Jimi Hendrix es, sin duda, un ícono del Rock y año tras año en las decenas de encuestas sobre guitarristas su presencia es indeleble. Su desafortunada muerte, a los 28 años, dejó al mundo de la música con una herida que se ha tratado de tapar, pero nunca acaba de curar.

¿Qué es lo que nos atrae tanto de este sensacional músico?, ¿qué era tan grandioso de Jimi que, aunque hoy en día hay guitarristas igual y hasta más diestros que él, desde hace más de 42 años nos sigue maravillando? Que siempre se atrevió a hacer más.

El desarrollo del estilo de Hendrix se nutrió de muchas fuentes. La inestabilidad de su hogar lo hizo crecer como un chico tímido y reservado, el típico que guarda todo dentro de sí. Su padre le había regalado un bajo con una sola cuerda (pues no tenían dinero para comprar las demás), con el que Jimi se entretenía creando algunas melodías. Incluso en la escuela cargaba con un palo de escoba a manera de guitarra mismo que no quería soltar y sus maestros vieron como un comportamiento inusual. Viendo que el muchacho le ponía mucho interés al instrumento, pero se frustraba por sus limitantes, un amigo de su padre tuvo a bien regalarle una guitarra acústica a los 15 años. Jimi tuvo cómo sacar toda la carga emocional que llevaba dentro, dedicándose completamente a la guitarra, llegando a niveles obsesivos. Practicaba diario y siempre estaba buscando aprender más, ya fuera viendo a otros tocar o sacando tips de guitarristas un poco más experimentados.

Muchos de sus héroes eran los guitarristas de Blues, de los cuales su padre tenía algunos álbumes: B.B. King, Muddy Waters, Buddy Guy, Elmore James, pero también tenía afición por el Rock de Elvis Presley y Chuck Berry. A los 17, su padre le regala una guitarra eléctrica, aunque no tenía amplificador. Con ella, Jimi desarrolló aún más sus habilidades y a todo mundo impresionaba.

A principios de los 60, los efectos de guitarra eran muy limitados. Sin embargo, Jimi quería ir más allá de lo que la guitarra le ofrecía por sí sola. Siempre estaba buscando el modo de hacerla sonar diferente, pues las canciones que concebía estaban llenas de sonidos radicales que Hendrix se empeñaba en reproducir. Le ayudaban sus enormes manos, con las que desarrolló un vibrato muy particular y además descubrió que podía crear nuevas “voces” para los acordes normales, ya que su pulgar era lo suficientemente largo para moverse a lo largo y ancho del brazo de la guitarra. El hecho de que fuera zurdo, tenía también un gran impacto, pues no sólo estaba tocando una guitarra al revés, sino que tenía una destreza increíble, creando cascadas de notas y acordes, a veces a velocidades impresionantes.

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T-Bone Walker fue una de las grandes influencias de Jimi en cuanto a la clase de artista que quería ser sobre el escenario. El estilo de Walker, lleno de malabares y trucos, tuvo un gran impacto e igualmente practicaba sus movimientos al tocar. No quería sólo ser un tipo que se para ahí durante media hora sin transmitir nada. La música que creaba tenía una carga de electricidad que lo hacía mover todo el cuerpo, tenía que darle una dimensión física y transmitir su emoción a quienes lo veían.

Inclusive, su estancia en el cuerpo de paracaidistas del ejército americano (al que se enroló para evitar ir a la cárcel por conducir un auto robado) fue una influencia para su música, pues cuenta que el sonido del viento en sus oídos al saltar en paracaídas influyó en el sonido “espacial” de su guitarra.

Igualmente, tampoco se conformaba con la duración estándar de una canción; se tenía que limitar en los álbumes, pero en vivo dejaba que la pieza lo llevara a donde tenía que ir con largas improvisaciones, durante las cuales caía en un estado de trance, transmitiendo su alma a través de cuerdas y bocinas.

Poco a poco, se fue convirtiendo en un respetable guitarrista y llegó a ser músico de acompañamiento con muchos artistas, como Sam Cooke, Wilson Picket, Little Richard, Ike & Tina Turner y los Isley Brothers, de los cuales adquirió experiencia en el escenario y, cual esponja, absorbió sus mejores cualidades. Richard tuvo que correrlo de la banda pues prácticamente le robaba el show tirándose al suelo y tocando la guitarra entre las piernas o por la espalda (y no puede haber dos vedettes en el mismo cabaret).

