Una victoria más para las grandes disqueras transnacionales: el popular servicio de streaming, Grooveshark, desaparecerá de manera definitiva.

Hace 15 años, cuando apenas comenzaban a surgir plataformas como Napster y Limewire, en la mente de usuarios y creadores cruzaban dos pensamientos de forma constante: esto no es legal y nunca me descubrirán. El hecho de reproducir o compartir música protegida por el copyright sin pagarle regalías a sus autores o dueños no era el punto, sino que legalmente se pudiera hacer algo para impedirlo.

Grooveshark duró bastante tiempo como el reproductor preferido de millones de usuarios. Además de infringir los derechos de autor, el sitio tenía buenos anuncios publicitarios de compañías tan grandes como Mercedes Benz. Desde luego, ofrecía un servicio sin anuncios, pagando una módica cantidad.

Muy buenos abogados lograron tener en operación a la plataforma durante muchos años. Pero hoy en día la situación es completamente diferente a la de hace 15 años. Después de una larga batalla desde 2009, la compañía Escape Media, responsable de la creación y mantenimiento de Grooveshark, acordó con Universal Music Group, Sony Music Entertainment y Warner Music Group, detener todas sus operaciones y “borrar efectivamente” de sus servidores toda la música que sea propiedad de las disqueras mencionadas, además de declinar la propiedad sobre el sitio, aplicaciones móviles y toda propiedad intelectual asociada con Grooveshark.

Josh Greenberg y Sam Tarantino, como parte del acuerdo, admitieron haber creado y operado “un servicio que infringía los derechos sobre la música”. Grooveshark fue llevado a juicio porque no poseía licencia alguna sobre la música que tenía en streaming. La compañía EMI, ahora absorbida por Universal, llevó a cabo un juicio sumario a nombre de las dos disqueras, que arrojaron pérdidas por $420 millones de dólares a causa de 2807 grabaciones sin licencia que existían en los servidores de Grooveshark.

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Aunque la plataforma sí poseía licencias de disqueras más pequeñas, su forma de operar era más similar a la de YouTube, permitiendo a los usuarios subir contenido que a su vez pudiera ser reproducido por otros usuarios. Sin embargo, en su mayoría, los propios empleados de Grooveshark eran quienes subían las canciones a los servidores.

No sorprende que sus dueños y creadores hayan preferido matar y deponer todo lo que concierne al sitio. Les esperaba un juicio en el que estaban siendo demandados por $736 millones de dólares, basados en la pena máxima por violaciones autorales voluntarias de $150 mil dólares por violación.

En un comunicado, los fundadores de Grooveshark daban cuenta de su derrota: “A pesar de tener las mejores intenciones, cometimos errores muy serios, fallamos en asegurar licencias de los propietarios de derechos autorales de la vasta cantidad de música en nuestro servicio. Estuvo mal. Nos disculpamos.”

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Al mismo tiempo, invitaron a todos sus usuarios a consumir música de manera legal y con las respectivas licencias.

A pesar de la victoria y de servicios más establecidos legalmente como Spotify, no dudamos que habrá otras plataformas que tomen el lugar de Grooveshark. Limewire surgió un año después de que Napster fue cerrado (o convertido a la legalidad más bien). Grooveshark llegó cuando Limewire comenzó a tener problemas legales.

El día de hoy la plataforma Plug DJ, le dio la bienvenida a los usuarios de Grooveshark que quieran sumarse a su comunidad.

Aunque teniendo YouTube parecería absurda la llegada de nuevo sitios que ofrecieran los servicios de Grooveshark, si las compañías cumplen su amenaza de comenzar a retirar del sitio de videos todo el material que carece de licencias, las cosas podrían cambiar pues la demanda por streaming gratuito crecería.

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