LANA DEL REY

Lunes, 4 de noviembre
Pepsi Center WTC
México, DF

EL CONCIERTO:

Lana del Rey se presentó por primera vez en la Ciudad de México como parte de su gira latinoamericana para promover la edición Paradise de su álbum debut, Born to Die. La banda de Lana consistía, de izquierda a derecha en el escenario: guitarra, teclados, bajo, batería y percusiones, y una modesta sección de cuerdas. Al fondo del escenario había una pantalla donde se proyectaban escenas del video musical del tema que se interpretaba en su momento. La asistencia al Pepsi Center estuvo a su máxima capacidad ya que se agotaron los boletos a unos días de que salieran a la venta.

SETLIST:

1. Cola
2. Body Electric
3. Blue Jeans
4. Carmen
5. Born to Die
6. Blue Velvet
7. American
8. Young and Beautiful
9. Without You (outro “Knockin’ on Heaven’s Door”)
10. Ride
11. Summertime Sadness
12. Video Games
13. National Anthem

OPINIÓN:

Y hela aquí, Lana del Rey.

Más una experiencia religiosa que un concierto, miles de fans tuvieron la misma idea y llegaron muchas horas antes con tal de asegurar un buen lugar que les permitiera tomarle una buena foto a Miss Lana. Desde las primeras horas de la tarde, la fila le podía dar la vuelta al edificio sin problemas (Sopitas’ HQ está a una cuadra del WTC, entonces le podíamos echar un ojo sin mucha pena). Cuando el recinto les dio acceso, el público todavía tuvo que esperar un par de horas pero no hay fuerza más bíblica que la resolución de una adolescente por ver a su ídolo, especialmente cuando se tomó toda la noche anterior pegando una corona de flores. Así que casi nadie cedió un centímetro cuadrado mientras los minutos de ocio transcurrían.

Tarde o temprano tenía que empezar esto y cuando el telón por fin se desplazó para revelar a la banda, la anticipación desató una gritadera que no tuvo comparación hasta unos segundos después cuando la misma Lana del Rey tomó el escenario. En ocasiones he utilizado la metáfora de la turbina de un Boeing para describir la euforia del público, pero esto fue más bien el despegue de un transbordador espacial. El set arrancó con “Cola” una curiosa coincidencia si tomamos en cuenta el nombre del recinto, pero es el mismo tema con el que ha estado abriendo sus conciertos. Fashion Police: Lana vistió un camisón color azul celeste que mostraba algo de pierna. Ya decía yo que había venido por algo.

Como si la gente no estuviera lo suficientemente enloquecida, Lana bajó a la fosa para saludar a los aplastados en la primera fila y ponerse las coronas de los que seguían con vida. Cuando nuestra primera dama del indie pop empezó a repartir besos, en serio tuve miedo de que esa valla no fuera a aguantar… pero aguantó para sorpresa mía. Supongo que un beso de la cantante ya justifica un poco el precio de admisión. Mientras tanto, Lana se veía como si se la estuviera pasando bien en el escenario, dejando atrás los nervios de las primeras canciones. Tenía la sospecha de que sus presentaciones fueran un poco incómodas, pero tal es la devoción que los fans tienen por ella que poco a poco fue encontrando su lugar ante un público nuevo. Al escuchar que la gente se sabía cada estrofa, cada verso y cada palabra de todos los temas, ella los dejaba terminar sus frases (un recurso muy útil cuando se te olvida la letra) y por supuesto -cabe hacer énfasis sobre esto ya que Lana es de esas artistas que tienen que probar su inocencia- no estaba usando pista. ¿Ok?

Sin embargo, no puedo comentar mucho sobre el rango de voz de la cantante ya que no hubo ni un minuto donde la gente no estuviera gritando o coreando la letra a todo pulmón. Una que otra vez parecía que se adelantaba al ritmo (como en “Videogames”) pero la música tampoco resonaba muy bien que digamos. En el escenario había un guitarrista pero pudo haber estado ausente y nunca me hubiera percatado. El bajo también quedó en un sexto plano. Obvio, no puedo criticar a la gente por emocionarse en un concierto. De hecho, ese tipo de reacciones son las que provocan escalofríos y aunque salgas con los tímpanos destruidos, te deja una sensación singular, como la de atestiguar la misa de un culto religioso.

Un concierto de este tipo es algo fascinante. Lana del Rey nunca fue una moda. Una moda puede ser “Call Me Maybe” o “Somebody that I Used to Know”, pero una canción no puede llenar una arena, como lo evidencian los eventos cancelados de Carly Rae Jepsen y Gotye en nuestro país. Sin embargo, Lana del Rey es un fenómeno. Un fenómeno muy peculiar porque LDR no sólo es una marca, es una entidad corporativa. Lana del Rey Inc. es una realidad que controla todos los aspectos de la marca. Pero detrás de los ejecutivos, los productores, los agentes, los abogados y los maquillistas hay una tal Lizzy Grant que realmente se veía conmovida al final de “National Anthem” por los regalos del público.

Por un año estuvimos siguiendo el fenómeno de Lana del Rey a través de los medios (era casi imposible evadirla en el 2012), entonces existía una intensa curiosidad por ver ese fenómeno en persona. A diferencia de las teen popstars de hace una década como Britney Spears y Christina Aguilera, o los de hoy como Justin Bieber, LDR es de un molde distinto, un modelo a seguir para la hipsteriza de chavas que buscan dejar atrás a One Direction, pero no están del todo listas para dar el brinco a… Radiohead o qué se yo. Para bien o para mal. Si de algo sirve una artista de transición como LDR -que no es ni de aquí ni de allá- es que les abre la puerta a artistas como Bob Dylan, Leonard Cohen o Bobby Vinton… y supongo que eso es importante.

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DURACIÓN: 1 hora y 15 minutos
FOTOS: Diego Figueroa @halofive
RESEÑA: @ShyTurista (shy@sopitas.com)
LIPOVETSKY: Lo hubiera disfrutado

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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