Jorge Drexler, músico uruguayo ganador de un premio Óscar, lanzó a finales del año pasado un ambicioso proyecto en el que converge la música, la poesía y la tecnología.

Hablamos de “N”, una aplicación en la que Drexler y el equipo español de Wake App, han diseñado una experiencia revolucionaria en la que por primera vez “el oyente se transforma en usuario”.

El proyecto está compuesto por tres “aplicanciones” (como las llama Drexler): “Habitación 316”, “Madera a la deriva” y “Décima a la décima”. Todas fueron creadas específicamente para poder ser manipuladas por medio de un dispositivo móvil (iOS y Android), con el objetivo de que cualquiera pueda crear y recrear una misma pieza con posibilidades casi infinitas.

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Hace unas semanas tuvimos la posibilidad de platicar con Jorge acerca de “N”, así como sobre la ciencia y arte involucradas en este innovador proyecto. Aquí lo que nos contó:

¿De qué forma surgió la idea de hacer un proyecto como “N”? Por ahí alguna vez dijiste que había tenido algo que ver con lo que Björk hizo en “Biophilia”, su último disco.

Sí, es cierto que cuando vi lo de Björk me pareció maravilloso y nos sirvió como inspiración. Sin embargo, creo que lo que hicimos es diferente a eso, porque la idea de “N” es que estas canciones “combinatorias” sean tocadas y escuchadas de esta forma. No hay otra manera de presentarlas, pues están pensadas específicamente para una aplicación.

¿Cómo fue el proceso creativo con la gente de Wake App?

Todo fue una gran colaboración, porque estuvimos trabajando muy de cerca en todos los aspectos del proyecto. No fue sencillo, pues “N” es algo distinto a lo que se ha hecho antes, así que tuvimos que trabajar mucho para que las cosas salieran como esperábamos.

Hablando de este proceso, tuviste que modificar las piezas musicales en el camino, conforme se iban probando las “aplicaciones”, como tú las llamas. ¿Qué tan complejo fue hacer estas modificaciones sobre la marcha para que todo hilara de la forma en que tú querías?

Fue un trabajo agotador y sobre todo, porque hay que tomar en cuenta todas las posibilidades o por le menos todas las que se nos ocurrieron. Al ser algo tan complejo, se deben probar todas variables posibles.

Y en cuanto a la parte narrativa y poética de las obras, en la que los versos y estrofas se combinan para dar un resultado final. ¿Cómo fue esto?

Muy complicado. Probamos todas las combinaciones que se nos ocurrieron y todas tienen sentido. Están pensadas para que las canciones no digan alguna cosa sin sentido, sin importar la variables que se mezclen. En el caso de la primera pieza, “Habitación 316”, se trata de dos desconocidos que se encuentran en una habitación de hotel y las infinitas posibilidades de historias que se dan en un mismo encuentro.

Al existir esta relación en “N” con las matemáticas y pensando que el caos es tan natural en una ciencia como esa, uno piensa si en una obra tan estructurada como “N” existe espacio para el caos. ¿Lo hay?

Claro, el caos es la materia prima de “N”, las canciones están hechas para navegar y alimentarse a través del caos que existe en el azar.

Dejando fuera el lugar común en donde se recita que la obra es algo que el artista deja para que el espectador la haga suya, parece que en “N” esto algo literal: el oyente o el usuario en este caso, se convierte en intérprete y puede manipular y construir la música. Ya decía Roland Barthes que “el lector completa la escritura”. ¿Cuál es tu sentimiento al respecto?

En el caso de “N”, las canciones están pensadas como si fueran “canciones líquidas”, las cuales se transforman y mutan. La idea es que las personas puedan jugar con estos elementos y encontrar nuevas formas y combinaciones. Cada canción es distinta, pero dentro de estas diferencias, todas son parte de una misma cosa.

Para terminar y volviendo un poco con la ciencia: en las matemáticas todo se basa en fórmulas y “N” está basado en eso precisamente, sin embargo, un artista es juzgado si cae en fórmulas y repeticiones. ¿Cómo es para ti alejarte de las fórmulas de “N” y pensar en hacer música cómo la hacía antes? ¿Son cosas así de distintas?

No tengo problema alguno con hacer canciones como las que hacía antes, seguiré haciendo música de la misma forma en que lo hacía y seguramente también con canciones “combinatorias”, como lo hice en “N”.

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