Con música de Leonard Cohen, Nick Cave y toda la cosa, pero el público se impacientó con el manchado retraso de casi una hora. Hubo rechifla… pero rápido se olvidó todo, en cuanto se apagaron las luces y Caifanes salió al escenario del Auditorio Nacional.
“Con Caifanes, el espectáculo son ustedes”, dijo Saúl Hernández al inicio. Y sí. Con la legendaria banda capitalina parece que el público ya no va a ver un espectáculo, a escuchar qué tan bien tocan. No quiere sorprenderse: la gente paga para cantar las canciones que se sabe (porque le gustan). Una fiesta, un karaoke multitudinario.
¿Quién anda por acá en el concierto de @CAIFANESMEX? ☝🏼☝🏼☝🏼 pic.twitter.com/sMvDotOqYg
— SopitasFM (@sopitasfm) September 14, 2019
Y Saúl y compañía parece que lo saben… y complacen. Desde la inicial “Antes de que nos olviden”, la banda sólo sirvió de acompañamiento para que la gente que abarrotó el Auditorio Nacional cantara a todo pulmón. El vocalista de Caifanes se hizo presente hasta más de la mitad de la canción… y así pasó con gran parte del repertorio que fue tocado en casi dos horas de concierto.
Las que no pueden faltar: “Hasta morir”, “Ayer me dijo un ave”, “La célula que explota”, “Debajo de tu piel”, “No dejes que”, “Para que no digas que no pienso en ti”, “Miedo”, “Cuéntame tu vida”, “Los dioses ocultos”, “Aviéntame”, “Nos vamos juntos”, “Mátenme porque me muero”.
Claro… también hubo speech de Saúl Hernández. ¿Algo nuevo? Pues quizás que tocaron algunas que no son muy usuales: “Nada”, “Tortuga”, “Mariquita”, “Te estoy mirando”… y la nueva, nueva, “Heridos”. Ahhhh y “Afuera”, con ese horrible arreglo que le hicieron.
Luego del primer y único encore de la banda, mucha gente comenzó a irse. Igual para agarrar Metro (si hubieran comenzado a la hora, pfffff hasta sobraba tiempo) o quizás porque ya sabían en qué terminaba el show. Tomando en consideración las que ya se habían tocado, los cálculos no eran tan difíciles: “Nubes”, “Viento” y “La Negra Tomasa”. Caifanes, cumplidores como siempre. El público, con las gargantas afectadas, pero feliz de ser el espéctaculo.
