Desde que se anunció el regreso de The Offspring a la ciudad de México después de 20 largos años, los ánimos se subieron hasta el tope. Y no tanto por el tiempo de espera, ya que estuvieron en el Knot Fest en el 2016 y muchos se lanzaron a Toluca a verlos. Sino por la posibilidad de ver su acto en solitario y poder sentir la energía de todos los fanáticos de la banda californiana reunidos en un mismo lugar.

Desde las 5:30 de la tarde, uno que otro tempranero ya se empezaba a aparecer en las afueras del Pepsi Center. Muchos aprovecharon el tiempo de sobra para darle un vistazo a la playera del evento, para comer unos tacos en los puestos de la clásica carpa naranja, y uno que otro ya se formaba para el portazo en vista de agarrar un lugar en la primera fila. Por supuesto, no faltaron las playeras negras para mostrar el fanatismo a The Offspring con la calavera de Conspiracy of One, el esqueleto de Smash o el niño en el columpio de Americana, que muy pronto, se llenarían de sudor gracias a la espectacular actuación que estarían por dar.

Foto por @alancortest

Poco a poco, se empezaba a notar la euforia de los que se dieron cita en el corazón de la capital para ver a Dexter Holland. En las filas para entrar, se escuchaba a la gente hablar de las rolas que les gustaría escuchar, de si ya los habían visto antes y de la emoción por verlos en unos cuantos minutos. Así fue como el Pepsi Center se fue llenando hasta no tener un solo espacio vacío sin estar ocupado por una alma punk noventera.

Aproximadamente a las 8:40 de la noche, después de la presentación de Chingadazo de Kung Fu, se apagaron las luces para darle entrada a una noche llena de nostalgia, gargantas destrozadas, chelas voladoras, muchos brincos, empujones y hasta una que otra lágrima…

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Ante el sonido del mariachi, The Offspring salió para acomodarse en el escenario, agarrar sus instrumentos y empezar la fiesta. No faltaron más que los primeros batacazos de “Americana” para que se empezara a descontrolar el ambiente. La guitarra y los coros que le dieron entrada a uno de los mejores discos de punk de la década provocaron una que nuestras mentes se prepararan para entrar al sueño de Holland tal y como lo dice  en la canción. A partir de ahí, se estaría por desenvolver un set con sus más grandes éxitos.

Las gotas de sudor no se dejaron esperar una rola más. “All I Want” le siguió para presentar Ixnay on the Hombre, álbum que lanzaron en el 97, y poner a todos a vaciar los pulmones. Sin dejar espacio entre rolas para respirar y entender lo que estaba pasando arriba del escenario, “Come Out and Play” llegó para invitarnos a perdernos en su música al ritmo de la peculiar guitarra al estilo Medio Oriente.

Foto por @alancortest

Los espacios entre la gente se hacían cada vez más angostos. Los empujones no paraban pero la energía siempre estuvo en el lugar correcto. Llegó el punto en el que era complicado sacar el celular para grabar esa rola que te pidió el compadre que no pudo ir al concierto. Ya bien entrados en lo que sería el ambiente de la próxima hora y media, empezó “Want You Bad”, una de las rolas más queridas por los asistentes. Después le siguió “Mota” para hacer que se notara el fan entre los fans y “Original Prakster” para poner a todos a bailar.

El primer gran éxito de la noche, y para continuar con rolas del Americana, llegó con “Staring At The Sun” para que el mosh pit se armara como se debe. El ritmo acelerado de la rola se coló las mentes de todos los presentes e hizo que la adrenalina fluyera por la sangre mientras se forzaban las cuerdas vocales que repetían el coro: “As you’re staring at the sun (oo oo oo oo)“.

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Para bajarle a la euforia, lo cual no estoy muy seguro de que lo hayan logrado, Dexter Holland agarró el micrófono y le preguntó a la gente si les gustaría escuchar un cover de alguna banda. Entre cientos de gritos, se distinguía que se pedía algo de los Pixies, Nirvana y otras bandas de esta categoría, Holland gritó: “¡AC/DC! ¿Qué les parece eso?”. Por supuesto que los gritos no se dejaron esperar y lanzaron un muy buen cover de “Whole Lotta Rosie”.

Cada momento de silencio entre canciones se utilizaba para mostrarle amor a los californianos. Fue tanto el cariño que recibieron que Kevin John Wasserman (Noodles para los cuates), se tomó un momento para agradecerle a todo el público mexicano diciendo: “Ciudad de México, ¡son demasiado!”. La misma pausa fue utilizada para platicar, bromear un poco con Holland, y resaltar su amor por la cerveza y nuestro país.

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Después del pequeño descanso, llegó algo del Smash con “Bad Habit” y “Gotta Get Away” para seguir calentando un ambiente que estaba por llegar a su punto de ebullición. Lo que vendría después, es probablemente la sorpresa más grata de todo el concierto. Las luces se atenuaron, salió de la nada un piano al escenario, y Holland dijo: “Aquí les va una canción para todos aquellos que han perdido a alguien importante en su vida. Se llama ‘Gone Away'”. Como recién salida de un sueño, sin nada más que su voz y las notas de un piano, Dexter Holland demostró la calidad y el talento que hay detrás de cada canción que ha hecho. El corazón de todos los presentes se hizo del tamaño de una uva y las lágrimas aparecieron por los recuerdos de nuestros seres queridos.

Tras semejante bajonazo, nadie esperaba que el ambiente iba a subir de cero a cien en tan solo unos segundos. Y es que lo mejor estaba por venir. Los éxitos de los éxitos, la creme de la creme estaba por aparecer para reventar las bocinas del lugar. Inesperadamente, al mismo tiempo que Hollad empezó a cantar la primera letra de “Why Don’t You Get A Job?”, enromes pelotas de playa y papeles voladores se dieron cita en la pista para regalarle a todos uno de los momentos más divertidos del concierto. A partir de ahí, no hubo más que una pendiente de emociones, brincos, gritos, aplausos y empujones al compás de rolas como “(Cant Get My) Head Around You”.

Foto por @alancortest

¡Give it to me baby! Así es, “Pretty Fly (For A White Guy)” hizo que la gente enloqueciera y entregara todo lo que quedaba de su energía. Sin duda este fue uno de los momentos más esperados y disfrutados por los nada jóvenes fans de The Offspring. Para no dejar morir el momento, “The Kids Aren’t All Right” empezó a retumbar en las paredes del Pepsi Center.

Al terminar este set de sus rolas más queridas, las luces se apagaron y dieron lugar a un pequeño encore en el que lejos de usarse para descansar, las gargantas seguían siendo las protagonistas con el clásico “¡Olé olé olé… Offspring, Offspring!”. Un par de minutos le tomó a Holland regresar para cerrar una noche épica con “You’re Gonna Go Far, Kid” y “Self Esteem”.

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Definitivamente cada segundo de los 20 años de espera valieron la pena. El ambiente chavorruco demostró rola tras rola que tiene más energía que muchas otros. No queda nada más que agradecerle semejante actuación a una banda que nos vio crecer. Prometieron volver y tengan por seguro que serán completamente bienvenidos. ¡Gracias The Offspring!

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