Parece que las malas noticias para la música siguen llegando este 30 de abril, pues reportan que el legendario baterista Tony Allen falleció el día de hoy a los 80 años. Las causas de su muerte aún no se saben, sin embargo medios como Sahara Reports, el periodista Stephen Budd –quien ha seguido de cerca al colectivo Africa Express–  y este mismo quienes anunciaron que el músico había perdido la vida.

Hablar de Tony Allen es tocar a una de las máximas leyendas de la música africana, pues detrás de la batería consiguió lograr lo que muy pocos en ese instrumento, ser reconocido con tan solo escuchar algunos de sus redobles. Allen nació un 12 de agosto de 1940 en Lagos, Nigeria, y desde muy joven empezó a interesarse por las percusiones.

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No sería hasta los 18 años y trabajando como ingeniero en una estación de radio nigeriana que empezaría a tocar la batería, aprendiendo de manera autodidacta. Gracias a su dedicación y esfuerzo que ponía para aprender a dominar el instrumento comenzó a hacerse de un sonido propio, inspirado en los ritmos jùjú africanos, el jazz estadounidense y el nacimiento del género highlife en Nigeria y Ghana.

Tras años de tocar para músicos locales, la gran oportunidad le llegó en 1964 cuando fue invitado por el multiinstrumentista Fela Kuti a conformar una nueva banda de este género nuevo, que fusionado con otros ritmos más fue conocido como afrobeat. De esa manera Tony Allen se convirtió en el miembro fundador del grupo musical de highlife-jazz de Kuti llamado Koola Lobitos.

La dupla junto a colectivo Africa 70 grabó cerca de 30 discos, sin embargo las cosas cambiarían al llegar a la siguiente década.  Tony Allen –como muchos músicos– se cansó de vivir en las sombras y no recibir el mérito suficiente por su trabajo, así que a mediados de los 70 comenzó con su carrera solista, dejando definitivamente al grupo para aventurarse por su propia cuenta.

Es en este momento cuando decide armar su propia banda y graba uno de sus álbumes más importantes, No Discrimination de 1980. Para este periodo Allen emigró a Europa, pasando por Londres hasta establecerse en París, y fue en este periodo cuando colaboró con grandes músicos como King Sunny Ade, Manu Dibango y Ray Lema con quienes lanzó el legendario disco N.E.P.A.

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Durante esta nueva etapa, Tony Allen fue añadiéndole complejidad a su sonido y técnica en la batería, pues mezcló todas sus influencias del pasado con ritmos como el dub, R&B hasta el hip-hop y bases de música electrónica. Empezando el nuevo milenio comenzó a abrirse paso por la música popular, trabajando con músicos como el productor francés Sébastien Tellier, el duo parisino Air y hasta el mismísimo Jarvis Cocker.

Pero el momento clave fue cuando conoció a Damon Albarn. En 2006 el líder de Blur y Gorillaz lo invitó a colaborar en un nuevo proyecto que tenía en mente, The Good, The Bad and The Queen, donde también estaban presentes el guitarrista Simon Tong y el bajista de The Clash, Paul Simonon. Con ellos grabó dos álbumes de estudio, uno homónimo y el más reciente, Merrie Land

Seis años más tarde, Albarn volvería a reclutarlo para otro proyecto con el que estaba trabajando, Rocke Juice & The Moon junto al maestro del slap y bajista de Red Hot Chili Peppers, Flea. De ahí en adelante continuó grabando discos en solitario y de vez en cuando jammeando con Damon para el colectivo Africa Express.

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Me llamo Jesús pero todos me dicen Chucho. Me encanta la música y sé tocar algunos instrumentos, aunque creo que soy mejor escribiendo sobre las bandas que me gustan. Soy fan de los conciertos y festivales,...

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