“Son cuatro de la mañana, 11 de noviembre, escribo esto sólo para tratar de sentirme un poco mejor”. Quizás algunos lo notaron: esto fue un fallido intento de evocación de los primeros versos de “Famous Blue Raincoat” del Songs of Love and Hate de Leonard Cohen. En esta bella canción, la voz poética agradece a la persona que se llevó a la amada, la cual sufría, ya no podía estar ahí… era tiempo de dejarla ir: “Yes, and thanks, for the trouble you took from her eyes, I thought it was there for good so I never tried“. La muerte de Cohen deja esa sensación.

Se presentía. El You Want It Darker (último álbum del hombre de 82 años) es una dulce despedida. Había que comenzar a decir adiós. Dejar ir y, al mismo tiempo, agradecer al hombre que con su poesía y música acompañó nuestras soledades y tristezas: “nuestro hermano, nuestro asesino”, Leonard Cohen.

Extraño y fascinante personaje. Cohen llegó a la música a los 34 años. Vaya motivación para los principiantes indecisos. Pero, un momento: atrás ya tenía un historial de libros de poesía y novelas. Sólo era cuestión de que se abriera más para dejar salir a ese artista completo que cautivó con álbumes cuyos títulos minimizan, aparentemente, la carga lírica que contienen: Songs of Leonard Cohen, Songs from a Room, Songs of Love and Hate, Ten New Songs…Old ideas, por ejemplo.

Él en su juventud entró a una librería de segunda mano, abrió un libro y ahí estaba  “Gacela del mercado matutino”. A partir de ahí, jamás dejó a Federico García Lorca. Así, muchos tendrán una buena historia de cómo llegaron al intérprete de “Lover, Lover, Lover”: viendo a Juliette Lewis contoneándose al ritmo de “Waiting For The Miracle”, con el cover que Jeff Buckley hizo a “Hallellujah” (aunque muchos preferimos la de John Cale) o, tal vez, atraídos por la extraña portada del Death of a Ladies Man, disco que Cohen se aventó con Phil Spector y en el que participaron los borrachales de Bob Dylan y Allen Ginsberg.

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Sí… esa estampa de venerable ancestro llegó luego de buenos años de excesos. Pero de esas vivencias salió inspiración para muchos poemas y reflexiones. Y sólo así, quizás, su decisión para emprender el camino espiritual. También tanto chupe y cigarro le regaló esa voz profunda que estrenó en I’m Your Man, disco en el que viene la canción homónima, ésa que el borracho sensible y arrepentido dedica a la mujer para que, por favor, vuelva.

„…The beast won’t go to sleep

I’ve been running through these promises to you

That I made and I could not keep

Ah, but a man never got a woman back

Not by begging on his knees

Or I’d crawl to you baby and I’d fall at your feet

And I’d howl at your beauty like a dog in heat

And I’d claw at your heart, and I’d tear at your sheet

I’d say please

I’m your man…”

Seductor, sexoso, romántico, irónico, terrible… humano, así fue Leonard Cohen, un artista que nunca se puso la máscara del falso optimismo. No: “Ya vi el futuro, hermano: es muerte”. Sin embargo, tuvo la sensibilidad para, dentro de toda la catástrofe que es la vida, ver esa pequeña luz que sirve para conducir a las almas atormentadas. ¿A dónde?, quién puede saberlo.

„Ring the bells that still can ring

Forget your perfect offering

There is a crack in everything

That’s how the light gets in“

Se presentía, pero muchos nos negábamos a los hechos. No en un año de tantas despedidas. No después de decir que eso de estar listo para morir fue “algo exagerado”. Quedamos a la espera del encuentro nunca realizado.”Tengo la intención de vivir para siempre”, dijo. Así será.

Llegó la hora. Así como él se despidió de su Marianne, es nuestro turno. Hasta la vista, Leonard…

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Hola, soy Álvaro. Estoy en sopitas.com desde hace algunos años. Todo ha sido diversión, incluso las críticas de los lectores. La mejor de todas: "Álvaro Cortés, córtate las manos".

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