Como cada lunes aquí está la dosis de música antitendencial. El espacio en el que nos dedicamos a compartir aquellos proyectos musicales que por mostrar una estética y visión de la música diferente a la meramente popular o comercial, difícilmente escuchamos a través de los medios de comunicación más importantes como la televisión o radio, pero que gracias al inmenso mundo del internet está a tan sólo unos clicks de distancia.

Porque hay que entender que la música es un lenguaje infinito, y por ende sus expresiones también, hay que quitarnos los prejuicios y dejar nuestra sensibilidad a flote para poder recibir y sentir la música sin ningún obstáculo.

Esta ocasión recomendaré el trabajo del músico, filósofo y artista avant-garde, Henry Flynt, quien embona a la perfección con la esencia de Antitendencias Sonoras. Entender que la música -y el arte en general- no tiene ningún limite, así como la importancia de la identidad cultural y la libertad en las expresiones artísticas.

Henry Flynt nació en 1962. Él estudió en Harvard y se desempeñó como violinista profesional, fue un apasionado por la música clásica europea de Bartok y Schoenberg, pero en su adolescencia logró conocer y entender el trabajo de grandes artistas contemporáneos como La Monte Young y John Cage. Cuando leyó el libro Country Blues de Sam Charters, logró dar una conversión a su sentido como músico y artista, algo que lo marcó e indudablemente permeó a lo largo de sus composiciones.

 

 

Henry dejó a un lado la música europea y comenzó a criticar la colonización cultural, acercándose así a las expresiones norteamericanas como el blues y el country. Henry entendió que la mejor música americana provenía de los sectores sociales más bajos, así que con un estandarte por la reivindicación de una identidad cultural americana, comenzó a experimentar, a jugar con los lenguajes y las ejecuciones, posicionándose como un artista avant-garde.

No es reconocido por tener una técnica virtuosa o profundos conocimientos por la música popular, pero tampoco era algo que él quisiera demostrar, él se enfocó más en consolidar un nuevo lenguaje con un compromiso estético y político. Tomó clases de country y blues pero le parecieron sumamente aburridas y esquemáticas, al igual que la música clásica, por esta razón se refugió en sus amigos Lou Reed y La Monte Young quienes fueron sus mentores musicales.

 

 

Cuando Henry se estableció en Nueva York en su adolescencia comenzó a juntarse y tener mucho contacto con la corriente artística de Fluxus, con lo que se comenzó a inclinar por el pensamiento radical de izquierda, utilizando las expresiones musicales de los sectores sociales menos favorecidas como una lucha de clases marxista.

Logró consolidar un sin fin de colaboraciones con demás artistas, en donde siempre existía un concepto en concreto en cada una de sus publicaciones, poniendo siempre como objetivo expandir los límites de lo que concebimos como música, mostrándonos que en realidad no existen ya que sólo son estándares culturales establecidos desde hace muchos años, por ello su música no tiene una estructura convencional y su ejecución siempre mostró una esencia meramente experimental.

 

 

A pesar del gran número de intervenciones que logró, muy poco material suyo fue publicado en aquella época, recién en el 2000 algunas disqueras comenzaron a recopilar y publicar su trabajo, recordándolo y posicionándolo como uno de los músicos vanguardistas más importantes, pero que parecieran estar en cierto olvido.

A principios de los años 80 Henry dejó de componer y tocar música para concentrarse en su carrera como filósofo y artista visual, de hecho aquí puedes encontrar un recorrido virtual a la exposición que dio en el museo Kunstverein de Dusseldorf, en donde se ofrece una interesante perspectiva global de su obra y sus principio estéticos y éticos.

 

 

 

T: @hreveh

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