Por Diego Castañeda

Hace unos días se dio a conocer la encuesta de expectativas de los especialistas del sector privado que realiza de forma mensual el Banco de México. En la encuesta, entre toda la información, resulta muy interesante (y tétrico) la percepción del entorno económico. El 90 por ciento de los especialistas piensan que la economía está peor que hace un año, 69 por ciento que los próximos 6 meses empeorará y 66 por ciento que es un mal momento para hacer inversiones.

Siguiendo la lógica de los números anteriores, el índice de confianza empresarial de INEGI registra hoy un valor tan bajo como no se veía desde inicios de la crisis financiera de 2008-09. La confianza del consumidor se encuentra en su nivel más bajo desde 2001, con una caída en el mes de enero de 17.8 por ciento. Todas estas cifras apuntan a que los especialistas, los empresarios y los consumidores esperan el apocalipsis económico en el transcurso del año. 

Este desolador panorama en las expectativas de las personas tiene un símil con el clásico de H. G. Wells, La guerra de los mundos. En La guerra de los mundos, los extraterrestres que conquistan la tierra son exterminados por su falta de defensas frente al ordinario virus de la gripe. En México, parece que la inversión (extranjera y nacional) y el consumo están siendo exterminados por el “virus” de la incertidumbre.

 

¿Cómo se ve esto en México?

El alza en el precio de los energéticos (gasolina y gas principalmente) están generando incrementos en la inflación (con todos sus costos sociales), el alza de tasas de interés por parte de Banxico (en parte para combatir el alza en inflación) están derribando al consumo (como los marcianos caían derribados por la gripe) y la incertidumbre generada por la renegociación del TLCAN está acabando con los proyectos de inversión.

Por si fuera poco (y vaya que no lo es) la economía mexicana se encuentra en franca desaceleración, con expectativas de crecimiento reducidas (cada día parece ocurrir algo para hacerlas más pequeñas) y unas finanzas públicas que no están en sus mejores momentos.

Si la confianza de los empresarios y de los consumidores sigue cayendo, esto se traduciría en menor inversión y menor consumo (motor de la economía en los últimos años). De ocurrir lo anterior, podríamos esperar un año muy complicado en el que hablar de crecimiento próximo a cero, o incluso de recesión, sería una posibilidad real.

¿Qué podemos hacer para subir las defensas de nuestra economía? (y no terminar como los marcianos de Wells)

Entre las cosas que se deberían considerar están, por lo menos, las siguientes:

  • Estabilizar las finanzas públicas del país. Para esto se necesita hacer una reestructuración del gasto público, redirigiéndolo a inversión.
  • Evitar que continúen las alzas de tasa de interés, o que sean las menos posibles en lo que resta del año.
  • Dar una postura clara frente al TLCAN y su negociación para generar certidumbre frente a los mercados si se tuvieran que emplear las reglas de la Organización Mundial de Comercio y no el TLCAN.

¿Lo anterior nos salvará?

En el corto plazo no parece probable. El deterioro de las expectativas de la economía mexicana es profundo y llevará tiempo restablecer la confianza y, con ello, una mayor dinámica en la economía. Sin embargo, sí es posible comenzar a resolver estos problemas (o por lo menos dejar de hacerlos peores). Lo que podría servir para mitigar los efectos adversos que hoy todos los actores en la economía parecen prever.

Si no se actúa pronto y de forma decisiva, quizá antes de ser aniquilados como los marcianos de La guerra de los mundos, terminaremos con una economía muerta viviente en la que sus capacidades productivas y su sociedad sigan un proceso acelerado de descomposición.

Expectativas tan negativas como las que existen hoy en día en nuestra economía no son producto de la generación espontánea. Llevan tiempo gestándose de distintas maneras, como con crecimiento económico mediocre e irresponsabilidad fiscal. Es una lástima que lo que hoy se advierte en el futuro no fue previsto al menos hace unos meses.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

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