Por Rodolfo De la Torre

Con orgullo soy economista, de forma que se me facilita dar explicaciones complicadas. El otro día pensaba cómo decir que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) cambió su forma de preguntar el ingreso de las personas y con ello obtuvo respuestas que no se podían comparar con las de antes, con lo que metió en un socavón estadístico al Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) a la hora de medir la pobreza. ¿Cómo explicar que mejoró la situación, pero no del todo, y ahora el Presidente informa de menos pobreza, pero siendo menos preciso?

Un amigo, más cerca del sentido común que de los artilugios numéricos, me sacó entonces de mis elucubraciones sobre modelos sintéticos y otras palabrotas. Es sencillo, dijo, y se puso a cocinar. “Imagina que el INEGI le entrega al CONEVAL una manzana (los datos de ingreso de los hogares) y otros ingredientes (la información de las carencias no monetarias, como las de salud y educación).  El CONEVAL hace a mano puré la fruta, lo mezcla con los otros componentes y cocina una tarta (la medición de la pobreza). La tarta puede variar en tamaño, pero siempre es de manzana y es nutritiva”.

Foto: Victor Chavez/Bongarts/Getty Images

“Ahora piensa que el INEGI, sin decir agua va, entrega al CONEVAL una pera (los ingresos preguntados de forma diferente) cuando ya está anunciada la tarta de manzana en el menú. Naturalmente, el CONEVAL dirige feas miradas al INEGI. Sin embargo, llegan a un acuerdo: con el ojo atento de un nutriólogo (investigadores de la academia y la sociedad civil) intentarán reproducir una tarta de manzana con una pera y los utensilios y condimentos conocidos. Más aún, todos quedan en ser totalmente honestos con los comensales (nosotros) sobre el asunto”.

“El INEGI hace entonces puré de pera con un procesador de alimentos (modelo estadístico) seleccionando un colador ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) que produce una consistencia parecida a la del puré original. Le pone aderezos regionales y lo vacía en un recipiente en forma de manzanita con una etiqueta muy grande que dice: úsese solamente para cocinar tarta de manzana cuando no tenga manzana. Acto seguido, les da la receta al CONEVAL y al nutriólogo, y se compromete a hacerla pública”.

Foto: John Moore/Getty Images

“El nutriólogo sabe que, más allá de su consistencia, las frutas tienen diferencias nutricionales (distinta información sobre el nivel y la distribución el ingreso). Descubre que, a iguales cantidades de ambos purés, uno tiene más sodio, menos vitamina C y así sucesivamente. De esta forma, habrá diferencias importantes a primera vista indistinguibles, y más cuando el procesamiento y aderezo cambian propiedades alimenticias difíciles de rastrear. Sin embargo, con el puré de pera se puede preparar una tarta”.

“El CONEVAL compara el cuerpo y el sabor de lo que le ha dado el INEGI con los del puré de manzana y observa las diferencias nutricionales advertidas por el nutriólogo. Medita una variante frutal del dilema shakesperiano “ser o no ser” y decide hacer su tarta como siempre, salvo por el puré de pera y algún nuevo condimento menor. La termina y la sirve a los comensales con una breve advertencia sobre los ingredientes y una amplia descripción de lo rica que está”.

Foto: Getty Images

“Entre los que la degustan hay de todo: desde los villamelones alabando la innovación culinaria que ha prescindido de la manzana, hasta los gourmets que no soportan la mínima variación al plato original. Todos tienen su opinión, pero bien harían en escuchar al nutriólogo  para saber qué están comiendo o dejando en el plato. Por supuesto, también están los que no les importa de qué está hecha la tarta con tal de dar pastelazos o echarla a la basura”.

Un verdoso fulgor de admiración y envidia salió de mis ojos. Mi amigo había explicado con economía de palabras el asunto.  No podía objetarle su analogía hasta que me venció el celo profesional. Tu ejemplo tiene un problema, le dije, pues hace pensar que el INEGI hizo puré los datos y el CONEVAL cocinó las cifras, y eso es absolutamente falso. Entonces mi amigo me acercó las dos tartas que había cocinado, la de manzana original y la de pera del CONEVAL, y me dijo: “buen provecho”.   

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Rodolfo de la Torre es Director del Programa de Desarrollo Social con Equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

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