Para cualquier banda, el segundo disco es una prueba importante. Puede ser un enorme catapulta a la fama o de plano sepultar su carrera. The Smashing Pumpkins iniciaba su recorrido musical, apenas dos años antes estrenaban Gish, su primer álbum, el cuál para sorpresa de todos fue muy bien recibido. Muchos medios comenzaron a llamarlos como ‘el nuevo Nirvana’ y desde ese momento tuvieron atención mediática.

Tras el éxito obtenido con su debut, la banda firma con Virgin Records y de inmediato empieza el proceso de grabación para el segundo álbum de The Smashing Pumpkins aunque, como la misma historia de la banda, nada fue fácil. La mente maestra del grupo, Billy Corgan, estaba pasando por un terrible momento, sufría de depresión por la ruptura con su entonces novia y después esposa, y sentía la presión de replicar la apabullante aceptación que recibió su debut y por si fuera poco estaba pasando por un terrible momento.

Con todo esto encima, dentro de la banda había muchos conflictos, el baterista Jimmy Chamberlin tenía una fuerte adicción a la heroína y los otros dos miembros de los Smashing, James Iha y D’Arcy Wretzky habían terminado la relación amorosa que tenían. Aprovechando este feeling lleno de emociones a flor de piel y rabia, Billy llamó a Butch Vig (quien produjo Gish y fue el responsable del Nevermind de Nirvana) para empezar a trabajar con ellos.

Ya en el estudio, Billy le dijo a Butch que “quería hacer un disco que la gente pusiera y dijera, ‘¿Qué diablos fue eso?'”, y para conseguir que la gente pensara eso, los Smashing hicieron de todo. Desde introducir por primera vez arreglos de cuerdas en sus canciones, hasta grabar 40 veces el mismo riff de guitarra para sobreponerlas en la mezcla final, armar una enorme capa y así crear una sensación de profundidad sonora nunca antes escuchada.

Así que, en medio de todo el caos dentro del grupo, Corgan supo como sacarle jugo a toda esa experiencia. El resultado fue un disco crudo y denso, que captura por completo la esencia y el sonido de los Smashing PumpkinsSiamese Dream y después con Mellon Collie and the Infinite Sadness marcarían para siempre la carrera de la banda.

Desde el primer segundo del disco, Billy Corgan y compañía nos dejan muy claro que es lo que escucharemos, un álbum algo denso y lleno de guitarras distorsionadas. La rola que abre es “Cherub Rock”, una de las canciones más conocidas de la banda, donde hacen una enorme sátira a la industria musical estadounidense. Después viene “Quiet”, que de callada no tiene nada.

Con “Today” tendríamos un breve momento de respiro, y en ella encontraríamos una de las canciones más potentes de los Smashing. De ahí en adelante todo sería una montaña de emociones, desde “Hummer” hasta llegar a “Disarm”, la rola que cambió todo en este disco y que se convertiría en uno de los himnos de los 90, con campanas y cuerdas, la banda logró mostrar una faceta completamente nueva.

Ya en la recta final del disco , vendría la grandiosa “Soma” y el solo shoegazero tan épico que Billy creó. “Geek USA”, “Mayonaise” y “Spaceboy” (dedicada al medio hermano de Billy que vivía con autismo) nos muestran que la banda terminó de madurar su sonido y que en  . “Luna” es una balada que sirve como el cierre perfecto para un viaje en el que los Smashing Pumpkins nos llevan de arriba para abajo, como una montaña de emociones. 

La portada de Siamese Dream es quizá una de las más icónicas y reconocibles de los 90. En ella vemos a dos niñas sonriendo y realmente todo el mundo pensó que si eran siamesas, aunque en realidad jugaron con la perspectiva en la que tomaron la fotografía para hacernos creer eso. Años más tarde, inició el rumor de que una de ellas era Nicole Fiorentino, la entonces nueva bajista de la banda, pero tiempo después se supo que esto era mentira porque a edad de Fiorentino no coincidía con la de las niñas que vemos en la imagen.

Siamese Dream es uno de los discos más importantes de los 90 para el rock alternativo, nos mostró de lo que eran capaces de crear las bandas en ese momento y sobre todo, Billy Corgan y compañía lograron superar con honores la brutal prueba del segundo disco. Ha pasado mucho tiempo desde que se estrenó y se siente como un álbum actual, con el que cualquier adolescente y no tanto se puede identificar sin ningún problema. A través de 13 canciones, The Smashing Pumpkins nos muestran que crecer es difícil pero importante para comprender muchas cosas que la vida nos pone.

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Me llamo Jesús pero todos me dicen Chucho. Me encanta la música y sé tocar algunos instrumentos, aunque creo que soy mejor escribiendo sobre las bandas que me gustan. Soy fan de los conciertos y festivales,...

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