Ya no tienes que buscar por el mundo una estatua que llore para que te conceda un milagro. La de Kurt Cobain viene con lágrima incluida.
Aberdeen es una pequeña ciudad en el estado de Washington que no puede presumir de muchas contribuciones al legado cultural del siglo XX… a excepción de una. Fue en este lugar donde nació un tal Kurt Cobain, quién en su adolescencia formaría la banda de rock, Nirvana, y todo una influencia para millones de personas que han escuchado su música.
El artista fallecido en 1994 nunca tuvo algo bueno que decir sobre su pueblo natal, pero hace unas semanas, el alcalde de Aberdeen decidió rendirle tributo de todas formas a Cobain al declarar que el 20 de febrero -día de su cumpleaños- sería también celebrado como “día nacional de Kurt Cobain”. Justo ayer se dio a conocer la estatua del artista y, a decir verdad, no le hace muchos favores.
¿Quién iba a pensar que una estatua (aparentemente hecha a base de plastilina) podría tener unos jeans rotos? Mejor vamos a asumir que el escultor, en lugar de hacer su trabajo, se robó la estatua de Rockdrigo de la estación metro Balderas y le quitó los lentes.
Para marcar la ocasión, un programa local de noticias le dedicó una nota a la inauguración de este monumento, pero no parece hacerlo con mucho entusiasmo. El conductor inició su introducción diciendo, “Kurt Cobain, el cantante de Nirvana, era un conocido adicto a la heroína que se disparó a sí mismo hace casi 20 años.”
Vaya. Dicho así, tal parece que estos días sólo necesitas ser un junkie para tener tu propia estatua.