La iglesia católica no es muy popular en Cuba. Décadas de hostigamiento y represión de la libertad de culto terminaron por convertir a la isla caribeña en el país de America Latina donde la iglesia tiene la menor influencia en la vida social y política de sus habitantes. La generación de la Revolución de Castro, Guevara y Cienfuegos, aún recuerda cuando la gente perdía su empleo por tener una imagen religiosa en la sala y el embargo yanqui impedía que las hostias llegarán a las iglesias.
Pero los tiempos en la Isla de los Castro, han cambiando. La aparente apertura gubernamental y la erosión de las bases revolucionarias han acercado cada vez más al gobierno de Raúl, el menor de los Castro, y la cúpula eclesiastica. No muchos creen todavía en el socialismo en Cuba, pero aún menos son los que creen que Raúl vaya a poder mantener fuera del gobierno a la iglesia católica, cada vez más influyente.
Cuba ha limpiado la Habana para la visita de benedicto a la isla. Los mendigos han sido deportados a otras provincias mientras que todas las manifestaciones políticas han sido prohibidas durante la visita del Santo Padre Alemán. La visita de Joseph es una especie de validación para el agonizante y sempiterno regimen cubano.
Se especuló con la posibilidad de que la disidencia cubana y los activistas pro derechos humanos pudieran entrevistarse con el Papa, el Vaticano le ha cerrado la puerta a estos rumores desde antes de la llegada de Ratzinger a Cuba. La visita de Benedicto mantiene el carácter de oficial y como tal sólo se reunirá y asisitirá a los eventos previamente programados en colaboración del gobierno de Castro.
La visita de Ratzinger parecía en un principio más incendiera, “el socialismo no funciona más en Cuba”, había dicho Benedicto antes de que su avión aterrizará en la Habana. Tal vez nomás le faltó al aterrizar agregar un “pero Fidel y Raúl sí, que no es lo mismo”.
