Por: Alex Ferreira

¿Será posible poseer algo en una realidad donde lo único constante es el cambio y nada es eterno?

¿Por qué hay tantas canciones que hablan de disponer del otro, aquello de “eres mío/a”? ¿El amor consiste en mirarse el uno al otro o en mirar juntos en la misma dirección? 

La verdad que el temita este es tan complejo que después de tantas canciones, poemas, libros y pinturas aún no existen expertos,  seguimos descifrando sus capas infinitas, y desde luego en esta columna de opinión tampoco pretende habitar ninguna sabiduría.

Antes de un “te necesito”, siempre me ha parecido más especial escuchar un “te prefiero”. Esa compañía donde uno acaba enamorándose de las alas del otro. Se me hace tan triste eso de verse como un complemento, como una media naranja. ¡La naranja cuando se corta hay que comerla o se pudre! Empecemos a vernos como naranjas enteras. En ningún sentido estoy invitando a la soledad perpetua, de hecho creo que la libertad no necesariamente se trata de andar solo, pero uno de los requisitos del querer nunca ha sido el tener.

Conviene entender que es normal cometer errores, contradecirse, aprender todo el rato, de lo contrario no seríamos humanos. Cuando no dejamos que las cosas fluyan es cuando queremos entender lo inexplicable. 

Más bien invito a que no arruinemos cada romance intentando que dure para siempre, cuando podemos mejor hacer que sean eternos mientras duren, como le pasó a Diego y a Rosaly, o como decía Neruda: “Para que nada nos separe, que nada nos una”.

¡Por cierto! Esta semana sale una canción que dice algo como: “Un cariñito no le hace mal a nadie…” y puedes ver el video por acá.

El retrato de un recuerdo en “Un Cariñito”

Rosaly nació cerca del mar y así veía la vida, como un horizonte infinito. Cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loco por ella. Feminista, activista, capaz de sentir el dolor del otro. Dice que se amarraba cosas en la cabeza para que no se le escapen las ideas. Saluda con una sonrisa a todo el que se le cruza, también usa la sonrisa para resolver problemas. Diego sólo la quería impresionar, hasta le contó la gran mentira de que domó un elefante cuando hizo su viaje por la India. A ella le daba más risa que otra cosa.

 

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Rosaly nació cerca del mar y así veía la vida, como un horizonte infinito. Cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loco por ella. Feminista, activista, capaz de sentir el dolor del otro. Dice que se amarraba cosas en la cabeza para que no se le escapen las ideas. Saluda con una sonrisa a todo el que se le cruza, también usa la sonrisa para resolver problemas. Diego sólo la quería impresionar, hasta le contó la gran mentira de que domó un elefante cuando hizo su viaje por la India. A ella le daba más risa que otra cosa. #UnCariñito

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El corazón de Rosaly es un laberinto, a veces ella misma se perdía dentro. Ella le enseñaba a Diego palabras caribeñas que usaba su abuela como guaraguao, cojollito o quimbamba. Ella sabe que un barco en su muelle está a salvo, pero también sabe que los barcos no están hechos para estar parados. Muchas veces solo quería huir, mirar el mar. Extraña a su padre, aunque casi no lo conoció. Tomó clases de flamenco y le encanta Almodovar, sobre todo sus comedias, se sabe todos los diálogos de “Mujeres al Borde”.

El otro día Diego se quedó pensando por qué Rosaly le dijo que escuchar música en realidad era escuchar recuerdos. Ella siempre dice cosas así…

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