El 8 de diciembre de 1980, el músico británico y miembro de The Beatles, John Lennon, caminaba por las calles de la ciudad de Nueva York mientras regresaba del estudio de grabación Record Plant, junto a su esposa Yoko Ono. Lennon ya llevaba en ese entonces nueve años viviendo en Estados Unidos, donde le habían negado la ciudadanía americana y el gobierno lo tenía vigilado por su posición en contra de la guerra, y justo cuando estaba por entrar a su departamento en las afueras del edificio Dakota, fue asesinado por uno de sus fans, Mark Chapman.

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Las reacciones de los medios y los fans no se hicieron esperar, todo mundo estaba impactado con la formar tan repentina y violenta con la que terminó la vida del ex Beatle. Ringo Starr voló hacia Nueva York para ver a Yoko Ono; un muy sorprendido y afectado George Harrison, decidió encerrarse en su casa en Oxfordshire, Inglaterra; Paul McCartney, quien mantuvo una amistad llena de amor y odio con Lennon, decidió quedarse en su casa en Sussex, Inglaterra y dijo que aunque hubiera un funeral no iría, para no contribuir con la histeria de este trágico evento.

Medios y fans ofrecieron un sinnúmero de tributos, conmemorando su legado, pero, ¿quién era Mark Chapman? ¿Un asesino? ¿Un loco? ¿Un fan? ¿Un enviado del gobierno? Seguramente muchos se lo preguntaron, y resulta que el hombre tiene una historia tanto extraña como perturbadora. Mark David Chapman, nació el 10 de mayo de 1955, hijo de un sargento de la Fuerza Aérea Estadounidense y una enfermera, y con una hermana menor. Chapman creció con un constante miedo hacia su padre, quien lo maltrataba psicológicamente tanto a él como a su madre, tal vez por ello fantaseaba con que era una especie de rey que gobernaba a un grupo de “pequeñas personas” que vivían en su cuarto.

A la edad de 14, Chapman usaba drogas y faltaba a sus clases, además de que sufría de bullying por no ser un buen atleta, incluso se escapó de su casa para vivir en las calles de Atlanta por dos semanas. Como podemos ver, siempre fue un chico con problemas, que tal vez para encontrar un alivio a éstos, fue que se acercó al cristianismo, para ser más precisos a la iglesia Presbiteriana, donde siempre fue un destacado consejero a quienes sus compañeros describían como “un trabajador extraordinario”.

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Fue en esa época, por inicios de la década de los 70, que uno de sus amigos le regaló el libro El Guardíán entre el Centeno de J. D. Salinger, con el que Chapman se obsesionó, al grado que él deseaba ser como el protagonista del libro Holden Caulfield, y que este texto de alguna manera lo influyó para después planear el asesinato de John Lennon. Luego su vida se comenzó a tornar complicada, ya que terminó con su novia, dejó la escuela y comenzó a tener pensamientos suicidas, e incluso intentó quitarse la vida en una ocasión, comenzó a trabajar como guardia de seguridad en varios lugares y fue diagnosticado con depresión, además de que comenzó a beber alcohol de forma desmedida y a volver a alucinar con las “personas pequeñas” que vivían en su cuarto.

En esta época, previo al asesinato de Lennon, Mark comenzó a a obsesionarse aún más con el cantante, del cual era un ferviente fan desde su época con The Beatles. Sin embargo, desde que se volvió cristiano, a Chapman le molestaba que su ídolo dijera que los Beatles eran “más populares que Jesús”, y que promoviera la paz y el no tener posesiones (como dice en su canción “Imagine”), pero que llevara una vida llena de lujos y millones de dólares, lo consideraba un blasfemo.

Guardian entre el centeno

Champman tenía una lista de gente que le desagradaba y que deseaba matar, que incluía a Johnny Carson, Marlon Brando, Walter Cronkite, Elizabeth Taylor, George C. Scott y Jacqueline Kennedy Onassis, pero Lennon era el más fácil de encontrar, por lo que se inclinó por esta idea que se le convirtió en una obsesión, incluso a su esposa le había comentado en varias ocasiones que estaba planeando el asesinato, consiguiendo una pistola y municiones, quien aunque no lo denunció, sí decidió llevarlo con un psicólogo, pero Chapman faltó a la cita justo para ir a Nueva York a encontrarse con Lennon.

Un día antes del asesinato, el cantante James Taylor dijo que Chapman lo estaba acosando en las calles, y que tenía un comportamiento maniaco, incluso hablando solo. El 8 de diciembre, pasó casi todo el día afuera del edificio Dakota, vio al hijo de Lennon, Sean, al que acarició la cabeza, y se encontró con John cuando salió para ir al estudio, lo saludó y le autografió su copia de Double Fantasy, momento que fue captado en una fotografía tomada por Paul Goresh. Cuando regresó del estudio, lo volvió a encontrar para dispararle cinco tiros por la espalda con un revolver calibre 38, cuatro le dieron en la espalda y uno en el hombro, perforándole un pulmón y atravesando una arteria. En sus objetos personales que la policía encontró en su hotel, había una copia de El Guardían Entre El Centeno, donde escribió “este es mi discurso”, firmándolo como Holden Caulfield.

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Por supuesto esta no sería una buena historia sin las teorías conspirativas, que afirman que Mark Chapman, a quien ya le han negado en ocho ocasiones su libertad condicional y actualmente tiene 60 años, fue enviado por el gobierno para asesinar a Lennon, ante su constante preocupación por sus ideas “revolucionarias”. No tenemos la evidencia para afirmar o desmentir tal versión, pero de acuerdo a lo que hemos podido saber de la vida de Chapman, es evidente que es una persona que sufría de varios problemas y obsesiones mentales que no recibieron la debida atención, y que en lugar de planear el asesinato como parte de un gran plan para hacerse famoso, porque se lo ordenaron, o por algún motivo que para fines narrativos sería más interesante, los motivos parecen más egoístas, como si sólo cumpliera una de sus obsesiones personales, encomendada por sus propios demonios.

JLNYC

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