“Y te dije que fueras paciente”, explota el coro de “Skinny Love” de Bon Iver, pero ¿qué tanta paciencia habría uno de tener?

Han pasado diez años desde el lanzamiento del icónico debut de Bon Iver, un disco que terminó por consagrar la era del indie folk, tras los trancazos que en su momento significaron obras como el “I’m Wide Awake, It’s Morning” de Bright Eyes, “Cripple Crow” de Devendra Banhart o el “In Between Dreams” de Jack Johnson. Basta con buscar en Google “Best Folk Albums of the 2000s” para encontrar “For Emma, Forever Ago” de Bon Iver como la primera referencia.

Mejores Discos de Folk Bon Iver

Pero ese, no es el único dato sorprendente relacionado con Bon Iver y los diez años que han transcurrido desde el 2007, sino que por alguna razón, nunca no habían dado una sola entrevista para algún medio latinoamericano en todo este tiempo.  ¿Qué tanta paciencia había que tener?

Tal vez la suficiente como para tomar un avión a Orlando, manejar un par de horas y llegar al discreto poblado de St. Augustine, Florida: la primera ciudad que se fundó en los Estados Unidos y una de las más antiguas del continente.

St Augustine Bon IverVista aerea del Anfiteatro de Augustine: Foto: Flapresenters

Fundada en 1565 por el almirante español Pedro Menéndez de Avilés, quién llegó (como casi todos los españoles que llegaron a nuestro continente en aquel entonces) por accidente a esta locación como parte de su expedición para encontrar la “Fuente de la Eterna Juventud”, St Augustine, cuenta con una población de 11,500 habitantes y está resguardada por el Castillo de San Marcos, que en su momento, también se convirtió en un santuario (tal vez el primer santuario) para los esclavos negros.  Tierra adentro, la costa se convierte en selva y en medio de los árboles, se encuentra el Anfiteatro de St.Augustine, mi punto de encuentro, con Justin Vernon y Bon Iver, irónicamente, al día siguiente de que se hubiesen cumplido exactamente los 10 años del lanzamiento de  “For Emma, for Ever Ago”, lo cual a su vez, significaba que la carrera musical de Justin Vernon estaba por cumplir veinte años. Los primeros diez, los pasó tocando con diversas bandas, que nunca lograron afianzarse. De hecho, el rompimiento de una de ellas, fue la que lo llevó a refugiarse en una cabaña de su padre en Winsconsin durante el invierno del 2006, para componer lo que a la postre sería el aclamado debut de Bon Iver.

“Ha sido una de las cosas más extrañas que me han ocurrido, y en donde todo cambió rápidamente. Mucha gente atraviesa por cambios importantes en su vida cuando cuando tiene o esta por llegar a los 20 años, pero para mi nada había pasado. Yo crecí en Eau Claire, Winsconsin, pero ahora había regresado en busca de un refugio, y sin saberlo fue un gran lugar para incubar, desarrollar y crear mis canciones y lo que sentía en ese momento, pero tampoco es que estuviera preparado para algo más, así que (con el éxito del disco) quedé expuesto ante el mundo, sin estar realmente preparado para ello, lo que significó un gran ajuste en mi vida. De hecho creo que sigo tratando de ajustarme. Hay momentos en donde mi confianza como persona y como artista están en polos opuestos y eso te provoca una gran ansiedad, una terrible ansiedad, que te termina provocando un agotamiento mental del que a momentos necesitas distanciarte, y tal vez sea por ello que nos ha tomado tanto tiempo ir a México” reflexiona Vernon en su camerino.

Y es que ¿cómo pasar de ser un chico de Winsconsin que acaba de escribir algunas canciones inspirado por una ruptura amorosa y sobre todo, por la ruptura de su banda, sin saber que meses después, alguna de sus canciones terminaría siendo sampleada por Kanye West, marcando el inicio de una importante colaboración de los dos artistas para los próximos discos del rapero?

