban desaparecidas y se requirió de mucha tecnología para poder aislar la música de los diálogos y sonidos incidentales. El slogan de Cinemex es “La magia del Cine” ya que en sus inicios, el 7mo arte parecía brujería al combinar sonido con imágenes en movimiento. El público queda absorto siguiendo la trama, pero debajo de la pantalla gigante hay 100 músicos tocando con sincronización milimétrica. La película dura aproximadamente 150 minutos de los cuales 90 llevan orquesta. Los momentos de puro diálogo veías como Alondra se sentaba a observar, para de repente ponerse de pie y con movimientos de manos daba la pauta para sutilmente encender la orquesta.
Yo soy el clásico naco que va a una exposición de arte contemporáneo y dice “eso yo lo puedo hacer” o ve a un director de orquesta y piensa “cualquiera puede mover las manos así”. He seguido últimamente los movimientos de la maestra de la Parra y es impresionante. Viaja a Japón, Irlanda o Australia donde encuentra una orquesta desconocida, ensaya algunos días para dar una sola presentación y de inmediato volar al siguiente destino a interpretar una obra diferente. Un par de semanas antes de West Side Story, estaba dirigiendo ni más ni menos que a la Filarmónica de París donde presentó ante los francesitos el inigualable “Huapango” de Moncayo. Para West Side Story lo mismo, un par de ensayos antes y lista para dar un show perfecto. Es incuantificable las horas de preparación invertidas por la directora para lograr llevar a cabo un evento de esta magnitud.
Dicen que origen es destino y todo en esta vida suma, pero lograr que 9000 personas voluntariamente paguen en promedio $1000 pesos para escuchar música clásica definitivamente merece un fuerte aplauso.