Los ataques sonoros parecen haber iniciado en noviembre de 2016 y continuaron hasta la primavera de este año. La embajada estadounidense en Cuba se percató hasta febrero de 2017 de que tenía que haber una relación entre los afectados que presentaban los mismos síntomas de daño cerebral: dolor de cabeza, confusión mental, mareo, desequilibro y sordera. Los diplomáticos estadounidenses no fueron los únicos afectados; The Telegraph reporta que diplomáticos canadienses también fueron afectados por este ataque sónico. 

El Departamento de Estado confirmó el jueves que 16 empleados de la sede diplomática resultaron dañados por alguna fuente de sonido inaudible de origen desconocido. Los investigadores suponen, se trató de aparatos instalados afuera de las residencias de los funcionarios, aunque no han responsabilizado a nadie de los ataques invisibles. Por su parte, la cancillería cubana ha declarado que está colaborando con EE UU para aclarar lo sucedido y aseguró que su país siempre ha protegido al personal estadounidense y a sus familias.

Un deshielo que se enfría cada vez más

vía Twitter

En 2014 comenzó el proceso de “deshielo” de Cuba, durante el mandato de Barack Obama; es más, las embajadas de ambos países se reabrieron en 2015. Sin embargo, con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, este proceso se detuvo y hasta se echó en reversa, al menos en los discursos y actitudes de Trump respecto al tema.

Volviendo a las ondas sonoras, existen varias teorías respecto a estos ataques; entre las cuales se encuentran un error humano, un ataque ordenado por Cuba y la injerencia de otro país. A pesar de no haber declarado culpables, el gobierno estadounidense expulsó a dos diplomáticos cubanos de Estados Unidos en mayo pasado, supuestamente, a manera de represalia. Empero Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado, no explicó el porqué de estas expulsiones.

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