El internet: una maravillosa herramienta que ha impulsado avances increíbles en varias industrias. Como la pornográfica. Pero el internet también nos ha traído grandes perdedores que no tuvieron la visión para aprovechar sus ventajas desde un principio. Por ejemplo, no hay medio artístico que haya sido tan afectado en la era de la información digital como la industria musical. A pesar de la obstinada resistencia que montaron en los primeros años del siglo XXI, tanto disqueras como artistas, promotores, periodistas, vendedores, y toda la demás gente que tenía un papel en la cadena de distribución, no tuvieron más remedio que resignarse a las nuevas reglas del juego, y adaptarse a un terreno tan volátil como el de la tierra salvaje del internet. Además de la piratería -que no llegaba a ser más que un mal menor en los años de los discos compactos- la industria tuvo que enfrentar un monstruo que resultó imposible de vencer: su propio mercado.

Después de varios años de batallas jurídicas, reacomodos, restructuraciones, más litigios, adquisiciones, sellos en bancarrota, tiendas cerradas, revistas que se convirtieron en blogs, redes sociales, y un largo etcétera, parece que la Música ha vuelto a pisar un terreno relativamente estable, aunque no sea rentable para todos los involucrados. Las plataformas de streaming como Spotify, Deezer, y Rdio, lograron encontrar un área legal sobre la cual trabajar para entrar en buenos términos con los dueños de la propiedad intelectual. Les tomó tiempo, pero los viejos dinosaurios (Warner, Universal, Sony) por fin tuvieron que aceptar que ya no son ellos los que dictan las reglas, sino los consumidores y las nuevas entidades del mercado digital: Google, Amazon, Apple, Facebook, y Spotify.

Aunque las disqueras han perdido control sobre el primer punto de contacto con el consumidor, todavía mantienen cierto poder sobre el punto de partida de la cadena de distribución: la obra artística. Ahora depende de ellos proteger su mayor recurso, la propiedad intelectual, y uno de los males más dañinos que enfrentan es el infame “leak”, o sea, la filtración de un material al consumidor sin pasar por los intermediarios tradicionales. Bueno, es más perjudicial para la disquera que para el artista, aunque el nivel de daño depende de la clase de “leak”.

beachhouse

TIPOS DE LEAKS

El filtro de primera oída: Aquí estamos hablando del “leak” orquestado por las propias disqueras cuando una semana antes del lanzamiento oficial en tiendas (físicas y/o digitales), puedes escuchar el disco completo en linea, ya sea en medios como NPR, o a través de Soundcloud, gracias a la exclusiva de algún portal de noticias. Los medios de comunicación tienen el visto bueno de las disqueras para promover dicho material a través de sus redes. A final de cuentas, esto forma parte de la campaña de publicidad de un álbum, y al mismo tiempo se combate su circulación ilegal previo al estreno. En la actualidad ya nadie considera este tipo de táctica como un “filtro”, sino como un inofensivo “preview” y todos lo hacen. Todos. Bueno… casi todos.

El filtro intencional: Aunque estos son casos raros, aquí también estamos hablando de un “leak” orquestado por un sello o un artista, aunque las condiciones son distintas. La controversia llama la atención, y hemos visto ocasiones donde un artista lleva su pleito con la disquera a un foro público (como Twitter) y amenaza con filtrar su disco a los fans. Artistas de pop como Katy Perry, Lady Gaga, y raperos como Drake han montado pleitos falsos en el pasado con el fin de acaparar la atención. Por otro lado, hay casos donde las peleas son legítimas, y los artistas terminan filtrando el álbum porque en serio están peleados con el sello, tal como sucedió con Death Grips, M.I.A., o Azealia Banks. O mejor dicho, podemos asumir que son batallas legítimas, ya que siempre es posible que nunca se da a conocer la historia completa.

El filtro genuino: Aunque los sellos y los artistas tienen el control sobre el material en los dos ejemplos de arriba, existen dos tipos de leaks que realmente se manejan como tales. No es difícil dar con los sitios donde todavía puedes descargar de manera ilegal un álbum, mucho antes de que éste se encuentre disponible en tiendas. Una búsqueda en Google con el termino correcto basta. ¿Cómo es que termina un álbum comleto ahí? Tampoco es muy difícil que digamos. Por lo general, una banda termina de mezclar y masterizar un disco con muchos meses de anticipación a la fecha programada de estreno. En todo ese tiempo, el disco pasa por varias manos antes de llegar a su destino final: el fan. Por ejemplo, no es raro que las disqueras compartan material sin estrenarse con la prensa con el fin de escribir alguna reseña o entrevistar al artista. Es una práctica común en la industria, pero también estamos hablando de miles de medios alrededor del mundo. Solo basta uno de ellos para que rompa su promesa solemne de no compartir el álbum y al poco tiempo ya está haciendo las rondas en BitTorrent. Después de todo, la prensa de espectáculos no es precisamente el campo más ético del periodismo.

El filtro criminal: Uff, no. Aunque en el caso de arriba se puede asumir que el disco filtrado ya está completo, el más dañino de todos los leaks ocurre cuando alguien filtra un disco que no ha pasado por todo el proceso de grabación. Aunque “el filtro genuino” perjudica al sello, por lo menos el artista da un respiro de alivio al saber que había concluido su trabajo. Sin embargo, el artista sale perdiendo cuando su obra termina en la red en un estado inconcluso. Aunque cualquier tipo de leak “no intencional” es un acto criminal que viola los derechos de privacidad y los derechos de autor del artista, no hay mayor ofensa para éste como cuando sus fans son los primeros en escuchar un trabajo a medias. Este año resaltan los casos de Beach House y Björk, que sus discos fueron filtrados con meses de anticipación, pero el más sonado de todos es el de Madonna, cuyo Rebel Heart se filtró en versión de demo, y la disquera se vio obligada a lanzar el álbum mucho antes de lo planeado. Ya que Madonna cuenta con más influencia que el artista promedio, el FBI dio con el culpable, un hacker israelí que fue condenado a 14 meses de prisión.

¿Cómo combatir las filtraciones ilegales?

Esa es una interrogante que vamos a analizar más a fondo en el próximo capítulo de… Razzmatazz (¡qué emoción!)

T: @ShyTurista

bjork

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