A finales de septiembre tuvo su estreno el primer volumen de Times Infinity, un álbum doble que marca el regreso de una de nuestras bandas favoritas de indie rock después de cuatro años de ausencia. A estas alturas, The Dears son toda una institución en la importantísima escena de Montreal, la cuna del indie rock canadiense que en la década anterior nos dio a bandas de la talla de Arcade Fire, Stars, Godspeed You! Black Emperor, Young Galaxy, Sunset Rubdown, y Wolf Parade. The Dears vienen de esa misma clase que tanto impacto tuvo en el radar internacional aunque su reconocimiento se debía más que nada a las recomendaciones de boca-a-boca de sus seguidores, una auténtica secta esparcida por todo el mundo.
Quizás su estilo romántico nunca despertó el entusiasmo de la crítica, pero con el paso de tiempo fueron construyendo una reputación de culto, evidente por sus intensos conciertos que desembocaban en lo más cercano a una experiencia espiritual. Este redactor una vez fue testigo de este magnetismo cuando vio a los Dears en vivo desde el club Pasagüero hace cinco años. En efecto, pasas por toda una catársis. “La intensidad del escenario es más fácil ya que estamos acostumbrados a que nuestros shows se desplieguen de esa manera,” dice Natalia Yanchak sobre la intensidad emotiva que exhibe el grupo en sus conciertos, un rasgo que los volvió famosos. “Como músicos, es algo que nos viene naturalmente, especialmente cuando estamos todos sumergidos en la interpretación.
Aparte del vocalista Murray Lightburn, el único miembro que ha sido una constante en la turbulenta alineación de los Dears ha sido su esposa, la tecladista Natalia Yanchak. En su más reciente lanzamiento, el line-up incluye al guitarrista Patrick Krief y Roberto Arquilla en el bajo, viejos rostros que regresaron hace unos años a la banda luego de un periodo de ausencia. El integrante con menos historia es el baterista, Jeff Luciani. En una entrevista telefónica con Yanchak para Sopitas.com, más que un grupo de músicos, ella a menudo se refiere a los demás como su familia, lo cual es cierto tanto en el sentido literal como sentimental. Por eso tienen cierta facilidad para mostrar un lado tan íntimo en sus presentaciones. “Es como si con solo subir al escenario ya no estamos conscientes de todo lo demás,” dice Yanchak en referencia a las inconveniencias de la gira.
The Dears, notorios por sus registros épicos y conceptuales, casi progresivos, asumieron el reto y e hicieron de su sexto álbum de estudio su primer álbum doble. “Sí cruzó por nuestra mente sacar un solo álbum, pero a final de cuentas teníamos material bastante bueno que no queríamos desperdiciar,” nos dice Yanchak con respecto a la magnitud de Times Infinity. “Digo, el volumen 2 es un álbum totalmente distinto, no se trata de una colección de lados B de los temas en el volumen 1. Es muy difícil para nosotros escoger qué canciones se quedan en el tracklist y cuáles no porque nos encantan los temas, son tan sólidos que queremos que todos los oigan. Queríamos que el volumen 2 se estrenara lo más pronto posible, así que ahora tenemos que esperar seis meses, poniendo a prueba nuestra paciencia.”
Times Infinity Volume One es un disco típico de los Dears: canciones que te desgarran el alma sobre temas románticos, las penas de la soledad, el desvanecimiento del amor, el anhelo por compañía. “I never wanted to do this alone” canta Lightburn en el primer tema, “We Lost Everything”, para que en la última pista, “Onward and Downward”, Yanchak nos diga que “In the end / we all die alone.” Ay. La tecladista nos comenta sobre este sello particular del grupo. “Creo que para nosotros, cuando hicimos este disco, encontramos muchos elementos que son auto-referenciales, cosas y sonidos asociados a nuestras vidas.” Concluye tajante que “Al ser parte de una banda por tantos años, uno se acopla a una voz colectiva que es única.”
Si ya te hacía falta una canción nueva de los Dears para tu mixtape de corazones rotos, no te preocupes porque ahora están de regreso, y con material de sobra.
T: @ShyTurista