Cameron Wittig & Crystal Quinn

La música está hecha para conectar de diversas formas, con diversas personas.  Estoy seguro que si estás leyendo esto es porque alguna canción de Bon Iver te remite a algún momento específico de tu vida, y cuando comienzo a compartir el mío con Justin Vernon, sutilmente me interrumpe:  “Es interesante lo que estas diciendo, porque hacer el disco, es mi reflexión, mi interpretación y una vez que el disco está terminado…..la gente es la que le da la interpretación que quiere.  Para mi lo más honesto que puedo decir es que hubo un momento en donde me senté y  reflexioné sobre lo que pasaba en ese momento en mi vida, tratando de convertir todos los sentimientos que estaba sintiendo, per una vez que el disco estaba hecho, tuve que entender que ese disco ya no era sólo mío y esas reflexiones, dejaron de ser sólo mías. Hoy ya no pienso mucho en el disco; estoy orgulloso de él y es increíble como toca la gente, afecta a la gente, lastima a la gente y tal vez ese es el gran mérito artístico que tiene.”

Cuando uno piensa en esa cabaña de Winsconsin, en invierno, no puede pensar en otra cosa más que en la soledad que se puede sentir y vivir en ese entorno, y esa imagen mental, es la que cualquier persona puede tener de Justin Vernon como un tipo solitario:  No da muchas entrevistas, no da muchos conciertos, no le gusta que le tomen fotos ni mucho menos ver su cara en todos lados.  Al contrario, es un tipo que por más cliché que suene, busca llevar una vida normal, pero ¿solitario?  “Me cuelgan mucho eso todo el tiempo y en los últimos diez años, NUNCA he estado sólo. Digo, estuve un año solo para hacer el disco, pero en realidad soy un tipo muy social, de hecho suelo ser el que termina alentando las reuniones en la gira, pero al mismo tiempo he pasado los últimos diez años buscando ese “lugar silencioso” y en el último año he comenzado a entender que no importa que tanto te guste esto (el ruido, la gente, la gira) sólo hay una determinada cantidad de gasolina en el tanque, y tan pronto se acabe, no podrás seguir manejándolo, así que volver a ese lugar, a ese silencio, sigue un reto para mi….”

Foto: Cameron Wittig & Crystal Quinn

Pero en realidad, encontrar ese silencio, esa paz mental, se ha vuelto un reto para todos los que vivimos en este mundo hoy en día. Vivimos en una era llena de ruido, de noticias, de selfies, de likes…“La fama es peligrosa” vuelve a interrumpir Vernon.

“Cuando termino de hacer un disco, terminé de hacer un disco, ya no me corresponde a mi juzgarlo o valorarlo, de hecho creo que doy pocas entrevistas porque me parece que la gente es la que debería hablar del disco, (bien o mal) y no ser yo el que te diga cómo debes sentirte con cada canción. Honestamente no creo que a la gente le interese la historia personal del porqué escribí esa canción o aquella otra, y de alguna forma, eso también tiene sus contras, sobre todo cuando eres un ser humano, te vuelves famoso y comienzas a creerte (o a construir) una imagen….. no puedo dejar de pensar en este tema de Louis C.K.,  me siento tan lastimado, tan enojado y tan decepcionado… porque tienes enfrente a una persona en la que decidiste confiar tanto, y que creíste que sería el que podría desenmascarar la verdad, y que se supone que el tenía que ser un portavoz de las víctimas….y al final…es peligroso. La fama es peligrosa e innecesaria en mi opinión. Es necesario tener líderes y que existan personas que nos inspiren, pero el asumirte como una de ellas, es peligroso, porque puede terminar por destruirte y eso a mi no me interesa”.

Foto: Cameron Wittig & Crystal Quinn

Cuando Vernon habla de un mundo lleno de ruido y de la imperiosa necesidad de encontrar un lugar de silencio, uno puede entender el proceso que atraviesa entre disco y disco.  Después de ‘For Emma’ pasaron cuatro años para que Bon Iver editara su álbum homónimo en el 2011, para el que el grupo reclutó a una serie de músicos que le permitieran recrear los mismos sonidos grabados en el estudio durante sus presentaciones en vivo.  Cuando dicha gira culminó Vernon regresó a Winsconsin y tomó su guitarra, pero las canciones no estaban ahí, así que lejos de forzarse, decidió fundar junto con Aaron Dessner de The National, un festival boutique llamado Eaux Claires, que en sus tres años de historia ha visto pasar a actos como James Blake, Vince Staples, Sufjan Stevens, y por supuesto, The National y Bon Iver.

