Lo que necesitas saber:

¿Qué nos pasó? Aunque no lo creas, hubo una vez en que en México la gente tomaba agua de la llave.

Y tú, ¿te atreverías a tomar agua de la llave? En México la cautela de hacerlo está fundada en la sospecha de que no cumple los estándares de potabilización para consumo directo donde el Estado, el negocio de las embotelladoras, una sociedad que no paga el servicio y el huachicoleo de esta son algunos de los factores que nos hace dudar de beberle.

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La desconfianza en el agua potable de México

De la misma forma en que el gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento de Estado, ha advertido a sus ciudadanos del riesgo de viajar a México debido a la presencia de delitos violentos como homicidio, secuestro, robo y “violencia terrorista”; también les ha prevenido de no tomar agua de la llave por los riesgos a la salud que eso podría conllevar.

“El agua del grifo en México no es segura para consumir”, así lo afirma el Libro Amarillo que publica los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

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Y es la guía oficial de salud para viajes internacionales que el gobierno de Estados Unidos ofrece para sus ciudadanos.

Alertas de Reino Unido y Australia

Por su parte, Reino Unido —a través del Ministerio de Asuntos Exteriores y Desarrollo (FCDO por sus siglas en inglés), además de que “desaconseja todos los viajes excepto los esenciales a partes de México”—, le dice a su población que solo beban agua hervida o embotellada y evitar hielo en las bebidas.

Australia —que se suma a la alerta sobre la inseguridad— avisa a sus connacionales mediante su sitio smartraveller.gov.au, el servicio oficial de información y asesoramiento de viajes proporcionado por el Departamento de Asuntos Exteriores y Comercio (DFAT), que consuman agua hervida o agua embotellada con tapas selladas. Y eviten tanto los hielos, inhalar o tragar agua durante el baño. 

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Global Rescue —una empresa de gestión de riesgos de viaje— asegura que hay países donde abrir el grifo y beber un vaso de agua es un acto tan normal como respirar.

México: donde consumir agua del grifo ocasiona problemas de salud

Tal es el caso de Islandia, Noruega, Suiza, Japón, Australia, Alemania, Finlandia, Canadá, Singapur y Nueva Zelanda; países a los que considera los 10 con el agua del grifo más saludable.

En contraste, la compañía transnacional también ha dado cuenta de aquellos países donde consumir agua del grifo puede ocasionar severos problemas de salud como India, Nigeria, Indonesia, Egipto, Bangladesh, Perú, Haití, Filipinas, Vietnam y sí, México también figura.

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Y no sólo es una percepción global sobre el mal estado del agua que llega a los hogares, ya sea de la toma principal o del grifo en México, pues según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENIG), en 2023 solamente el 20.9% de la población opinó que “el servicio del agua potable en su ciudad es bebible sin temor a enfermarse”.

Pero, ¿por qué en un país que garantiza constitucionalmente que todas las personas tengan “derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua suficiente, salubre, aceptable y asequible para la satisfacción de sus necesidades”; resulta que beber de la llave hay un presunto riesgo?

Y, sobre todo, ¿qué nos pasó? Porque, aunque no lo creas, hubo una vez en que en México la gente tomaba agua de la llave

La desconfianza después del sismo de 1985

La desconfianza nació después del terremoto de 1985, cuando las tuberías dañadas, los derrumbes y la crisis de infraestructura hicieron que las autoridades recomendaran no beber directamente del grifo, por lo que, en medio del caos, se popularizó el consumo de agua embotellada como medida de precaución, explicó la doctora en Estudios Urbanos y Ambientales, Fabiola Sosa Rodríguez.

Y sí, hasta entonces, los garrafones apenas se usaban, solían ser de vidrio. Pero el miedo a enfermarse se volvió hábito y con el tiempo el escepticismo hacia el suministro público quedó instalado en la cultura mexicana, apuntó la investigadora egresada del Colegio de México.

Para la jefa del área de investigación en Crecimiento y Medio Ambiente de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Azcapotzalco, la duda razonable sobre el agua que llega a su casa podría deberse, por ejemplo, al deterioro del sistema hidráulico.

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Y la falta de control sobre su calidad, pues existe evidencia de pozos, presas y fuentes de captación que no cumplen con las normas necesarias para medir el nivel de contaminantes por descargas de actividades agrícolas o industriales

No es un problema exclusivo de México, pero lo cierto es que aquí se agrava por la falta de presupuesto.

O la débil capacidad de supervisión del Estado, ya que, a diferencia de países como Japón o Singapur, donde se realiza un monitoreo constante de lo que las empresas vierten en los cuerpos de agua, en nuestro país los mecanismos de vigilancia son escasos y poco precisos, expresó.

Reducción de presupuesto e infraestructura

La profesora precisó que, aunque las autoridades afirman realizar controles de calidad, en la realidad las muestras que toman representan una fracción mínima del universo que debería analizarse, lo que vuelve cuestionables los resultados, por lo que no hay un monitoreo representativo que garantice la potabilidad del agua que llega a los hogares.