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Jimi también era un gran letrista. Su influencia bluesera y su pasado tortuoso lo pudieron haber orillado a escribir la tragedia descarnada del blues. Pero Jimi descubrió en Bob Dylan que las cosas podían decirse con el mismo impacto, pero de manera más poética. Jimi estructuró muchos de sus versos a la usanza de Dylan, pero le imprimió su propio estilo, lleno de visiones de influencia psicodélica. Tampoco se consideraba buen cantante, pero Dylan que tampoco tiene una gran voz, le dio ánimos y hoy en día la voz de Hendrix es tan característica como sus riffs.

Sin embargo, al principio le fue difícil tocar o grabar, su estilo salvaje y su uso de la amplificación de niveles ensordecedores eran arduos de comprender para un público que jamás había visto un personaje como él. Alguna vez, perdió la oportunidad de que el legendario Les Paul le diera un contrato de grabación, pues el dueño del club donde estaba audicionando lo corrió porque “era demasiado loco y ruidoso para este lugar”. Les Paul jamás pudo encontrar al joven músico a pesar de sus esfuerzos.

Cuando llegó a Londres en 1966, guiado por Chas Chandler, el ex-bajista de los Animals (quien se había decidido a ser su manager y convertirlo en estrella), impactó a todo el que fuera testigo de su talento. El primero fue el muy joven Andy Summers, que una docena de años después se uniría a The Police, mismo que vivía en el sótano de Zoot Money, a quien Chas y Jimi habían ido a visitar. Jimi trató de tocar su guitarra a través del estéreo de Money (pues no tenía un amplificador a la mano), así que luego de algunos intentos fallidos, tomó una acústica y comenzó a tocar. Summers subió a la fiesta, dispuesto a palomear y quedó impresionado por la habilidad de Jimi, tanto que decidió sólo observar. Eric Burdon también lo vio en un club. “Era fascinante lo bueno que era, no podías hacer más que detenerte y mirarlo”, dijo después. Brian Jones de los Rolling Stones se volvió un fan inmediato y llevaba a todos sus conocidos a verlo tocar.

Hendrix llevaba sólo una semana en Londres cuando Chandler se encontró con Eric Clapton y le dijo que le gustaría presentarle a Jimi (porque ésa fue la condición para que Hendrix accediera a ir a Londres). Clapton le dijo que lo llevara al concierto de Cream en el Central London Polytechnic. Jimi, como siempre, llegó guitarra en mano. Vieron la primera mitad del show, y Jimi, con una mezcla de inocencia, convicción y seguridad de su talento, mandó a Chandler a preguntarle a Clapton si podía palomear con ellos. Y en ese momento Hendrix mataría al Dios Clapton.

Ya en 1967, Jimi dio un concierto en el legendario club Bag O’ Nails, en el que se reunía usualmente la elite del rock británico. El alboroto por su presencia era tal que esa noche entre los asistentes estuvieron Eric Clapton, Pete Townshend, John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr, Mick Jagger, Brian Jones, Brian Epstein (manager de los Beatles), John Entwistle (bajista de The Who), Donovan, Georgie Fame, Denny Laine, Terry Reid, Jeff Beck, Jimmy Page, la cantante Lulu, todos los Hollies, los Small Faces y los Animals.

Paul McCartney también quedó sorprendido por Jimi cuando a tan sólo 48 horas de que los Beatles habían lanzado su magno Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Jimi Hendrix tocó en su concierto en el Saville Theatre (propiedad de Brian Epstein y al cual asistió con John Lennon) la canción que da título al álbum. Paul declaró sentirse halagado por la calidad de la versión y la calificó como una de las mejores que se han hecho.

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Pero de todos, quizás Pete Townshend de The Who fue el que resultó más hondamente tocado hasta sus fibras más sensibles, así como confrontado en sus capacidades por el talento de Jimi. En una entrevista para el documental History of Rock and Roll de 1995, lo describe muy bien: “Ver a Jimi Hendrix, por primera vez, fue un dolor indescriptible para mí. Eso es lo que sentí y aún siento. No había tomado drogas psicodélicas por alrededor de un año cuando lo vi en un concierto en Washington o algún lugar de Estados Unidos, y ahí estaba él sacando estas cuestiones psicodélicas de nuevo. Tendrías que haberlo visto para saber de lo que hablo. Hacía cosas que eran realmente mágicas. No creo que él supiera que las estaba haciendo o que podía hacerlas, pero hacía cosas con su cuerpo que eran muy, muy hermosas de mirar y se acompañaba de estos increíbles ruidos salvajes. Era una especie de alquimia extraña. Tomó la cultura de las drogas y demostró que en verdad existía algo como la poesía física en el rock, algo que estaba cercano al ballet. No digo que bailaba, porque no lo hacía, pero era muy bello verlo, y sentías dolor en su presencia y en presencia de esa música. Te sentías pequeño y te dabas cuenta cuán lejos debías llegar aún. Y otra cosa muy dolorosa fue conocerlo después y darme cuenta de que él no sabía lo que estaba haciendo. No tenía idea de su grandeza”.

