El impulso en la utilización del cigarro electrónico ha alcanzado ya su momento cumbre, provocando una revolución especialmente en el ámbito científico. La idea de utilizar nicotina para dejar de fumar no es nueva, en los años 70 los marinos de la flota noruega de submarinos empezaron a utilizarla en forma de chicles. ¿Pero es el uso del cigarrillo electrónico -también conocido como e-cig- la solución al problema de los fumadores?.

En octubre del año pasado se celebró en Moscú un congreso internacional esencial sobre control del tabaquismo, pero ni siquiera había empezado el evento cuando dos facciones científicas muy diferentes comenzar a discutir acerca de los flamantes cigarrillos electrónicos que en esa reunión se había prometido regular, y arremetieron contra la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, por haber ocultado su plan de recomendar a los países miembros una proscripción preventiva y drástica para las pipas de nicotina.

Al revelarse dicha propuesta, 53 científicos de 18 países, especialmente de Reino Unido, Estados Unidos y Australia, pertenecientes al bando de los “reductores de daños”, enviaron una demanda urgente a Chan (el 26 de mayo de 2014) para conminarla a permanecer abierta a las posibles evidencias sobre productos de tabaco o nicotina de bajo riesgo, que pueden convertirse en el futuro, en alternativas viables al hábito de fumar. Apoyándose en el hecho de que al día de hoy, no hay ninguna evidencia científica de que el vapor emitido por estos productos constituya un riesgo para la salud.

Dicha carta se filtró y la otra cara de la moneda salió a la luz con la apelación que mandó a Chan, el bando de los “prohibicionistas preventivos”. En la carta, el investigador estadounidense Stanton Glantz -respaldado por 129 expertos de 24 países- sostiene que los cigarrillos electrónicos no son más que un “caballo de Troya” de la industria tabaquera, y apoyó la recomendación de la OMS para que los países miembros legislen contra ellos, y al final ganaron la batalla.

En España, el Senado de la Ley General para la Defensa de los Consumidores, introdujo la limitación del consumo y la publicidad de los cigarrillos electrónicos en centros educativos, zonas infantiles, centros sanitarios, edificios públicos y medios de transporte. También quedó prohibida su publicidad en horarios aptos para menores de 18 años.

A continuación los dejamos con 5 datos sobre el cigarrillo electrónico que probablemente desconocían:

  • Se insiste en que ayuda a dejar de fumar y sus vapores son inocuos, pero los estudios sobre la eficacia para dejar de fumar son débiles e inconsistentes.
  • La mitad de los usuarios resulta que siguen fumando cigarrillos y del resto, la mayoría recae al suspender el uso del cigarro electrónico.
  • Es cierto que el e-cig es mucho menos tóxico que el cigarrillo pero eso no lo eleva a la categoría de producto bondadoso.
  • Los vapores del e-cig contienen vapor de agua pero también partículas de nicotina, glicerol, propilenglicol, cromo y níquel, que a corto plazo son tóxicos para el sistema respiratorio de niños y enfermos y a la larga son carcinógenos.
  • En un local cerrado, la contaminación por partículas finas liberadas por e-cigs es similar a los días más contaminados en Madrid.
Vía: El País

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