Ayer fue un día especial en el mundo de la tecnología y el entretenimiento, pues se cumplieron 30 años de la llegada del primer disco compacto, formato mejor conocido simplemente como CD, por sus siglas en inglés.
Fue el 1 de octubre de 1982 cuando el primer reproductor de CDs arribó al mercado. Se trató del Sony CDP-101, aparato que llegó a Japón bajo un precio de 168 mil yenes, algo así como 1,477 dólares actuales. Mientras tanto, Phillips haría lo propio un poco después ya que ambas compañías habían trabajando juntas en la definición de formato.
Sony CDP-101, el primer reproductor de CDs
Por supuesto, la llegada de los aparatos reproductores vino acompañada de una primera tanda de discos, encabezada por el 52nd Street de Billy Joel, una reedición del álbum lanzado al mercado en 1978 y que se convertiría en el primer CD disponible en el mercado.
’52nd Street’ de Billy Joel
A pesar de sus 30 años, el disco compacto en realidad nació a mediados de la década de los 70s, cuando Phillips y Sony comenzaron a realizar las primeras investigaciones sobre un nuevo formato físico que permitiera la reproducción de sonido digital, a diferencia de los discos de vinil que se vendían en la época.
Sería algunos años después cuando ambas compañías terminaría por concebir el CD, el cual permitía la reproducción de hasta 72 minutos de audio en 16 bits y una tasa de muestreo de 44,1 kHz (44,100 muestras de sonido por segundo). Posteriormente, el disco llegaría hasta los 74 minutos de grabación, dando lugar a la leyenda sobre que la esposa de Norio Ohga, vicepresidente de Sony, quería escuchar la 9ª Sinfonía de Beethoven en un solo disco; razón por la que el disco tendría finalmente esa duración.
La llegada del CD sería un parteaguas, no sólo en la industria de la música, sino en otros sectores del entretenimiento. Llegando a tener un éxito mayor al de cualquiera de sus predecesores.
A tres décadas de su nacimiento, el disco compacto ha sido desplazado por los reproductores digitales y el MP3. Incluso hoy, los más nostálgicos prefieren comprar viniles y cassettes, aunque sería una mentira decir que el CD está en peligro de extinción. Si no me creen, basta con darse una vuelta por Tepito o alguna estación de Metro para comprobarlo.