Poco más de dos meses tuvieron que pasar desde el anuncio del regreso del productor ecuatoriano Nicola Cruz a la Ciudad de México para que SALA Puebla, y las mentes de poco más de mil espectadores se llenara de la nueva música que presentó en su nuevo disco Siku a principios de año. A pesar de que Mexico es un destino frecuente en su agenda, su público no se cansa de verlo en cada oportunidad. No por nada, ante la gran demanda del concierto, se tuvo que cambiar el lugar original para darle espacio a más piernas listas para bailar.

El trabajo de Nicola Cruz desde sus inicios siempre ha tenido una dirección bien definida y un origen concreto: Los Andes ecuatorianos. Sin ser de ese país por nacimiento, sus raíces andinas siempre han sido su fuente de inspiración. El paisaje amazónico, el folklore y sus sonidos ancestrales abrazados por bases electrónicas contemporáneas, hacen de su música algo realmente singular. Partiendo de los mitos y sonidos orgánicos, Nicola Cruz salió para aventarse un set de una hora y media de la más alta calidad posible.

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Siku, a comparación de su primer material discográfico Prender el Alma, es un disco mucho más orgánico y explorativo. Un disco que se presta más para escucharlo en la tranquilidad. Sin embargo, esto no es lo que entrega Nicola Cruz en sus presentaciones en vivo. Desde el primer segundo, metiendo capas de sonido una encima de otra, el ecuatoriano te atrapa para no soltarte. Su set iniciado por “Arka” mantendría a todos bailando a los ritmos de sus elegantes percusiones y ritmos cambiantes.

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La genialidad de Nicola Cruz no solo se debe medir por la calidad de su producción. Musicalmente se encuentra en un nivel bastante alto, eso no es ninguna novedad, pero su live set es mucho más que eso. Lo que Nicola Cruz hace a la perfección, demostrándolo ayer durante un buen rato, es el balance de altos y bajos que marca. En sus puntos más bajos y experimentales, siempre te regala un ritmo para aferrarte y seguir moviendo el cuerpo dejando a la mente volar como Águila Pechinegra. En sus puntos más altos, los ritmos electrónicos te regresan de golpe para recordarte que ver a Nicola Cruz es y siempre será una gran fiesta. La perfecta combinación de ambos puntos, te lleva como una marea que te pide solo fluyas con ella.

Al ser un set de mezcla continua, los aplausos y ovaciones no se juntan en un momento específico como pasa en otros conciertos. Cada quién encuentra el momento durante su viaje para reconocerle la calidad de sus ritmos. No solo como productor es que Cruz se ha ganado un lugar muy importante en la escena, sino también como Dj. Su mezcla es de verdad impecable. No se le va una y eso crea una fluidez que suma para completar un set muy fino.

Siempre apoyado por visuales evocando a sus raíces, Nicola demostró que lo milenario y lo contemporáneo pueden ser los mejores compañeros si se sabe qué hacer con ellos. La bandera ecuatoriana apareció bellamente en la recta final de su set. Justo antes de dar entrada al encore que se llenaría por primera vez de ovaciones sincronizadas. La gente no se guardó nada y mostró el gusto por estar disfrutando de un día de fiesta y buena vibra. Unos minutos más tarde de gritos y chiflidos ininterrumpidos, Cruz regresó para cerrar con con “Cumbia del Olvido”, su rola más querida y más bailada.

La noche de ayer en SALA Puebla fue una que todos los fanáticos del productor ecuatoriano recordarán con un excelente sabor de boca. Sin duda fue una de mucho baile, mucha energía y sobre todo mucha electrónica de calidad. Despidiéndose de todo su público, Nicola Cruz se fue entre aplausos para dejar a todos con ganas de verlo otra vez lo más pronto posible.

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