“El mundo se está moviendo mucho más rápido de lo que se están moviendo nuestras mentes, y por eso es importante estar juntos, reunirte con tus amigos, ir a un concierto, charlar, tomarse una pausa, un momento para estar” dice Vernon sobre Eaux Claires, un festival que gradualmente le permitió acercarse a las composiciones que a la postre terminaron formando ’22,a Million’ un disco que conquistó a propios y extraños por el importante cambio de ritmos, influencias y sonidos que representó para Bon Iver.

En vez de comenzar a componer con su guitarra, Vernon comenzó a experimentar con un sintetizador, un Vocoder y una mezcladora que le permitiera reunir elementos, como por ejemplo, un pedazo de cinta cortada de un cassette de Neil Young o 150 tipos de saxofones en la mezcla.

En su afán de encontrar un lugar silencioso, Vernon viajó a Grecia con la esperanza de que el sol y el mediterráneo le ayudaran a reencontrarse, pero su suerte no fue la que esperaba, pues aunque todos hemos visto fotos espectaculares de Grecia y el Mediterraneo durante el verano, el clima suele hacer de las suyas cuando vas en otras épocas del año en donde los destinos turísticos están vacíos. Así que lo que parecía ser una búsqueda de paz y optimismo, terminó por convertirse en otra miserable colección de momentos para Justin Vernon, quién entre el frío y la soledad, terminó por acuñar la frase “It might be over soon” que reza el coro de “22, a Million”, una especie de Mantra que de alguna u otra forma, nos muestra la dualidad de que todo lo malo que nos pasa, es pasajero, pero lo bueno también.

Cada una de las diez canciones que conforman “22, a Million” incorporan algún número en su título, un número cuyo significado pertenece únicamente a Justin Vernon, quién acepta que a lo largo de su vida, siempre ha estado ligado al número 22, el número con el que jugaba en la escuela y que según acepta, al día de hoy le sigue acompañando al poner su despertador diariamente 22 minutos después de la hora.

A lo largo de 34 minutos, “22, a Million”  no sólo ensambla números, efectos y momentos, sino también significa un nuevo paso en la carrera de Bon Iver, una que les ha llevado a alejarse del habitual circuito de conciertos, y en la que buscan tener una cercanía mucho más honesta con la gente.

“Para mi el rock & roll no tenía esa premisa comercial, la musica se empezó a grabar hace ¿qué?, 100 años o algo así, y casi de inmediato, se convirtió en un negocio en donde la gente blanca, básicamente podía explotar a los negros y así nació la música popular.  Lo curioso e irónico del asunto, es que los actos más comerciales, han dejado de generar cierto ímpetu entre la sociedad, y a lo que me refiero es que en su momento, el rock, llegó para decir “a la chingada esto, a la chingada lo otro, voy a hablar, y voy a protestar”, no tal vez en contra de un político en particular, sino voy a hacerlo como una forma de expresarme como un ser humano, y voy a gritar, voy a brincar, voy a romper y quemar mi guitarra y no se trata de estar en contra de todo, pero el rock llegó para señalar las cosas que estaban mal en muchos aspectos, y no es que el rock and roll sea la única herramienta que exista para hacerlo, pero por mucho, es la forma de protesta de mayor alcance y la más popular en todo el mundo.  La gente me decía “deberías estar orgulloso del Grammy”… y me enloquecía y decía ¿por qué?… es una distracción de lo realmente importante.  No haces música para ser el número uno….  algún día no estarás acá.  No se trata de si eres Taylor Swift o Justin Vernon, se trata de lo que puedas hacer por otras personas. No solo en la música, también en acciones sociales, en política….  La música se ha vuelto una comodidad”.

Justin Vernon y Bon Iver se presentarán por primera vez en México el próximo 28 de Enero del 2018 en el Pepsi Center y créanme que si existe una banda capaz transportar la belleza de un disco a un escenario, esa, es Bon Iver.

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