Por Christian Mendoza

La infinidad del universo, instrumentalmente, forma parte de cierto proyecto iluminista occidental. Frente una práctica científica prescrita por la religión (una vía que se define, desde una generalización arriesgada, como “oscurantista”) se antepone la construcción de otro paradigma igualmente científico, igualmente ideológico: el universo comienza a desprenderse de una hegemonía teológica gracias a una renovación experimental y técnica de la ciencia, la cual inaugura una nueva perspectiva que, en sí misma, comenzará a encarnar otro dominio. El universo es tan infinito como lo es el progreso positivo de la tecnología y la investigación. El universo puede albergar sentido porque la ciencia será la encargada de proveerlo. Pero ¿qué sucede si la relación entre la infinitud cósmica y las posibilidades de la ciencia da un giro crítico?

Insospechadamente, el programa Rick and Morty, creado por Dan Harmon y Justin Roiland, podría contribuir a un análisis de lo que se ha anunciado como el “mito del progreso”, utilizando a la ciencia como una mera figura argumentativa, pone en crisis, desde una burla rigurosa, algunas nociones sobre el lugar del Humano ante el espacio y las galaxias, además de reflexionar sobre los sistemas económicos y políticos contemporáneos que son fruto del largo proceso iniciado por la Ilustración. El perímetro de la trama es el mismo ancho cosmos propuesto por una ciencia que se encuentra en un progreso continuo. A lo largo de las tres temporadas que actualmente conforman la serie, los descubrimientos del científico Rick Sánchez, integrante de la dupla protagonista, se han acumulado hasta el exceso. Ahora bien, Rick and Morty radicaliza un posible desmontaje de ese sentido que podría albergar el universo tal y como ha sido dibujado por la ciencia más revolucionaria. Lejos de simplemente mostrarnos el lado contrario de esta percepción (la predecible conclusión “el universo en realidad no tiene sentido”) lo convierte en una mera extensión del mundo que ya conocemos. Las múltiples dimensiones que son visitadas por Rick y Morty replican los mismos modelos laborales que generan la angustia de quienes se encuentran inmersos en éstas, así como las familiares crisis financieras y los ominosos modelos políticos que aseguran el triunfo del fascismo, como se narra en el capítulo The Ricklantis Mixup, en el que una versión de Morty gana elecciones democráticas gracias a un discurso de tintes populistas en una ciudad de puros Ricks.

Después de su victoria, implementa un orden dictatorial que rompe con las jerarquías sociales establecidas y anula toda posibilidad de protesta. Como señala el filósofo Slavoj Žižek:  “La comedia es el verdadero opuesto de la vergüenza: la vergüenza se esfuerza por mantener el velo mientras que la comedia se basa en un gesto de develamiento. Para ser más preciso, el efecto propiamente cómico sucede cuando, tras el acto de develamiento, nos enfrentamos a la ridiculez y la nulidad del contenido develado: contrariamente a la patética escena de encontrarse detrás del velo con la Cosa terrorífica, demasiado traumática para que podamos mirarla, el definitivo efecto cómico sucede cuando, tras caerse las máscaras, nos enfrentamos a la misma cara que exhibe la máscara”. El universo infinito de Rick and Morty es una mera máscara de lo que ya existe. Y lo terrorífico es que no sólo el universo que ya conocemos es destructivo, sino que las infinitas réplicas tendrán el mismo destino.

De ahí que también sea arriesgado abordar el género al que pertenece la serie. Las claves de la ciencia ficción y del terror están ahí, pero ¿esta simultaneidad de crisis, de destrucciones de universos, no se parece a la misma que define al capitalismo moderno? Después de que un sistema penal cae en decadencia, o tras haber instigado la catástrofe ecológica de una dimensión espacial, Rick Sánchez continúa su permanente divagar por las variaciones de la mundanidad que le presenta el universo infinito. Ninguna crisis trasciende, y las realidades paralelas se siguen acumulando. Siguiendo las propuestas de Margaret Atwood sobre la ficción especulativa, podemos observar que Rick and Morty ni siquiera tiene que vigilar del todo su propia verosimilitud argumental, a la manera de otros productos televisivos pertenecientes al terreno de lo netamente fantástico, ya que las crisis que imagina pertenecen a una zona de exceso que no deja de sernos conocida. El científico Rick Sánchez, a pesar de la profundidad de sus alcances científicos, no mantiene una relación simétrica entre su disciplina y el universo, ya que el mismo universo también pareciera vivir en la misma permanente crisis económica del planeta tierra.

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Christian Mendoza ha trabajado y colaborado en distintos medios culturales, como La Tempestad y Arquine.

Twitter: @christianclumsy

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