En su tercer año alcanzó la madurez. Un proyecto que va de la mano con la recuperación del centro de una ciudad que no duerme y que concentra el turismo en el sur de la misma.

A través de tres días de música, conferencias, comida y arte callejero, Life is Beautiful intervino el Downtown de Las Vegas para quedarse de manera permanente. Cerca de 90 mil personas asistieron al llamado que hicieron Stevie Wonder, Kendrick Lamar y los Imagine Dragons en la parte superior del lineup.

 

Día 1

El color se desborda. Los hoteles, casinos, edificios de departamentos y pequeños negocios de la zona donaron sus muros para que fueran intervenidos. Desde el momento de cruzar el acceso principal, justo frente a la Fremont Street Experience, el nuevo atractivo turístico de la zona, se puede sentir el ambiente. Obras a gran escala de más de diez artistas de diversas partes del mundo tomaron el espacio para quedarse de manera permanente, a manera de museo callejero.

Fueron 4 escenarios: una carpa de música electrónica donde la música nunca paró; el escenario principal, montado en un enorme estacionamiento de la zona; uno secundario, (un poco más pequeño) cinco calles a lo lejos, y uno más, muy pequeño, para las bandas emergentes.

El Downtown Stage, de mayor tamaño, tuvo una tarde relajada con Edward Sharpe and the Magnetic Zeros, Hozier y Stevie Wonder al mando. La fiesta se presentó al otro lado del festival donde Atmosphere, Twenty One Pilots y Major Lazer reventaron la fiesta en un lugar donde hizo falta espacio para más fanáticos.

La otra oferta del festival, la comida, también llamó la atención pues los tres enormes espacios designados estuvieron a tope toda la jornada, además de las múltiples foodtrucks que en el camino podías encontrar. Comida italiana, fusión, japonesa, tailandesa y helados diseñados al momento fueron sólo algunas de las opciones para cargar energía.

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Día 2

Hubo más gente que en el primer día pero nada colapsó. La fila de ingreso es de menos de tres minutos, en sólo dos puedes conseguir una cerveza y los mejores lugares de comida te entregan en menos de diez. La organización del festival es prácticamente perfecta. Hay seguridad en cada esquina pero en ningún momento se meten con la gente. La premisa es, tal como lo compartieron en los folletos de la entrada, divertirse con sentido común, respetando a los asistentes y al staff. Así de sencillo.

Desde muy temprano el escenario principal invitó a no salir de ahí. New Politics, Royal Blood, Glass Animals, Metric, Duran Duran e Imagine Dragons, en ese orden, provocaron que algunos no camináramos mucho hacia otro sitio, únicamente a ver el poderoso show de Future Islands, aunque Clean Bandit, Chance the Rapper y Snoop Dogg lograron el cometido de separar a los asistentes en los dos polos.

El sonido en las cuatro sedes suena fuerte y claro, en especial en la carpa que curó Insomniac, empresa encargada del EDC, donde The Magician, What so Not, Audien y Carnage, entre otros, mantuvieron 10 horas seguidas de baile, un punto más a favor de la organización.

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Día 3

El día más concurrido, aunque también ya se respira la nostalgia del final. Una de las más grandes estrellas musicales de la ciudad se presentó y no olvidó cargar con regalos. Justo a la mitad de su set Brandon Flowers pidió que le cambiaran su teclado que no funcionaba,  el momento lo aprovecharon sus viejos compañeros de andanzas para tomar el escenario. The Killers en casa provocó la locura. Las calles del centro de Las Vegas se convirtieron en ríos de gente corriendo para alcanzar a corear alguna de las seis canciones que Dave Keuning, Mark Stoermer y Ronnie Vannucci tocaron junto Flowers para demostrar cuál es LA banda de la ciudad, a pesar de que un día antes Imagine Dragon cerró ese mismo escenario.

Best Coast, Run the Jewels, Walk the Moon, Saint Motel y Weezer prepararon el final, en el que Death Cab for Cutie consintió a sus fans en un extremo y, después, cuando ya el resto de los escenarios cerraron, Kendrick Lamar presentó por todo lo alto su To Pimp a Butterfly. El rapero californiano aprovechó la atención al quedar como último acto, y demostró por qué es él quien lleva la batuta del género en este momento.

Life is Beautiful dejó en claro que en tres días se pueden cumplir los objetivos planteados sin la necesidad de meter 200 mil personas al festival. Ayudó a la resurrección de una zona casi olvidada de la ciudad, dejó un museo callejero y gratuito disponible para el turismo y ofreció una organización que debería ser la envidia (o el ejemplo) de muchos festivales en México, y algunos otros también en Estados Unidos.

Por: @coneado

 

Galeria

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