Katy Perry llegó a dominar el pop a nivel mundial. En 2013, la cantante californiana había lanzado PRISM, un álbum que seguía en la línea de su disco debut y el segundo de estudio, con los que atrajo la atención internacional, desde que la conocimos con un entonces controversial (ahora afortunadamente no tanto) sencillo: “I Kissed A Girl”.

La excantante de música religiosa comenzaba a experimentar con su sonido, con temas como “Dark Horse” con Juicy J, formula que le funcionó e incorporó a su cuarto trabajo de estudio, Witness, en el que renunció a sus formas pasadas, apostando por un sonido mucho más electrónico y obscuro. Este trabajo nos había dejado desconcertados: ¿dónde estaba la cantante de pop que llenaba estadios con canciones pegajosas y coros explosivos?

Tras tres años de espera, la madre de Daisy Dove Bloom, nacida hace un par de días, nos sorprende con un regreso a sus raíces pero bajo sonidos renovados con un equipo de producción envidiable.

Para esta docena de canciones nuevas, Perry pidió la colaboración de ZEDD, Oscar Holter (Taylor Swift, Charli XCX); Andrew Goldstein (Britney Spears, Demi Lovato); The Monsters & Strangerz (Halsey, Rihanna); Stargate (Mariah Carey, Michael Jackson); Josh Abraham (P¡nk, Kelly Clarkson); Johan Carlsson (Ariana Grande, Avril Lavigne) y Charlie Puth.

Es un equipo inmejorable para una cantante histórica. Y esa dedicación se refleja en cada track.

La historia de reconciliación con ella misma impregna todo el disco, con una base sólida de empoderamiento y esperanza, entre capas y capas de elementos trabajados dentro del EDM pero elaborados a la medida de la cantante, apartándose de lo más genérico para entregar un sonido identificable para Katy Perry.

A parte del protagonismo de este género, Perry encuentra sus mejores momentos en una mezcla con guiños retro, como en el sencillo principal “Smile”, “Champagne Problems” y “Tucked”, con un disco fresco, una línea de bajo pegajosa y secciones de cuerdas, con una letra que nos hace ver que la californiana, que trabajó incansablemente en su música durante el embarazo, habla sobre divertirse, bailar y tomar uno (o varios) tragos.

No podemos pensar en un mejor momento para lanzar canciones sobre ser fuerte y esperar a un mejor mañana. Katy lo expresa en su historia personal, pero ahora que estamos “en pausa”, es reconfortante escuchar una historia sobre crecimiento personal, que no depende de una relación o de otra persona.

Como su propia carrera, los mejores momentos del álbum se encuentran en la fórmula pop bailable y con excepcionales vocales de Katy Perry, sin embargo, los momentos menos brillantes son el espacio de experimentación. En “Harleys in Hawaii”, explora un beat downtempo con una letra gris, simplemente un track que estaría mejor fuera de este disco.

El detalle de cerrar el disco con una canción sobre empoderamiento femenino, nos parece genial, ya que las raíces de Katy siempre han sido presentar pop con un toque de transgresión, como lo hace en “What Makes A Woman”, en la que describe qué es lo que define a una mujer para ella:

Revisitar los cinco discos de Katy Perry nos hace concluir que su excepcional voz se aprovecha mejor cuando la canción le exige a la californiana de 35 años y estamos ante uno de sus discos más sólidos, en donde tomó lo mejor de sus primeros álbumes y la producción impresionante de los más recientes.

Katy Perry
Foto: Cortesía

Tracklist de ‘Smile’ de Katy Perry

1. “Never Really Over”

2. “Cry About It Later”

3. “Teary Eyes”

4. “Daisies”

5. “Resilient”

6. “Not the End of the World”

7. “Smile”

8. “Champagne Problems”

9. “Tucked”

10. “Harleys in Hawaii”

11. “Only Love”

12. “What Makes a Woman”

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Entusiasta y nerd musical desde que tengo consciencia. Lector obsesivo y escritor. Ávido de escuchar y presenciar música en vivo. Músico novato a ratos. Egresado de Derecho y (casi) de Letras Inglesas...

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