Aaaah, el britpop… aquel movimiento cultural que elevaba a un guitarrista de clase obrera a la estatura de un semidios, por lo menos en las islas británicas. Recordemos aquellos años cuando la prensa del Reino Unido solía inflar a cualquier banda local como los salvadores del rock n’ roll… y de hecho, todavía siguen en las mismas, aunque en los 90 resultaba más fácil creérsela. A final de cuentas, el rock n’ roll no tenía ni tiene que ser rescatado de ninguna enfermedad terminal, ni las figuras del britpop estaban comprometidas a escribir canciones exclusivas para guitarras. El verdadero encanto del britpop no era tanto su sonido extraído de la Beatlemania, sino su actitud arrogante, subversiva, y vanidosa.

Aunque la música estaba presente en ese entonces, lo que le hacía falta al rock británico era más colmillo, más rockstars por decirlo de alguna manera. La música lo es todo para los ingleses, y ellos requieren que sus músicos no se vean así mismos como chavitos que solo saben tocar un instrumento, o que son capaces de traerte una hora de entretenimiento sonoro para el disfrute de toda la familia. ¡No! Las auténticas estrellas de rock deben percibirse como conquistadores del arte, profetas para las masas, mesías…es de la cultura popular, están aquí para cambiar el mundo, para prender la mecha de la revolución –o algo por el estilo. Cualquier otra aspiración más humilde es digna de un mediocre… o de un artista independiente. Ya desde los años de The Jesus & Mary Chain y The Smiths se podían percibir estos aires de grandeza, pero no fue sino hasta que los Stone Roses alcanzaron el mainstream en 1989 cuando la arrogancia del britpop estableció su forma de pensar sobre una nueva generación de fans.

 

“I Wanna Be Adored”
The Stone Roses
The Stone Roses

don’t have to sell my soul
He’s already in me
I don’t need to sell my soul
He’s already in me
I wanna be adored
I wanna be adored

Y adorarlos fue lo que hicieron. Aunque claro, hasta los semidioses del britpop necesitaban recordarle a la gente de vez en cuando por qué merecen ser adorados, no como los Stone Roses que por perezosos se tardaron AÑOS en lanzar su segundo álbum, y ya para entonces, otros becerros de oro habían surgido en la industria para disfrutar su turno en el trono. En muchos casos, los éxitos que dejaban su huella en las tablas de popularidad y en Top of the Pops no se distinguían mucho de la fórmula introducida por los Stone Roses, pero en cuestión de semanas llegaba otra banda con su propia firma que lograba tumbar los prejuicios y reemplazar a aquella que hasta hace poco tiempo era tu banda favorita de todos los tiempos. Tal fue el caso de Prima Scream y su brillante Sceamadelica.

Ganador del primer premio Mercury en 1992, Screamadelica no solo fue un paso en la evolución natural de una banda, sino una desviación radical en el camino que había adoptado el indie rock británico a partir de los Smiths. Al aceptar la cultura hedonista del rave y el Madchester con sus samples, efectos, e influencia house, Bobby Gillespie le inyectó al pop un sonido nuevo y diferente que podían acompañar las melodías psicodélicas de los Stone Roses, la fiesta rave de los Happy Mondays, y el factor cool de The Jesus & Mary Chain. Primal Scream resaltaba la belleza de sus mezclas con una actitud que no era tanto arrogante, sino más bien vanidosa. El britpop era música para gente atractiva, sexy, fina, y un poco ojete. Ok, bastante ojete, en el caso de los Gallagher.

 

“Higher Than the Sun”
Primal Scream
Screamadelica

I’m beautiful, I wasn’t born to follow
I live just for today, don’t care about tomorrow
What I’ve got in my head you can’t buy, steal or borrow
I believe in live and let live
I believe you get what you give

Primal Scream, Suede, The Verve, Pulp, Blur, Oasis, Supergrass, Elastica, Stereophonics, Ash… todos ellos mantenían una imagen congruente del britpop como este movimiento joven, lleno de vida, de personajes carismáticos, y de actitud desafiante. Esta súper dosis estética era lo que el imperio británico necesitaba con urgencia para renovar su imagen cultural en el extranjero y contrarrestar la ola de energía negativa que exportaba Estados Unidos con sus bandas de grunge, que tanto odiaban la vida y era más afín hacia la autodestrucción. Los britpoperos, en cambio, expresaban las ideas contrarias. Igual y no alcanzaban la falla prometida, pero estaban determinados a exprimir el máximo jugo a la vida en el proceso, e iban a disfrutar su juventud, aunque en el camino irriten la tolerancia de las buenas costumbres. Porque como dice la canción, “I’m movin’ on up now / Getting out of the darkness / My light shines on / My light shines on / My light shines on!”

Es obvio que esta ola iba a llegar a su fin, y con el paso del tiempo, el péndulo iba a moverse hacia el otro lado, para abrirle las puertas a un movimiento de actitud más introspectiva o más serena y tranquila. The Libertines fueron el último grito del britpop noventero, y en su lugar llegaron toda esta nueva generación de bandas indie que igual no les molestaba el desmadre, pero tampoco tenían la intención de tumbar barreras, cambiar el mundo, ni saludar al Primer Ministro. El indie rock demostró tener varias vertientes que se movían por un lado más cerebral, atrevido, y extraño, o buscaba un camino de vuelta al sonido garage y punk de los 60 y 70, pero omitiendo la tendencia autodestructiva de los viejos punks.

 

“So Young”
Suede
Suede

Because we’re young, because we’re gone
we’ll take the tide’s electric mind, oh yeah? oh yeah

¿Dónde quedó esa arrogancia que tanto exhibían los rockstars del britpop? Cierto, los hermanos Gallagher nunca pierden la oportunidad de burlarse de las modas más reciente, pero estos días ya no cuentan con la misma fuerza mediática que en su juventud. Lo más cercano a tal nivel de egoísmo es Kanye West, y de hecho no son pocas las figuras del hip-hop que hacen alarde de sus cuentas bancarias y sus mansiones en sus propias canciones. Pero éstas tampoco tienen la penetración en el mainstream como el britpop la tuvo en su momento… con excepción de Kanye, y la gente ya parece estar harto de él. Y es que, aunque Kanye cuenta con la presencia de escenario, le hace falte el carisma (y el sentido del humor) de los británicos.

Es como si ya nadie en el pop quisiera vivir para siempre, satisfechos con su propia mortalidad… pero no nos vamos a quejar de más de los chavos de hoy o de lo contrario empiezan a tacharnos de rucos.

 

T: @ST

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