El día de ayer Natalia Lafourcade cumplió uno de sus mayores sueños como artista: llenar y agotar las entradas del Auditorio Nacional. Un sueño que todo músico mexicano añora, pero que no es fácil, no es simplemente el pedirlo y ya. El auditorio -al menos para Natalia- es un símbolo que refleja constancia y amor hacia la música. Más de una década le costó el poder ofrecer su propio concierto en el magno recinto, más de 10,000 personas se reunieron para celebrarlo convirtiéndolo en una noche memorable.

Con su nuevo álbum bajo el brazo Hasta la raíz, Natalia ha demostrado una nueva etapa en su vida y en su carrera musical, se escucha un sonido mucho más maduro, una Natalia que ha aprendido a lo largo de su carrera con todos los proyectos y colaboraciones que se le han presentado -principalmente el homenaje a Agustín Lara-. Su álbum ha sido bien recibido tanto por sus fans empedernidos -que también ya maduraron- como por los medios.

Ayer vivimos casi 3 horas de música continua, un show que los fanáticos celebraron y los que no… al menos fueron testigos de un sonido que seguro no se lo esperaban. Con los 28 temas interpretados viajamos por el tiempo, pasamos por sus temas más recientes hasta los más antiguos que la catapultaron a una juvenil fama como “En el 2000” y “Un pato”; sin embargo, esos temas antiguos parecían no embonar a la perfección con su nuevo sonido, quizá ya estemos muy casados con las versiones originales, pero también es indudable que la madurez que ha logrado ya no le permite congeniar con ese pasado; mientras cantaba “ya no soy, ya no soy… la infantil criatura, la inocencia se acabo” era lo más cierto y sincero, ya no lo eres Natalia, ya no eres esa ‘niña’ de pantalones rotos y desgarradores colores, y lo celebramos, no muchos músicos logran evolucionar de esta forma, con seriedad y pasión, esperamos que sólo sea el inicio de otra etapa más, un paso de una cuesta que apasionadamente te has construido.

Cabe resaltar a sus invitados especiales, Los Cojolites, banda veracruzana de Son Jarocho que ha destacado por su ferviente búsqueda de prevalecer la cultura musical mexicana. La agrupación se reunió junto a Natalia para cantar “Un derecho de nacimiento”, “El son sin fin” y “Sembrando Flores” -canción original de Los Cojolites-. Un sonido que se mezcló perfectamente con “Hasta la Raíz”. Además, Los Cojolites no son cualquiera, ya han salido varias veces del país para representar la música mexicana y han participado con artistas como Lila Downs, Panteón Rococó, Maldita Vecindad, entre otros; además, formaron parte del soundtrack Frida quien ganó un Óscar por su música.

Felicitamos a Natalia por el logro y esperamos que siga su constancia y amor a la música de la misma forma, que sea una inspiración para los jóvenes talentos que quizá veamos en unos buenos años en el mismo recinto que albergó el sueño de Lafourcade, un sueño sembrado y que dejó raíz en la artista mexicana.

GALERÍA:

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