¿Para qué los padres se toman la molestia de nombrar a sus crías, si a las primeras de cambio van a encontrarse con el gandallita que los marque por unos buenos años?
Por alguna cualidad o detalle físico, frase graciosa dicha enfrente de la clase o por descuidos memorables, más de la mitad de los chamacos que pueblan los salones en las primarias y secundarias del DF cuentan con un sobrenombre.
Así es, de acuerdo a una pequeña encuesta cuya finalidad fue medir la percepción de la violencia en estudiantes de niveles básicos se obtuvieron estas cifras: 42% de los alumnos tienen conciencia de tener un apodo, 15% no sabe y 43% aseguran no tenerlo (ja… eso creen).
Pero aquellos que recuerden sus años mozos en la escuela sabrán que esto no es nuevo, y no se sorprenderán al conocer que sólo a 19% de esos chamacos les desagrada su apodo, a 21% le da igual y a un orgulloso 55% no les molesta que, en lugar de ser conocidos por el nombre que cariñosamente les pusieron sus papás, sean llamados por graciosos, ofensivos o con apodos sin ningún chiste, esto de acuerdo a datos de la Administración Federal de Servicios Educativos en el DF.
Aunque bueno, esto último se entiende si uno se carga un nombre como los siguientes:
Y aunque se ha querido indagar más sobre las consecuencias que puede tener un infante al contar con un sobrenombre, aun está en planes el realizar una investigación al respecto, ya que de acuerdo a Francisco Zarate, integrante del Observatorio Escolar contra el Bullying del DF, la administración federal no les ha dado chance de ingresar a las escuelas para trabajar con los estudiantes.
Pero bueno, ustedes sopicuates que tienen más camino recorrido, tendrán una idea de lo anterior… cuántos personajes de la radio, TV y otros medios (como éste) son reconocidos por su apodo… por cierto, ¿cuál es el apodo más curioso que han escuchado… o el más gandalla?