En la capital nos quejamos de los límites de velocidad, de las multas, del abuso de los policías, de los parquímetros y de los alcoholímetros. Sin embargo, los hechos nos demuestran una y otra vez que al menos los límites de velocidad y los alcoholímetros son necesarios, ya que carecemos de una cultura vial…para muestra sólo hay que recordar el accidente en Reforma de hace un mes.

En un comunicado, la Secretaría de Seguridad Pública informó que, aproximadamente a las 01:45 horas del viernes, dos policías de la SSP-CDMX que se encontraban en un punto de revisión del acoholímetro, ubicado en Congreso de la Unión y Eje 2 Norte, solicitaron al conductor de una camioneta Toyota RAV-4 descender del vehículo para efectuar la conocida prueba. El conductor no sólo se negó a soplar sino que en un afán por “salir del atoro”, este automovilista identificado como  Luis Enrique “N” atropelló a las policías Martha Hernández Reyes  y Alis Carrada Hernández.

Mientras compañeros de las uniformadas daban caza a este sujeto, una ambulancia llevó a las dos mujeres al hospital Mocel. Alis sufrió una esguince; sin embargo Martha no corrió con la misma suerte, pues fue diagnosticada con traumatismo craneal severo que culminó en muerte cerebral.

El comunicado también señala que el delito imputado al conductor es el de lesiones culposas por tránsito de vehículo. El susodicho fue trasladado a la Coordinación Territorial de Seguridad Pública y Procuración de Justicia VCA-3, para definir su situación jurídica.

Lo más triste del caso es que esto no es un caso aislado: El Universal señala que cada dos días un policía es arrollado en la CDMX y que, en los últimos seis años, 180 uniformados han sido heridos en accidentes de tránsito. Y así como no se hace justicia cuando los polis abusan, tampoco los conductores irresponsables suelen enfrentar a las autoridades, ya que sólo el 14% de los presuntos responsables es arrestado.

Esta es una situación que nos demuestra una vez más que manejar no es cualquier cosa y que es necesario tomar conciencia de todo lo que está en juego al momento de poner las manos en el volante y darle vuelta a la llave. No es tan difícil, sólo hay que aplicar la ya conocida “si tomas, no manejes”.

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