La madrugada del día de ayer, durante las clausura del BPM Festival en Playa del Carmen, un hombre armado llegó al Blue Parrot para accionar su arma desde una de las ventanas tomando la vida de cinco personas y dejando heridas a 15 más que se encontraban bailando al ritmo de los beats del escocés Jackmaster.

Aún no existe una versión completamente oficial de lo ocurrido. Algunos dicen que fue un conflicto entre dos personas que ocasionó los disparos, haciendo que los guardias de seguridad intervinieran del mismo modo. Por otra parte está el rumor de que todo ocurrió como un ajuste de cuentas contra los organizadores del festival por negarse a pagar el “derecho de piso” y una última versión liga lo ocurrido a los problemas de venta de drogas relacionados con el Cartel del Golfo.

Según las palabras del gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, las investigaciones siguen en proceso para dar con el autor del crimen. Sin embargo, las propias autoridades han comenzado por culpar a la música por lo ocurrido.

Al menos es lo que podemos concluir, después de que la alcaldesa de Solidaridad, Cristina Torres Gómez, anunciara una conferencia de prensa que TODOS LOS FESTIVALES de música a celebrarse en Playa del Carmen serán cancelados. Por que por supuesto, la culpa es de los Dj’s, promotores y asistentes, no del caldo de cultivo criminal que durante años las propias autoridades permitieron crecer.

 

Un caso similar ocurrió en Argentina en abril de 2016, luego de que cinco jóvenes fallecieran a causa del consumo de drogas en el festival de electrónica Time Warp. Otras cinco personas fueron internadas en distintos hospitales –la mayoría en estado de coma– recibiendo asistencia respiratoria mecánica. Después de los acontecimientos la policía local comenzó con operativos en fiestas donde encontraron gran cantidad de drogas. El festival de origen alemán tuvo que cambiar de sede, comenzando con la suspensión a estos eventos en el distrito.

Uno de los escándalos más sonados a consecuencia de esta decisión, fue la prohibición del concierto de Kraftwerk en Argentina tras considerarlo una “fiesta de electrónica” (debido al uso de sintetizadores o sampler), generando gran controversia entre los fans de los “robots”. Este conflicto continuó por un buen rato hasta que al final se pudo realizar el evento en Luna Park.

La música no tiene la culpa y el tipo de medidas como las que se anunciaron en Playa del Carmen solo terminarán por seguir dejando que el paso libre al crimen organizado. Provocando así que Cancún, Playa del Carmen y otros destinos turísticos de Quintana Roo, entren en una crisis como la que está hundiendo a Acapulco.

Quintana Roo, Guerrero y todos los estados de nuestro país, necesitan recuperar los espacios y hacer que las autoridades lejos de prohibir, se dediquen a garantizar nuestra seguridad ¿o acaso creen que no hay lugares dispuestos a ofrecer todo tipo de garantías y facilidades para convertirse en sedes de festivales de música, que generan inversión, atractivo turístico, empleos y derrama económica?

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