Hace casi 18 años se estrenó una de las mejores películas británicas del nuevo milenio que por su historia, actuaciones y las críticas sociales que hacía desde una trinchera sencilla como el baile, logró cautivar al mundo del cine e, incluso, llegar a convertirse en un exitoso musical.

Estamos hablando de Billy Elliot, un filme protagonizado por Jamie Bell, Gary Lewis y Julie Walters (nominada a un Oscar por Mejor Actriz de Reparto), que presentaba la historia Billy, hijo de un minero que descubre su pasión y enorme talento por el ballet.

La premisa podría sonar muy básica; sin embargo, el trasfondo de esta película es mucho más amplio: un análisis social de la clase media y media baja del Reino Unido en la década de los 80 y la lucha de la clase minera por mejorar las condiciones laborales que durante un año lograron paralizar la industria del carbón en país. De este modo, Billy no sólo descubre en el ballet una forma de “olvidar todo y desaparecer”, sino también de ver la verdadera realidad de su familia.  

En esta cinta dirigida por Stephen Daldry, quien fue candidato al Oscar, el baile y lo social lo son todo: representan el descubrimiento de su pasión por el baile, la evolución del mismo y va acompañado del desarrollo de la huelga minera en la que su papá y hermano se encuentran inmersos. Y esta relación, por más forzada que parezca, se ve reflejada en el soundtrack de la cinta.

Bandas que definieron la música como T. Rex, The Clash o The Jam, aparecen en un setlist de primera que no ha sido tan valorado por muchos, pero que debería serlo por todos los amantes de la música y el cine. Y no sólo por el simple hecho de que aparecen bandas clásicas dentro de la historia del rock, el punk y el post punk, sino porque en este caso, la música maximiza y acompaña las escenas que componen el filme y la historia de lo social y personal a través de un niño.

Con T. Rex parece un catálogo de los mejores y más grandes éxitos, pues se puede escuchar “Children of the Revolution”; “Bang A Gong”; “Cosmic Dancer”; “Ride A White Swan”; y “I Love to Boogie”. ¿Alguna más?

“I Believe” del irlandés Stephen Gately, quien perteneció a Boyzone; “Burning Up” de Eagle-Eye Cherry, una canción que podría “romper” con el ritmo de la cinta; “Shout To The Top” y “Walls Come Tumbling Down!” de The Style Council.

Por último, dos de las mejores canciones de la película que sirven como ejemplo del poder de la música en una película. La primera es “Town Called Malice” de The Jam, una canción que habla por sí misma y el statement de lucha titulado “London Calling” de The Clash.

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En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

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