Este año se conmemoran 100 años de la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra, el primer enfrentamiento bélico que envolvió a una gran número de países y que se convertiría en una de las más sangrientas (sería hasta la Segunda Guerra Mundial que se superaría el número de muertos) por los avances tecnológicos y científicos; podría decirse que la ciencia y la tecnología se volvieron uno mismo para fines bélicos.
Con la muerte del Archiduque Francisco Fernando, heredero a la corona Austro-Hungara, en Serbia comenzaría, en 1914, la afrenta en busca de “venganza”, ocupación de territorios, ampliación de fronteras, consolidación de poderes y más. Terminaría hasta noviembre de 1918 con un saldo de más de 10 millones de muertos; sin embargo, no todos los inventos fueron mortíferos, algunos ayudaron en un buen sentido y perduran hasta nuestros días.
A continuación les presentamos 6 de estos inventos:
1. Fertilizante industrial
Antes de empezar la guerra, Fritz Haber y Carl Bosh -químicos alemanes-, lograron convertir el nitrógeno que se encuentra en la atmósfera en una especie de amoniaco, lo que permitió la creación de explosivos. A pesar de ser mortal, este proceso hoy en día sostiene a muchos habitantes de la tierra, ya que a partir de él es posible la producción de fertilizantes de nitrato de amotino.
2. Drones o aviones no tripulados
El desarrollo de la aviación fue primordial para esta guerra. Charles Keterring diseñó la primera “bomba no tripulada”, a la que llamó Kettering Torpedo Aerea o “Bug Kettering”, que era capaz de alcanzar su objetivo a una distancia de 40 millas. Fue el primer transporte no tripulado, que despegaba, volaba cierta distancia, descendía y se incorporaba en el terreno.
Serían los prototipos de lo que hoy se conoce como “drones” que son utilizados por armamentos y hasta por Amazon para sus entregas.
3. Control de tráfico aéreo.
El radio ya era uno de los medios de comunicación más importantes desde antes de empezar la guerra, pero gracias a esta evolucionó para apoyo de los pilotos. Cuando los aviones salían de tierra, era muy difícil comunicarse con ellos después, por esto, el ejército estadounidense instaló los primero radios de dos vías en 1916. Se podía enviar una señal a una distancia de hasta 225 kilómetros y a finales de ese mismo año ya se había instalado un micrófono y auriculares dentro del casco, así se enviaría la primer señal de vuelo desde tierra hacia un avión.
4. Rayos X portátiles
Cuando nos rompemos un hueso nos llevan al hospital y nos sacan una placa de rayos X, nos mandan tratamiento y salimos felices a nuestras casas con un yeso listo para ser firmado. En la guerra no era así, antes de los antibióticos los soldados morían de fracturas, a pesar de que los bancos de sangre se habían inventado gracias al descubrimiento del citrato de sodio como anticoagulante.
A la par de esto, los rayos X portátiles, fueron creados en 1895 por Wilhelm Conrad y modernizadas por Marie Curie para la guerra, al instalarlas en ambulancias. Gracias a esto se pudieron tratar fracturas y heridas de balas, salvando a miles de soldados.
5. Pañuelos sanitarios
En 1914, Ernst Mahler dueño de Kimberly-Clark descubrió un nuevo material llamado “cellucotton”, que era cinco veces más absorbente que el algodón. Al iniciar la guerra, Kimberly-Clark comenzó a comercializar vendajes quirúrgicos. Estos fueron utilizados por las enfermeras para su “uso higiénico personal”, y al final de la guerra comenzaron a venderlas como las primeras toallas sanitarias.
En 1924, se inventarían a partir de la misma sustancia, los hoy conocidos Kleenex, esos que usan para llorar y, cuando tienen gripa, los que huelen a hierbabuena.
6. Lámparas solares
Durante la guerra se vivieron tiempos de hambre que afectaron en su mayoría a los niños, los más inocentes y débiles en estas circunstancias. Para 1918, la mayoría de los niños alemanes padecían raquitismo, una condición que debilita los huesos a falta de vitamina D.
El médico Kurt Huldschinsky notó que los niños con esta dolencia eran muy pálidos -más pálidos de lo que son normalmente los alemanes- por lo que experimentó con cuatro niños al exponerlos bajo una lámpara que emitía una luz ultravioleta. Con el tratamiento los niños mejoraron, ya que este tipo de lámparas estimulan la producción de la vitamina D.
