El campo de refugiados de Azraq, el cual se encuentra en la frontera de Jordania con Siria, es el primero en contar con energía eléctrica renovable y funcionar en su totalidad con ésta. La fundación de Ikea Brighter Lives for Refugees, en un trabajo conjunto con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el gobierno de Jordania, financió una planta  solar de 2 megawatts para proveer de energía 5000 casas dentro de este campo en medio del desierto. Ahí viven alrededor de 20 mil refugiados que desde 2014 sobrevivían sin luz eléctrica.

¿Se imaginan lo que sería vivir sin electricidad por un sólo día? Sin luz para la noche, refrigeradores, aire acondicionado, mucho menos pensar en internet, Whatsapp, Facebook, Twitter… pues ellos llevaban  aproximadamente dos años y medio así… “No podíamos quedarnos despiertos hasta tarde y nos íbamos a dormir a las 7 pm como las gallinas. Ahora podemos desvelarnos hasta las 2 o 3 de la mañana, gracias a la electricidad”, comenta Badrea al Jargah, refugiada de Homs.

Kelly T Clements, alto comisionado auxiliar del ACNUR, comentó: “iluminar el campo no es sólo un éxito simbólico; provee un ambiente más seguro para todos los residentes del campo, facilita las oportunidades de subsistencia y permite a los niños estudiar después de que oscurece. Sobre todo, permite a los residentes llevar una vida más digna”. Asimismo comentó que este logro es un “extraordinario ejemplo de cooperación” entre el gobierno de Jordania, la compañía privada de energía sola Mustakbal y el ACNUR, así lo reportó el diario The Independent

En los últimos dos años y medio, los refugiados que se encuentran en este campo sólo contaron con linternas solares, sin forma de conectar un refrigerador para conservar su comida o un ventilador para calmar el calor extremo del desierto. El diario inglés reportó que la electricidad llegó a este campo en enero, cambiando la vida del mismo. 

ACNUR comparte el testimonio de Fatima, una madre soltera de 52 años, proveniente de Damasco: “en Siria estábamos acostumbrados a una cierta forma de vida, y luego fuimos desconectados de ésta cuando nos convertimos en refugiados. Para alguien que está acostumbrado a tener electricidad, no se pueden imaginar lo difícil que es vivir sin ésta”, dijo.

Esfuerzos y logros como éste nos demuestran que aún hay esperanza en el mundo. Ojalá estas personas puedan recuperar su forma de vida habitual en algún punto no muy lejano.

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