Esta situación, comparte Sosa Rodríguez, se agudiza por la reducción presupuestal, ya que para 2026 el gasto destinado al sector hídrico será uno de los más bajos de la última década, lo que compromete aún más la capacidad de mantenimiento y control.

Foto: @yoamovalledebravo-sistemamexiquense.mx.

A este escenario se suma la fragilidad de la infraestructura, pues las redes de distribución presentan fugas, corrosión y décadas sin mantenimiento.

Muchas presas, añadió la especialista, apenas pueden almacenar entre 60 y 70% de su capacidad, no por escasez del recurso, sino por la imposibilidad técnica de captar y retener más agua debido a su deterioro.

Una responsabilidad compartida

La responsabilidad por la baja calidad del agua no recae únicamente en los gobiernos.

También la ciudadanía juega un papel importante de frente a una cultura extendida de no pago, ya que amparada en la idea de que el servicio no se puede suspender por tratarse de un derecho humano fundamental, dejan de cumplir con su responsabilidad, lo que debilita la capacidad financiera de los organismos operadores para invertir en mantenimiento, monitoreo y modernización de las redes, explicó. 

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Por otro lado, el descuido en el manejo doméstico del agua agrava el problema con cisternas sin limpieza, tinacos contaminados o tuberías añejas dentro de los hogares pueden alterar la calidad del líquido antes de llegar al vaso.

“Existe una corresponsabilidad compartida: sin pago ni cuidado adecuado, resulta difícil exigir un servicio seguro y de calidad”.

El agua embotellada

En medio de este complejo contexto, quienes aprovechan son las empresas que comercializan agua embotellada, al sumarse con la narrativa de asociar sus productos como “la opción más segura“, dijo la especialista

En 2020 México ocupó el primer lugar mundial en consumo de agua embotellada y representa cinco veces más que el promedio global, así lo reportó el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

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Y ojo aquí. La idea de que el agua embotellada es la mejor opción ha sido cuestionada, ya que una investigación realizada por el Fondo Mundial para la Naturaleza y realizado por la Universidad de Newcastle mostró que los envases liberan microplásticos que terminan en los líquidos que consumimos y esta cantidad equivaldría, en masa, a ingerir una tarjeta de crédito a la semana.

Ya ni hablemos del daño al planeta, pues cada vez crecen más las acumulaciones masivas de plástico, incluido el Pet, en los océanos, conocidas como islas de basura, según lo ha reconocido la agrupación Green Peace.

¿Beber agua de la llave?

Cuando se le preguntó a la doctora Fabiola Sosa Rodríguez si ella bebería agua de la llave su respuesta fue clara: no. 

En su casa utilizamos filtros para garantizar nuestro consumo seguro”.

Lo que pareciera una práctica que refleja la realidad de millones de familias que han tenido que asumir por cuenta propia la responsabilidad de asegurar la calidad del agua que beben.

Sosa Rodríguez confía en un futuro donde cada recibo de agua venga acompañado de un desglose transparente sobre su calidad y un suministro seguro.

Lo que el cuerpo paga por desconfiar (y beber)

El olor a gasolina llegó a impregnarse por todas las casas y la mayor concentración de éste estaba en los sanitarios.

La sensación de tener “piel pegajosa” al terminar la ducha o manifestar sabor amargo en la boca después de cepillarse los dientes fueron algunas de las señales que vecinos de la alcaldía Benito Juárez identificaron en la primavera del 2024 en CDMX

La sospecha de que se trataba de agua contaminada desde su origen fue confirmada por el Gobierno de CDMX al reconocer que lo que se encontró fue “una sustancia perteneciente a la familia de los aceites y lubricantes”, clausurando con ello el pozo de Alfonso XIII y que surtía a las casas afectadas.

Esta historia no quedó en el anecdotario, es parte de los sucesos que fomentan la desconfianza en el agua del grifo en México. 

“Doctor, ¿recomendaría a sus pacientes tomar agua de la llave?”.

“En términos de salud, no, aunque se diga que el agua es potable en México”.

El mal de Moctezuma

En entrevista para Sopitas.com con el gastroenterólogo Jonathan Aguirre Valadez reconoció que la contaminación del agua de la llave o del grifo puede ocasionar daños a la salud, dado que es posible que esté alterada de manera negativa desde su origen, durante el trayecto o al momento de almacenarla.

Por ejemplo, hay tuberías que al corroerse con el paso del tiempo pueden emitir plomo o magnesio que resulta perjudicial para salud de los humanos y los seres sintientes, que también dependen del vital líquido, explicó el médico.

Es probable, pero no es un orgullo, que los mexicanos tengamos ciertas resistencias a patógenos contenidos en el agua derivado de la exposición continúa a consumirla, detalló.

El doctor Aguirre dijo que un ejemplo de lo anterior se da con la llamada diarrea del viajero o el mal de Moctezuma, un padecimiento gastrointestinal que experimentan los extranjeros cuando visitan México, al que se le atribuye su origen al consumo de picante, pero en realidad podría estar relacionado a la ingesta de agua sucia que llega a introducirse al cuerpo. 

