Pues ya renunció Pedro Salmerón, pero en el norte del país siguen exigiendo una satisfacción. Y como ya sería mucho convocar a un duelo, el Congreso de Nuevo León se conformó con nombrar “personas non gratas” al historiador y, de paso, al diputado Gerardo Fernández Noroña.
¿Por? Ahhhh, pues por todo lo que se armó desde que el ahora extitular del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), Pedro Salmerón, calificó como “valientes” a los integrantes de la Liga Comunista 23 de septiembre que asesinaron, en 1973, al empresario regio, Eugenio Garza Sada. Evidentemente, en Nuevo León, el fallecido empresario – conocido como Don Eugenio– es todo un emblema.
Ok… ¿y Fernández Noroña? De acuerdo con Proceso, por secundar las declaraciones de Salmerón. Esto lo hizo el legislador en varios mensajes de su cuenta Twitter, en la que señaló que lo que hizo Salmerón en su efeméride (en la cual, cabe señalar, nunca se desestimaron las valiosas aportaciones de Garza Sada) fue reivindicar la lucha de la Liga 23 de septiembre. “Pues digan misa: el comando que intentó secuestrar a Eugenio Garza Sada era un puñado de valientes y de revolucionarios. No reivindicó la tragedia en que el hecho terminó, comparto la adjetivación de Salmerón”.
Pues eran valientes y revolucionarios. Me parece que estás obligada a leer la historia de nuestro país en la década de los setentas, me queda claro que no sabes nada de la guerra sucia ni de la brutal contradicción en que se sacudió nuestro país en ese tiempo. https://t.co/ldZpx3JxWb
— Fernández Noroña (@fernandeznorona) September 21, 2019
Al exponer la iniciativa, el diputado del PAN, Luis Susarrey, reprochó que todavía de que el empresario no es reconocido como víctima por el ahora ex del INEHRM, llegó Fernández Noroña a echarle leña al asunto. “Preocupante”, dijo el panista, ya que ambos sujetos representan –según Susarrey– la “conciencia colectiva” del gobierno de la 4T.
“Es inaceptable que también alguien como Gerardo Fernández Noroña, diputado federal, afirme categóricamente que el comando que intentó secuestrar a Don Eugenio Garza Sada y lo mató es un puñado de valientes. Este tipo de ciudadanos son “no gratos” ni en la ciudad ni en todo México”.
Luego de su fallida efeméride, Pedro Salmerón presentó su renuncia… bueno, más bien la ofreció, pensando que no se la iban a aceptar. Como sea, el asunto es que se quedó sin chamba en el INEHRM.
Congreso de NL, sin “autoridad alguna para hacer juicios sumarios”
Sobre su calificación de “persona non grata”, Fernández Noroña señaló que más que enchilarlo, es para él un “timbre de orgullo”… claro, cuando nomás es por parte de la “derecha”. Lo que no le gustó al diputado federal, es que el Legislativo regio quiera “vetarlo” a nombre de todo Nuevo León.
“La resolución del Congreso de Nuevo León sentaría -si lo permitimos-, un precedente de censura muy grave”, indicó Fernández Noroña en un texto compartido en su página Facebook, en el cual agrega que, al calificarlo de persona “non grata”, los legisladores hicieron a un lado los articulo primero, sexto, séptimo de la Constitución… y, además, los derechos de asociación, libre reunión y libre manifestación de las ideas garantizados en la Carta Magna.
“Particularmente grave es la violación del artículo 61 constitucional que establece a la letra: ‘Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas’”.
Aparte de pasarse por donde… ughhh, el acuerdo del Congreso de Nuevo León, Fernández Noroña reafirma sus dichos, indicando que además de “valientes”, los integrantes de la Liga 23 de septiembre fueron “revolucionarios”… trágicamente estuvieron involucrados en el intento de secuestro y asesinato de Garza Sada, pero eso –de acuerdo con el diputado– no le resta mérito a la lucha que hicieron suya, en el marco de lo que él denomina como un Estado “brutalmente opresor” (en la época en la que sucedió el caso Garza Sada, gobernaba Luis Echeverria, luego de Gustavo Díaz Ordaz).
“A la mayoría de ellos nunca se les sometió a juicio y se les masacró, torturó, asesinó o desapareció. Los más afortunados pasaron años de cárcel por cumplir sus sueños de libertad (…) se puede estar de acuerdo o no con el camino que tomaron los jóvenes guerrilleros, pero a décadas de su lucha, es mezquino querer estigmatizarlos como vulgares criminales y tacharlos de cobardes; mezquino es también que pretendan censurarnos a quienes reivindicamos esas luchas”.