Con la triste y un tanto extraña noticia de que 4 mexicanos ambientalistas, profesionales y estudiantes fueron detenidos en la comunidad La Fonseca, municipio Nueva Guinea, Nicaragua, después de haber ofrecido un curso de técnicas para la construcción de estufas, hornos, excusados secos, entre otras cosas para las comunidades marginales.

Los jóvenes son integrantes de la Caravana Mesoamericana por el Buen Vivir y su detención fue momentos después de que se registró una explosión en la comunidad de La Fonseca. Ésta debió a que los jóvenes construían un horno eficiente que requería de un tinaco, otro joven -aún no se sabe si integrante de la caravana o participante del curso- lanzó un papel encendido a un tinaco que contenía gasolina, supuestamente para que se consumiera el combustible pero generó al fin y al cabo una explosión.

Padres de familia y amigos de los jóvenes han exigido a las autoridades de Nicaragua que liberen o se esclarezca la situación ya que hasta el momento no se sabe de qué son acusados. Además de que hacen hincapié que el objetivo de la Caravana es ofrecer técnicas positivas para las comunidades marginadas, y nunca bajo otro tipo de motivo.

Los mexicanos detenidos son Daniel Espinosa Giménez Cacho (25 años) -quien además tiene la nacionalidad Española -, Salvador Tenorio Pérez (25 años), Emmanuel de la Luz Ruiz (25 años) y Eugenio Paccelli Chávez Macedo (25 años); además, también fueron detenidos Ana Laura Rodríguez, 27 años, ( Argentina) y Byron Reyes Ortiz, 27 años (Costa Rica).

La mayoría de los jóvenes mexicanos terminaron su carrera en Ciencias Ambientales en la UNAM y en diversas entrevistas que han dado sus familiares explican que este proyecto surgió de manera totalmente propositiva e independiente, señalando que ha sido un proyecto que formaron a lo largo de 2 años y que hasta el autobús en el que viajan fue comprado con su propio dinero y fundaciones ambientales internacionales.

María de los Ángeles Tenorio, madre de Salvador, explicó a La Jornada que los jóvenes “fueron invitados por esa comunidad. Ellos ya terminaban su estadía en Nicaragua y pensaban ya su regreso, cuando los invitaron a que les impartieran los talleres de ecotecnias. Mi hijo me habló el sábado a las 8 de la mañana hora de Nicaragua. Me pidió que le pusiera crédito a su celular. Una hora más tarde, Yo hable -desde Puebla (donde reside)- para decirle que ya tenía crédito en su teléfono, pero me contestó su amigo Daniel, me dijo que Salvador estaba en el patio cargando algunas cosas. Dijo que le daría mi recado.”

Por el momento no se ha tenido ninguna noticia al respecto, pero los familiares tienen la esperanza de recibir respuesta el día de hoy después de que han mandado diversos comunicados tanto a la población nicaragüense así como a las embajadas correspondientes para explicar la situación actual de sus hijos, remarcando la violación de sus derechos tras ser remitidos de esta manera tajante.

 

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