Y como cada miércoles aquí está la sección en donde recordamos a los compositores más importantes de nuestro país, del cual gracias a su legado musical han dejado una huella inigualable dentro de nuestra identidad cultural. Una identidad de la que debemos sentirnos orgullosos por el enorme catálogo de artistas que se han formado en nuestras trincheras.

Porque hay que entender que la música es un lenguaje mucho más complicado de lo que a simple escucha pareciera. Se trata de un registro temporal en el que a través de las notas podemos conocer aspectos mucho más profundos como económicos, políticos, sociales y culturales.

Hoy en día la monstruosa industria musical de otros países parecen opacar o hacer que poco a poco se olvide nuestra identidad, por ello creemos importante que al menos debemos ser conscientes de la cultura que nos ha ido formando a lo largo de los años, conocernos a nosotros mismos y recordar quiénes hemos sido.

Álvaro Carrillo

Esta ocasión hablaré de Álvaro Carrillo, considerado como uno de los principales compositores de música popular a quien le debemos agradecer por sus más de 300 canciones.

Álvaro nació en Cacahuatepec, Oaxaca, en el año 1919. Gran parte de su infancia la vivió en su natal Cacahuatepec, en donde estudió e ingresó al Internado Agrícola Indígena de San Padreo Amuzgos, pero debido a revueltas sociales por el reparto de tierras su carrera fue truncada cuando el internado clausuró. Sin embargo, en aquella época comenzó a demostrar su talento para componer letra, compuso “Celia”, una letra inspirada en una compañera de quien se enamoro y a petición de un amigo logró dar vida a “La amuzgueña”.

 

 

Mientras componía en solitario y dentro de su imaginación, Álvaro continuó sus estudios en relación a la agricultura, estudió en la Universidad de Chapingo en donde incluso cuando terminó y se tituló como ingeniero agrónomo, compuso el tema “Adiós a Chapingo”, canción que hoy en día es como un himno para la institución.

La capacidad de Álvaro para el estudio era sobresaliente, pero su vocación para la agricultura se vio apocada por su pasión tras las letras. Siempre se le consideró como un cancionero más que un compositor. La diferencia radica que el primero se encarga de dar forma casi artesanalmente a las historias, tomando sus propias vivencias como inspiración; el compositor, por otro lado, se dedica a dar forma a la música de manera mucho más académica.

 

 

Bohemio de corazón, cuando Álvaro comenzó a ser reconocido dejó la agricultura para dedicarse por completo a la música. Siguió componiendo de la mano con su gran amigo Carlos Madrigal, quien le ayudó a que el Trío Los Duendes grabaran su tema “Amor Mío” que lo convirtió en un gran éxito.

Logró que grandes intérpretes dieran vida a sus temas, entre ellos Vicente Fernández, Chavela Vargas, Frank Sinatra, Pablo Milanés, Tania Libertad, Los Ases, Los Panchos, José José, Lila Downs, entre muchos más. De hecho hasta cuentan los rumores que el en ese entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos, era un gran fanático de su música, invitándolo ocasionalmente para que ofreciera shows en privado y con cheques en blanco que modestamente Álvaro siempre decía que le pagaran lo que quisieran, que él jamás abusaría.

 

 

Álvaro Carrillo falleció trágicamente junto con su esposa y su chofer en un choque automovilístico en la Ciudad de México el 3 de abril de 1969. Los cuerpos fueron velados en el Teatro de los Compositores y fueron inhumados en el Lote de Compositores del Panteón Jardín.

Considerado como una pieza clave en nuestra identidad cultura, Álvaro Carrillo sigue siendo recordado cada año en la Universidad de Chapingo, en donde invitan a los estudiantes a un concurso de composición recordando el inigualable paso de Carrillo por sus pasillos e instalaciones.

 

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