A principios de enero, la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, de la UNAM, publicó un comunicado en el que informaba que los habitantes de la Ciudad de México respiramos a diario heces fecales —en su mayoría de perros y gatos, aunque no falta el cochinote que hacen sus gracias a campo abierto—. De acuerdo con el artículo “El fecalismo, grave problema de salud en la CDMX“, se estima que cada año se emiten al aire de esta urbe media tonelada de residuos fecales, esto provoca la proliferación de enfermedades gastrointestinales. Esto, al parecer, no es lo único por lo que tenemos que preocuparnos los chilangos. ¡Nuestro aire está lleno de cosas asquerosas!

Según el Sistema de Monitoreo Atmosférico, las partículas que provienen del humo de los camiones y las fábricas, de incendios, de los óxidos y metales, del polen de plantas, de las esporas de los hongos y hasta de la piel que se desprende de cuerpo son elementos contaminantes que respiramos los capitalinos día con día y que pueden afectar nuestra salud. Estas partículas pueden evadir nuestras defensas y almacenarse en nuestros pulmones por mucho tiempo e incluso colarse al torrente sanguíneo. A pesar de que estas sustancias siempre están presentes, al incrementarse su concentración en el aire pueden dañar la salud.

Contaminación en la Ciudad de México

De acuerdo con los expertos, cuando no hay suficiente viento, estas partículas quedan suspendidas sobre la ciudad y forman una nube que impide ver bien los objetos, las montañas o edificios a cierta distancia. La falta de lluvia, la disminución de la temperatura junto, además del incremento de la actividad en la ciudad contribuyen al aumento de estos contaminantes en la temporada invernal (entre noviembre y febrero). Según la Dirección de Monitoreo Atmosférico, este periodo es conocido como la “temporada de contaminación por partículas“. Este fenómeno afecta, principalmente, por las mañanas, entre las 5:00 y 12:00 horas, los viernes y sábados —cuando la actividad nocturna de los chilangos crece—.

Las delegaciones ubicadas en el norte y el centro de la Ciudad de México, además de los municipios ubicados en la zona conurbada del Estado de México, son las más afectados debido al número de fuentes emisoras de contaminantes en esas zonas y la intensa actividad vehicular.

Contaminación en la Ciudad de México

Y a todo esto, ¿cómo nos pueden afectar estas partículas?

Los expertos consultados por la agencia Notimex indican que los capitalinos respiramos por minuto entre cinco y ocho litros de aire. Al inhalar aspiramos las partículas que flotan en el ambiente en ese momento y estas viajan hacia nuestro sistema respiratorio. En su trajín, las partículas grandes se pegan a la nariz y la garganta, mientras que las pequeñas se depositan en bronquios y pulmones. Ahí viene lo bueno, jóvenes: estos contaminantes pueden generar resequedad, irritación, aumento en las secreciones, tos, reacciones al sistema inmunológico y hasta dificultad para respirar. Los grupos más vulnerables son los niños, adultos mayores, personas con asma o bronquitis y deportistas.

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