Luego de siete días de mantener la esperanza de que sus seres queridos pudieran regresar con vida, los familiares de la tripulación del submarino ARA San Juan fueron informados que no había ninguna posibilidad de ello. El sumergible había sufrido de una explosión desde el mismo día en que desapareció, sólo se esperaba a tener los elementos para poder confirmar la noticia.

La respuesta de los cercanos a los 44 tripulantes del submarino argentino fueron señalamientos llenos de coraje y dolor: “¡nos engañaron!”, “¡fueron perversos!”… todos en la misma tónica: las autoridades sabían de la explosión del ARA San Juan desde el día en que este desapareció y, aun así, simularon labores de búsqueda y ofrecían información que les hacía mantener la esperanza de que sus familiares podían ser rescatados. Incluso la forma en que se les confirmó que el sumergible había explotado fue tomada como una burla: el jefe de la Marina le dio muchas vueltas al asunto, señalando que el submarino había sufrido de “un evento violento, singular, anómalo, corto y no nuclear consistente con una explosión”.

El ARA San Juan desapareció el pasado 15 de noviembre en la zona del Atlántico Sur. En las primeras horas después de que se dejó de tener registros de la nave, los medios y autoridades colocaron atención en los trabajos de búsqueda a contrarreloj, tomando como parámetro de actuación los cálculos relativos al oxígeno con el que contaba la tripulación. Sin embargo, conforme pasaron las horas y los días, las posibilidades se limitaron a sólo encontrar el submarino… ahora los restos, luego que  la búsqueda se concentra en la zona en que dos fuentes distintas (una de Estados Unidos y otra de Austria) informaron sobre el registro de una “anomalía hidroacústica”.

De acuerdo con BBC, la información sobre la “anomalía hidroacústica” se tenía desde el mismo día en que el ARA San Juan desapareció. Estados Unidos comunicó a Argentina que había detectado un ruido anormal en la zona donde desapareció el submarino, esto cuatro horas después del último contacto. De ahí el enojo de los familiares de los desaparecidos, sumado al hecho de que el capitán de la tripulación reportó averías en el Ara San Juan: problemas en la batería y un cortocircuito. Es culpa del “abandono que tiene la Armada; desde la década de los 70 nadie invierte un peso”, acusó la esposa de uno de los marinos. Al respecto, las autoridades señalaron que la avería se pudo atender sin ningún problema y que, por otro lado, la información sobre la “anomalía hidroacústica” sólo podía ofrecerse hasta que se tuviera certeza.

El vocero de la Armada, Enrique Balbi, apuntó que los datos científicos hablan de que el ARA San Juan implosionó, sin embargo, no se descarta que se puedan hallar restos de él en la superficie. Esto, obviamente no representa nindún consuelo para los deudos. “Me dijeron que hubo una explosión a 200 metros de profundidad y que todos están muertos (…) Es básico, no hay mucha vuelta que darle. Explotó a 200 metros de profundidad y no hay humano que sobreviva a eso”, lamentó el padre de uno de los tripulantes.

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