¿Desde cuándo habían ocupado los gatos aquel pueblo, cómo funcionaba el lugar y qué demonios hacían ahí aquellos animales?, eso es lo que diría Tengo Kawana, personaje de Haruki Murakami en su libro 1Q84, sobre Aoshima, una isla japonesa en la ciudad de Ozu, ubicada en la prefectura de Ehime, donde viven apenas 15 personas, pero que alberga en sus alrededores a más de 120 felinos aproximadamente.

La creciente población de gatos se produjo a consecuencia de que éstos fueran llevados al lugar para controlar una plaga de ratones que atormentaba a los pescadores y sus barcos. Tiempo después, los gatos se reprodujeron, multiplicaron y habitaron esa parte la ciudad.

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Y aunque existen docenas de islas como estas en Japón, Aoshima ha adquirido su fama gracias a la visita de unos turistas y a las fotos que subieron a las redes, donde salen alimentando a los animales con bolitas de arroz, barras energéticas y papas.

Quizás si algún día llegamos a ir a Japón, podamos visitar este lugar, voltear al cielo y ver como Tengo y Aomame, dos lunas en el cielo. Claro, siempre vigilando que Ushikawa no ande rondando por ahí…

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Isla Tashirojima en la prefectura de Miyagi, según la creencia local de la isla, dar de comer a los gatos trae buena suerte y riqueza. Incluso tienen templos dedicados a los gatos, que están considerados como una especie de dioses (Kami) locales.

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