Reseña y Fotos: MELT-BANANA

Jueves, 21 de marzo
Casino Metropolitano
México, DF

EL CONCIERTO:

Melt-Banana encabezó la penúltima noche del festival Aural en el Casino Metropolitano. Fueron cuatro horas de noise rompe-tímpanos que nos dejaron agotados, sudados y golpeados. Un resumen de cada una de las bandas:

Monosodic es un proyecto mexicano que le tocó subirse primero al escenario para hacer RUIDO. Creo que ese era el punto.

Siguió Coso en la agenda, un trío de Argentina que también hacía RUIDO pero con algo más de caos melódico. Mientras el guitarrista destripaba su instrumento y distorsionaba el ambiente con un joystick, el bajista prácticamente violó el suyo con el ARCO PARA INVOCAR AL DIABLO (al estilo de Jimmy Page). En realidad, parecía más un palo común y corriente que un arco. La más impresionante del grupo era la baterista que trataba de poner algo de orden pero lo hacía con la genialidad y la velocidad de un bataco de thrash. En un punto, tanto el guitarrista como el bajista rompieron la cuarta pared para provocar un slam entre una audiencia que todavía estaba entrando en ambiente. Esa fue una manera de acelerar el paso.

El acto más peculiar en la programación fue Black Pus, proyecto de Brian Chippendale, también reconocido como integrante de Lightning Bolt. Black Pus consiste de Brian en la batería y… y ya. El artista tenía su rostro cubierto por una máscara y un headset con micrófono que distorsionaba sus vocales. Fue una de esas ocasiones donde no sabes donde termina una canción y la otra empieza, pero a lo largo de su set, el baterista se la pasó acomodando los amplicadores Marshall a sus espaldas y ajustando cosas en su laptop. Después de eso, le pegaba a la batería como si su vida dependiera de ello. Fue una experiencia extraña pero hipnótica a la vez. Por cierto, no vayas a buscar “Black Pus” en Google Images (hazlo, hazlo).

Y llegamos a Melt-Banana, ahora un duo integrado por Ichirou Agata en la guitarra y el tapabocas, y la adorable Yasuko Onuki en los vocales y el PSP con luces multicolores. Ignoro si en realidad sea un PSP o si este aparato emita un ruido de cualquier tipo, pero desde mi punto de vista era como una batuta con la que Yasuko dirigía la sinfonía de muerte y destrucción del slam. En septiembre del año pasado, la banda japonesa lanzó su más reciente álbum Fetch, un disco que se ganó bastantes elogios y que incluso se coló en algunas listas metaleras de lo mejor del 2013.

Aunque Melt-Banana es un grupo que explota de energía, cabe mencionar que ya no hablamos de artistas jóvenes. Los japoneses llevan veinte años bajo este nombre (sacaron su debut en 1994) y varios músicos han transitado por sus filas, pero el pilar y el corazón del grupo siempre han sido Ichirou y Yasuko, respectivamente. Por medio de sus pedales de efectos, Ichirou es capaz de exprimir sonidos inconcebibles de sus riffs acrobáticos en la guitarra mientras que Yasuko invita a la locura EXTREMA con su voz que remite mucho a la de Satomi Matsuzaki (Deerhoof) aunque claro, en un contexto diferente.

Melt-Banana dio el show que todos esperábamos. Fue una hora de música ráfaga y golpeadora que no dejaba prisioneros. El mosh pit era un torbellino de cuerpos que nunca aminoró su furia dado que Melt-Banana no se tomaba más que unos segundos de descanso entre canciones. No había motivo para salir decepcionado o sin una gota de sudor en la frente. Cerraron su encore con su versión loca de “What a Wonderful World”, un viejo estándar popularizado por Louis Armstrong.

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DURACIÓN: 1 hora
FOTOS: Diego Figueroa (@halofive)
RESEÑA: Shy Pus (@ShyTurista)
SLAM: Más unisex que nunca

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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