Han transcurrido varios meses desde que me percaté de la penetración del k-pop en la cultura pop de América del Norte. Por supuesto, no quise tomar nota de su presencia al asumir que este fenómeno iba a desaparecer como cualquier otra moda pasajera en nuestra industria musical. Sin embargo, el impacto que ha tenido hasta ahora en las tendencias de occidente demuestra ser apenas la punta del iceberg, y tal parece que no falta mucho para que veamos al monstruo mostrar todos sus dientes.

Para los que no estén al corriente, el k-pop es aquella música comercial que tiene su origen en Corea del Sur (también conocida como la chévere de las dos Coreas). A diferencia del pop japonés o j-pop -que suele tener toques más excéntricos (por no decir perversos)- el k-pop ha logrado exportar sus marcas con sorprendente éxito al mercado occidental. Esto se debe a un estilo mucho más accesible para el target demographic que desde tiempo inmemorable ha tenido un gusto por todo producto que vende la ilusión de sexo a través de la música.

¿A qué suena el k-pop? Lo primero que viene a la mente al ver los videos musicales son las típicas boy bands, las cuales tuvieron su época de oro a finales de los 90 con grupos como N’Sync y los Backstreet Boys en Estados Unidos, o las Spice Girls y S Club 7 en el Reino Unido. A su estilo se le conoce de manera peyorativa como “bubblegum pop”, música fabricada por encargo en un estudio por uno o varios productores y aprobada en una sala de juntas por ejecutivos y mercadólogos. Sus canciones suelen seguir la estructura de verso-coro-verso, con letras simplonas y ganchos diseñados para atraer el oído distraído del que tiene puesta la radio en el fondo. Son canciones románticas que al mismo tiempo cumplen la función de mensajes subliminales que -entre sus letras de “Bye, bye, bye”- en realidad te dicen “¡buy, buy, buy!” Pero se vale. Estos días bailamos con estas canciones por un efecto de nostalgia, y no nos da tanta pena.

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Los ejecutivos no son tontos. Para sobrevivir en un mercado tan competitivo, las disqueras están interesadas en la venta de sencillos a un demográfico que desea escuchar música frívola, con cierto atractivo sexual, y que no exige mucho de ti como espectador. Lo más sencillo es recurrir a las fórmulas que han funcionado en el pasado y eso ha sido la norma tanto en Europa como en América. Como bien sabemos, México no es la excepción ya que por varias generaciones hemos visto la proliferación de estos grupos, desde Timbiriche y la Onda Vaselina, pasando por Magneto hasta llegar a RBD. Pero eso es material para otra columna.

¿Hay algún punto de diferencia entre el k-pop y el pop de Occidente? El pop hecho en Corea es una combinación de bubblegum pop y hip-hop. Aunque los artistas coreanos no cantan ni rapean en ingles (salvo algunos coros), la fórmula es un invento 100% anglosajón. Lo que le da su sabor exótico es que los productores coreanos le han agregado a los componentes esa disciplina tan estricta de los orientales. Por tal motivo, los videos parecen súper producciones Hollywoodenses, las coreografías son dignas de películas de acción de Hong Kong, y los cantantes son súper-modelos, prácticamente tan perfectos como maniquíes sobre los cuales los diseñadores de moda pueden probar sus vestuarios más vistosos. Básicamente, perfeccionaron tanto la fórmula que no necesitas una resolución HD para notar el resplandor de sus dientes.

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¿Cómo fue que el k-pop invadió América? Bueno, la respuesta rápida tiene dos palabras: “Gangnam Style”. La sensación internacional que provocó PSY con este video hace un par de años obligó al mundo a percatarse de la existencia de la República de Corea en el mapa cultural. No sería una exageración decir que el rapero le abrió las puertas del continente americano a una ola de grupos asiáticos que nunca soñaron en el éxito fuera de sus fronteras. Sin duda existía en México un nicho de fans que seguía de cerca la industria del k-pop, incluso previo a la locura mediática del “Gangnam Style” (hoy con ¡más de 2 mil millones! de visitas), pero la comunidad otaku local siempre se ha inclinado por las excentricidades del j-pop.

A pesar de que la música no me termina por atraer, estos días puedo ubicar los nombres de los grupos sin imaginar rostros genéricos de asiáticos. Tal es la fuerza de su presencia en la escena pop. Entre los nombres más reconocibles está el de Big Bang, un equivalente a N’Sync con su propio Justin Timberlake de nombre G-Dragon. Del lado femenino, al frente podemos encontrar a Girls’ Generation, un grupo de ocho o nueve integrantes de las cuales ha surgido la figura de Yoona como su idol principal, también una actriz de telenovelas (ese es OTRO fenómeno que prefiero no tocar). Entre los otros grupos también figuran los nombres de Super Junior, 2NE1, Crayon Pop, MBLAQ, B.A.P., Wonder Girls, y muchos más. Si no puedes distinguir entre unos y otros, no te preocupes, eso es normal.

¿Crees que estamos llegando tarde a la fiesta? Oh, para nada. El k-pop ya plantó su bandera en México (hasta con anuncios en algunas estaciones del metro) y tal parece que vamos a escuchar a estos grupos por lo menos por buen rato más. De hecho, este año he notado un considerable número de conciertos con grupos de esta índole en el DF, y con boletos agotados en la mayoría de los recintos. Sin duda existe un fanbase cada vez más grande que incluso te saluda en un idioma extraño, y ni siquiera tienes que estar en la colonia Juárez. Su prueba de fuego vendrá con un evento llamado Music Bank, el cual creo que es el primer festival de música k-pop en México. Éste se llevará a cabo el 30 de octubre en la Arena Ciudad de México. La alineación cuenta con grupos como B.A.P., BEAST, EXO-K, y BTS, entre otros. Ignoro si tengo que poner los nombres en mayúsculas, pero así es como se presentan.

¿Y que pienso yo del k-pop? Ignorar su presencia ya resulta una tarea casi imposible. Admito que saben como producir canciones con ganchos ultra-pegajosos, y es difícil no admirar sus acrobáticos pasos de baile. Trato de mantener una mente abierta, pero a final de cuentas, me sigue sonando a música de fábrica, no hay ninguna diferencia notable entre un grupo y otro, y los idols son tan explotados por sus agencias como yaquis en una hacienda henequenera. Es difícil para mi ser fan de todo eso, pero si te gusta, dale con todo.

Razzmatazz, una columna escrita entre las horas de ocio que separan el sábado del domingo. Por: @ShyTurista

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P.D.: Por motivos de la cobertura del CC14, no habrá Razzmatazz la próxima semana. Por si alguien andaba con el pendiente… y así.

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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