Los expertos en materia guitarrística afirman que la diferencia que había entre Jimi y los guitarristas británicos del momento, como Eric Clapton, Jeff Beck o Alvin Lee de Ten Years After, es que se podían distinguir claramente las influencias que cada uno tenía. Pero Jimi, a pesar de que era fan de los mismos músicos que los británicos, no los copiaba, sino que los transformaba en un sonido propio.

Fue el propio McCartney quien recomendó a Jimi Hendrix para que tocara en el legendario festival Monterey Pop, donde de nuevo Townshend se vería confrontado con él, pues no quería que los Who tocaran después de Jimi (y viceversa). Así que todo se decidió con un volado y los Who tocaron antes, finalizando con la destrucción de sus instrumentos. Viendo esto, Jimi decidió hacer lo que hoy se conoce como su “sacrificio erótico”, en el cual Jimi incendia su guitarra a la vez que hace gesticulaciones y movimientos de “adoración pagana”, dejando grabado para siempre un momento icónico en la historia del rock. Igualmente lo haría en 1969, en el festival de Woodstock, cuando en plena guerra de Vietnam, Hendrix hace una electrizante versión de “Star Spangled Banner”, el himno estadounidense, misma que pretendía ser una protesta y un reflejo del horror de esa guerra inútil, la cual hoy es sinónimo de la década de los 60.

Jimi Hendrix - Are You Experienced_enl

A mediados de su carrera, ya contaba con la ayuda de algunos pedales de efectos como el fuzz, el wah wah y el phaser, los cuales convertían en una tormenta sónica sus conciertos, pero no se conformaba con eso. Luego de sus dos primeros álbumes, Are You Experienced y Axis: Bold as Love, Jimi fue un ávido usuario de las consolas del estudio, buscando nuevas técnicas de grabación que le permitieran crear paisajes sonoros más allá de sus efectos en vivo, con lo cual haría sus grabaciones tan excitantes como sus presentaciones en vivo. Junto a Pink Floyd, es el único artista de su tiempo que se puede equiparar con los Beatles a nivel de experimentación en el estudio. En Electric Ladyland, desarrolló muchos de los trucos que había aprendido, como las guitarras en reversa, sobre todo en los tracks más largos, que era lo que a Jimi realmente le gustaba por encima de los obligados sencillos de tres minutos. Sentarse y poner total atención a canciones como “Voodoo Chile”, el collage futurista de “1983… (A Merman I Should Turn to Be)” y su continuación “Moon, Turn the Tides… Gently Gently Away” o el arreglo sensacional a la canción original de Dylan, “All Along the Watchtower”, nos da un golpe lleno, un shock ante el talento desmesurado de Jimi como compositor, letrista, arreglista, productor, guitarrista y gurú del jipismo.

A pesar de la alienación que sentían sus managers y sus compañeros músicos, Jimi Hendrix siempre se mantuvo firme en su estilo independiente y estaba convencido de que sus decisiones eran las correctas. Esta independencia testaruda le trajo muchos problemas con las disqueras y sus músicos, a los cuales les dejaba poco espacio para que desarrollaran su creatividad. Sin embargo, hoy la historia nos demuestra que Jimi estaba en lo correcto, quien sabe qué sería de “Purple Haze” o “Voodoo Chile (Slight Return)” si Hendrix no hubiera impuesto su voluntad. Así era con todo, el bajista de la Experience, Noel Redding cuenta que Jimi tardaba horas en afinarse de oído (y encima de todo, se afinaba medio tono debajo de lo normal) buscando el pitch perfecto, o que cuando grababan, en ocasiones repetía una canción incluso 48 veces hasta encontrar la versión perfecta.

Hoy sabemos que la creatividad de Jimi Hendrix no tenía límites. Como muchos músicos de los 60, Jimi grababa todo lo que podía. Tras su muerte, se supo que dejó infinidad de canciones inconclusas y algunos discos, además de colaboraciones con otros músicos, horas y horas de demos y cintas clasificadas como “no usables”. El material ha sido suficiente para llenar alrededor de 473 álbumes piratas; todo fue grabado en un lapso de sólo cuatro años, nada mal para un músico sin estudios formales que dejó una huella indeleble en la historia de la música popular.

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