“A lo mejor el alimento o el utensilio que se usó se lavó con agua de la llave”.

Los virus como la hepatitis A o la E, bacterias, cólera, E coli, enterococos o parásitos, vaya, patógenos que existen en el excremento, son algunos de los elementos tóxicos al que los mexicanos nos exponemos desde la infancia a través del agua de la llave, opinó el también hepatólogo.

Otros daños

El experto reflexionó sobre la importancia de tener una infraestructura segura de abastecimiento de agua, ya que también se ha identificado que todavía en México sigue siendo una de las primeras causas de mortalidad en la población infantil de regiones de pobreza y que está asociada al poco o nulo acceso a agua no potable.

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Aguirre Valadez también lamentó que, por el momento, la única opción sea el consumo de agua embotellada, aunque al mediano y largo plazo no sea la mejor opción para la salud humana, ni para la del planeta:

“Hay estudios que demuestran cómo los micro plásticos se esparcen en todas partes del cuerpo y se van al sistema nervioso central”.

Huachicol del agua: la otra fuga que contamina

Lo que faltaba, más huachicol, pero ahora del agua. En semanas recientes se tocó este asunto en la mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum derivado del hallazgo de 52 mil concesiones, donde la extracción se realiza a través del saqueo de agua sin tener título o permisos. Sin embargo, la academia dice que esté fenómeno lleva década.

Hugo Hernández Gamboa, doctor en Ciencias Sociales, explicó que el huachicoleo del agua pudo haber comenzado hace 20 años como respuesta al crecimiento de las zonas urbanas.

Y advirtió que detrás de estas conexiones irregulares hay una historia mucho más profunda ligada a políticas públicas discriminatorias que definieron la forma en cómo se distribuía el agua en CDMX.

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Es decir, existen colonias que fueron concebidas desde una visión racista y clasista, porque —aunque actualmente cerca del 98% de los hogares de CDMX cuentan con conexión a la red de agua— la forma en que se planificó ese acceso no fue equitativa pese a tener la infraestructura, dijo el investigador de la Autónoma de Chapingo.

“A muchas comunidades se les suministraba el agua de manera tandeada o con cortes discrecionales bajo la idea de que había que ‘economizar’ el recurso, pero detrás de esa decisión había un prejuicio: se pensaba que ciertas poblaciones no sabrían usar o cuidar el agua”.

Acceso al agua potable: una moneda de cambio político en México

Esa visión, agregó, derivó a la construcción de territorios precarios, espacios donde la escasez no siempre es natural, sino social.

Y políticamente fabricada que, con el tiempo, esa práctica institucionalizada de racionamiento abrió la puerta a algo más perverso: un sistema donde el acceso al agua se volvió moneda de cambio político.

Dicho de otra forma: Una vez que las comunidades se acostumbraron a vivir con tandeos o cortes, la entrega de pipas comenzó a usarse con fines clientelares.

Y se sabe que en muchos casos se condiciona el suministro a cambio de votos o favores, ejemplificó el profesor.

Foto: @OAPASNau

En ese contexto, Hernandez Gamboa refirió que no sorprende que surjan conexiones clandestinas, ya que miles de familias que no reciben agua de manera regular o suficiente recurren al autoabastecimiento irregular, perforando la red o desviando ductos.

Y lo hacen, no como un acto criminal, sino como un intento desesperado de garantizar un derecho básico.

Pero estas tomas, lejos de resolver el problema, lo agravan al contaminar toda la red hídrica por no seguir los protocolos adecuados de conexión y alimenta el ciclo de desigualdad.

Se trata de un huachicol silencioso, que no busca lucrar, sino sobrevivir y que exhibe el fracaso de un modelo de gestión que castiga a los más vulnerables y premia la discrecionalidad.

“Esta resistencia a la carencia es una salida al chantaje o la extorsión del clientelismo hídrico”.

Pero el problema no termina ahí

El investigador de la UAM Xochimilco advirtió que el fenómeno del huachicol del agua también ha dado pie a la conformación de redes paralelas de comercialización, donde el recurso se convierte en mercancía y se extrae el agua sin prever mecanismos para no ensuciarla durante los procesos de perforación de los ductos. 

El también miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores subrayó que esta situación también ha empujado a millones de personas a comprar agua embotellada, convencidas de que es la única opción segura, pero señala que esta alternativa tampoco es la solución: 

“Los procesos de purificación industrial suelen eliminar buena parte de los minerales naturales y propiedades esenciales del agua, lo que deriva en un producto más estéril que saludable. Además, el costo económico y ambiental de depender de envases plásticos resulta insostenible”.

La verdadera apuesta, insistió, debe ser la construcción de un sistema de abastecimiento público, sano y seguro, que garantice agua de calidad directamente en los hogares, sin intermediarios, sin corrupción y sin discriminación territorial.

Periodista independiente que busca incidir desde el oficio, aunque sea con poco, para un mejor país, un mejor planeta. Lo merecemos como especie. Ha colaborado para diversos medios de comunicación...

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